(Minghui.org) Una mujer de 66 años falleció hace poco, era una persona normal y corriente, no era alguien que llamara la atención cuando estaba en público. Pero, ¡era una mujer tan extraordinaria! Pasó 14 de sus últimos 18 años de vida, encarcelada por su fe. Entre rejas experimentó, en primera persona, terroríficas formas de crueldad.

Cuando se encontraba al borde de la muerte, postrada en la cama, las guardias no dejaban que nadie se acercara, para que no pudieran escucharla contar su historia. Su mera existencia y su fe inquebrantable llegó al punto de aterrorizarlas. Se llamaba Bai Gendi, y practicaba Falun Gong.

¡Como ella, incontables personas comparten su creencia inquebrantable!

La Sra. Bai Gendi.

Cuando el partido comunista chino (PCCh) lanzó la persecución contra Falun Gong el 20 de julio de 1999, Xu Kuangdi, el exalcalde de Shanghái, encarceló a la Sra. Bai en un campo de trabajo forzado. Esa fue la primera vez que se envió a un practicante de Falun Gong a prisión en Shanghái.

Dieciocho años después, la Sra. Bai, seguía manteniéndose firme y oponiéndose a ser “transformada”. Pasó un total de 14 años en prisión. Fue encarcelada dos veces en un campo de trabajo forzado y otras dos veces en la cárcel de mujeres de Shanghái. El 24 de agosto de 2016, perdió la conciencia y fue trasladada rápidamente al hospital, donde fallecería finalmente el 15 de junio de 2017.

La Sra. Bai ha permanecido recluida en régimen de aislamiento durante cuatro años, sin permitírsele siquiera ir al baño. Le asignaron a varias reclusas para que la vigilaran. Estas a menudo abusaban de ella, e incluso orinaron en su comida un día.

Aquel día, la Sra. Bai, después de comerse la comida, le dijo a las reclusas: “Me acabé toda la carne, así que no recibirán ningún castigo”. Todas se conmovieron tanto que lloraron.

Durante su reclusión en aislamiento, a menudo escribía en el aire los principios de Falun Gong: Verdad-Benevolencia-Tolerancia. Conmovidas por su compasión, algunas de las guardias incluso le pedían a las demás que la dejaran tranquila mientras trazaba los caracteres.

La celda de confinamiento solitario se encontraba en la infame cárcel de mujeres de Shanghái, un lugar famoso por encarcelar practicantes. Fuera de la cárcel, en la otra cara de la prisión, se encuentra la bulliciosa metrópolis de Shanghái.

Uno se pregunta cómo sería pasar un día entero aislado en una celda. Quizás muchos ni siquiera han notado la presencia de esta cárcel, porque ocupa una área diminuta de la ciudad. Probablemente hubo algunos que se burlaran de ella: “¿Por qué no abandona su fe simplemente?”, “si les mintiera, la dejarían marcharse”, “¿por qué es tan persistente?”, e incluso que pensaran: “Lo que le pasa no tiene nada que ver conmigo”.

La gente en Roma presenció cómo Jesús fue clavado en la cruz hace 2.000 años. Jesús se dirigió a los que lloraban y les dijo: “Hijos de Jerusalén, no lloren por mí. Lloren por ustedes mismos y por sus descendientes”. Jesús resucitó llegado el tercer día. A los ojos de los dioses, se consideró cómplice a todo aquel que presenció esta escena pero que no se alzó en contra de tal acto. La sentencia se cumplió: El Imperio Romano pereció y los descendientes de los judíos estuvieron vagando durante generaciones.

Durante los últimos 18 años, los chinos han podido atestiguar cómo los practicantes de Falun Gong siguen yendo a Beijing para apelar, y pedir justicia. Un número incontable de practicantes ha sido arrestado y condenado. Se han visto desplazados, han perdido a sus familias e incluso les han robado los órganos con violencia para venderlos por dinero.

A pesar de la persecución, han permanecido imperturbables, y siguen aclarando la verdad sobre Falun Gong a la gente. Muchos están siendo testigos de esta persecución, pero no se alzan en contra. Solo espero que en el momento presente, seamos capaces de recordar las lecciones que nos ha enseñado la historia.