(Minghui.org) Tuve un tumor cerebral en estado avanzado. Nací en una pequeña aldea. Para salir de allí, estudié muy duro. Como carecía de buena salud, apliqué para asistir a la facultad de medicina. Afortunadamente cumplí el sueño de convertirme en un estudiante universitario. Durante esos años, a menudo me sentí mareado; creí que era anemia y pensé que se debía a falta de una buena nutrición. No lo tomé seriamente.
Comencé mi práctica médica justo antes de mi graduación. Los mareos empeoraron y también mi vista. Como otros jóvenes de mi edad, tuve que luchar para ganarme la vida después de graduarme en la universidad. A medida que la carga de trabajo se incrementaba, mi salud se deterioraba. Me mareé más, adelgacé y comencé a caminar con torpeza. Finalmente, mi pobre condición de salud me alarmó y decidí hacerme un chequeo. Me diagnosticaron un tumor cerebral. Todos en mi familia estaban preocupados. Me llevaron a ver médicos en diferentes lugares. El diagnóstico fue el mismo en cada hospital: realizar una cirugía de cráneo abierto para extirpar el tumor del tamaño de un huevo de ganso; lo que representaba grandes gastos. También sabía que las consecuencias de la operación serían terribles. Si algo se hacía mal, o aun si un nervio fuera mal manipulado, podría quedar ciego, incapacitado o algo peor.
Comencé a dudar. Poco dispuesto a tomar el riesgo de una cirugía, decidí tratar de aprovechar al máximo los días que me quedaban. Sin embargo, el dolor de cabeza me torturaba. Sabía lo que significaba. Desesperado, no podía comer ni dormir, estaba muy deprimido. Me sentía críticamente enfermo y había perdido toda esperanza.
Un día, un familiar vino a visitarme. Él había tenido cáncer estomacal, y se había recuperado después de practicar Falun Dafa. Me explicó lo buena que era la práctica.
Fue difícil para mí creer en el qigong, pero por desesperación, conseguí una copia de Zhuan Falun y comencé a leer. Para mi sorpresa, apenas había terminado la Primera Lección sentí hambre. Le pedí a mi sobrino que me comprara un tazón de fideos. Sin apetito por algún tiempo, me sorprendió que fuera capaz de comer todo. Rápidamente terminé de leer el libro.
Al segundo día, me uní a un sitio de práctica cercano para aprender los ejercicios. Preocupada por mi salud, mi suegra me acompañó. Con más práctica de los ejercicios y más estudio, gradualmente mi estado de ánimo mejoró y recuperé el apetito. Dos meses después, los mareos y dolores de cabeza fueron menos severos. Ya no me resfrié con frecuencia como antes. Me sentí una persona diferente. Mi tez pálida se tornó rozada nuevamente. Todos estaban sorprendidos de cuán rápido me había recuperado de mis enfermedades.
Después de practicar por un tiempo, comencé a vivir una vida normal, aun mejor que antes. También mi carácter experimentó grandes cambios. Antes de practicar Falun Dafa, me gustaba competir y discutir con los demás, aun cuando sabía que estaba equivocado. A menudo tenía conflictos con otros por temas triviales. Por el contrario, cambié completamente después de practicar Falun Dafa y seguir las enseñanzas del Maestro Li. Un día, mi cuñado estaba ebrio. Subió las escaleras, golpeó la puerta y gritó que quería matarme. Y dijo en voz alta: “Campesino, ¿por qué me trataste tan mal?”. Medio despierto, pensé que estaba insultando a su propio hijo, y decidí salir a detenerlo. Trató de golpearme a través del vidrio de la puerta. Lo rompió y me cortó profundamente el dorso de la mano. A pesar del dolor, me abstuve, sin contraatacar, porque el Maestro Li nos enseñó que, como practicantes, no debemos devolver el golpe cuando nos atacan o regresar el insulto. Frente a la ofensa, hubiera peleado con uñas y dientes si no hubiera practicado Falun Dafa. Como practicante ni siquiera le devolví el improperio.
Falun Dafa me hizo una mejor persona, y aun quiero hacerlo mejor. Habiéndome beneficiado de Dafa, espero sinceramente que todo el mundo lea Zhuan Falun y reciba los mismos beneficios que yo.
Nota del editor:
Publicado en el libro: Vida y esperanza renovadas: El poder curativo de Falun Dafa
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Categoría: Beneficios para la salud