(Minghui.org) Recientemente, tres practicantes vinieron a mi casa e intercambiamos experiencias. Los comentarios se centraron en mi y en mi prepotencia. Una dijo que cuando leemos en grupo le corrijo cada error que comete, y que cada vez que hago esto siente un vuelco en el corazón.
Lo cierto es que rara vez cometo algún error cuando leo en voz alta, pero tengo tendencia a cazar los errores de los demás y corregirlos inmediatamente. Así que no me defendí. Como había herido a otros, que airearan sus comentarios no fue una casualidad. Mantuve mi boca cerrada aunque sus declaraciones resultaban cuestionables y no fueran completamente precisas. Me resistí al deseo de discutir.
Miré hacia dentro. Al principio, me sentí perdida con respecto a como actuar durante el próximo estudio grupal, porque en la superficie parecía que no estaba actuando equivocadamente si le señalaba a los demás sus errores mientras leían el Fa. Me pregunté: “¿En qué debía mejorar?”. Entonces, el Fa del Maestro apareció en mi mente:
“Aquellos que salen de los países del partido perverso tienen muy fuerte el corazón de protegerse a sí mismos, también tienen muy fuerte el corazón de expresarse sobre ciertos temas; en el extranjero no es así” (Enseñando el Fa en el Día Mundial de Falun Dafa).
Lo encontré, tenía muy fuerte el corazón de expresarme sobre ciertos temas.
Para las personas comunes, soy una persona que piensa cabalmente, tengo una opinión propia y siempre soy capaz de justificar mis acciones. También tiendo a ser testaruda. En los estudios del Fa, siempre ofrezco mis opiniones durante el intercambio de experiencias. Me gusta dar en el clavo y a menudo uso palabras hirientes.
Por ejemplo, una vez una practicante compartió sus experiencias sobre su suegra y su cuñada. Cuando terminó, le pregunté: “¿Te das cuenta del apego que se oculta tras tus palabras?”. Respondió que no.
Le dije: “Envidia”.
Se sorprendió y me preguntó: “¿Estás diciéndolo en serio?”.
Le expliqué: “Uno necesita usar una lupa cuando se mira dentro. Solo haciéndolo así puede descubrir el apego y eliminarlo limpiamente”.
¿Podía usar esa lupa para observar los apegos ajenos?
En una ocasión me dijo una practicante que frecuentemente se acordaba de mi cuando necesitaba hablar con alguien pero que temía que yo la acabara presionando. ¿Son manifestaciones de la cultura perversa del partido comunista la presión y la prepotencia que mencionan sobre mi?
En las conferencias, el Maestro frecuentemente expresa el deseo de que los discípulos de Dafa que salieron de China den un giro a sus pensamientos y se deshagan de la cultura del partido tan pronto como les sea posible. Entiendo que aquellos de nosotros que permanecemos en China debemos prestarle incluso más atención a estos problemas y eliminar proactivamente nuestras nociones y modos de pensar ya que provienen de la cultura del partido perverso.
He presenciado algunas conferencias del Maestro. Su tono, su bondad y su gigantesca compasión volvieron a mi mente. Cuando reflexioné sobre el daño que debía haber infligido a mis compañeros practicantes, mis ojos se llenaron de lágrimas.
Necesitaba resolver estas cuestiones y cambiarme. Durante el siguiente estudio grupal, me mordí el labio todo el tiempo para conseguir mantenerme en silencio. Cuando alguno cometió un error durante la lectura del Fa, no dije nada, aun así alguno lo hizo, incluso aquellos que nunca lo habían hecho antes.
Cuando acabamos la lectura, todos cerraron su libros y alguien dijo: “Siento un campo muy pacífico hoy”. Cambié, y también sentí que los demás cambiaron. En el intercambio que hicimos a continuación, de nuevo me mordí el labio y mantuve mi boca cerrada. Me preguntaron tres veces: “¿Tienes algo que compartir?”, y respondí con calma: “No, hoy no”.
Un compañero practicante preguntó: “¿Por qué no hablas hoy?”.
Le dije: “No siento la necesidad de hablar en este momento. Todo transcurre bien, y solo quiero escuchar”. Mientras decía estas palabras, pude sentir paz dentro de mi corazón.
A través de esta experiencia, sentí que gran parte de mi apego a “querer expresar mis opiniones” habían sido eliminadas. Sentí que mi voz se volvía más serena. Un practicante me dijo: “Has cambiado. Antes, hablabas bastante y solías decir: “Eso no es así”, pero ahora ya no. Si no me hubiera dicho eso, no habría sabido de que había estado menospreciando a los demás inconscientemente y reafirmándome hasta ese grado.
Agradecí sinceramente a mi compañera practicante su franqueza. El Maestro ha dicho:
“Un cultivador está siempre cultivándose a sí mismo; cuando hay pocos corazones humanos, los cambios pequeños ya son una elevación, y esto lo pueden ver las multitudes de dioses”. (Saludos al Fahui europeo).
Debemos atesorar cada oportunidad que aparece para eliminar apegos humanos y cambiarnos genuinamente, incluso si es algo que nos parece pequeño. Eliminar apegos humanos, asimilarnos a Dafa, dar cada paso sólidamente y transitar el camino hacia la divinidad bien, mientras asistimos al Maestro en la rectificación del Fa.
Aquí concluyen mis entendimientos. Por favor, señalen cualquier cosa inapropiada.
¡Gracias Maestro! ¡Gracias compañeros practicantes!
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Categoría: Mejorándose uno mismo