(Minghui.org) Mi padre practica Falun Dafa pero yo no. Aunque no lo practique, tengo la firme convicción de que Falun Dafa es una excelente disciplina espiritual. He sido testigo de cómo salvó a mi familia del desastre, y de cómo transformó a mi padre, que pasó de ser una mala persona a convertirse en un marido responsable y un padre adorable.

Mi familia disfrutaba de una condición económica relativamente buena cuando yo era pequeño. Mi padre no solo tenía su trabajo a tiempo completo, sino que aparte emprendía pequeños proyectos empresariales. Mis amigos me envidiaban porque siempre tenía dinero de sobra.

Pero mi padre se volvió adicto al juego. En cuanto alguien proponía jugar al mahjong, se olvidaba de todo y se sentaba a jugar durante días enteros. Si perdía dinero, cuando regresaba a casa reñía con mi madre.

También le gustaba fumar y a menudo me pedía que le encendiera sus cigarrillos.

En 1998, mi madre sufrió un trastorno mental y mi familia cayó en el caos más absoluto. Mi madre empezó de repente a dar alaridos y a hablar sin sentido. Yo tenía siete años en aquel momento. 

Mi padre también había empezado a practicar Falun Dafa ese mismo año.

Mi padre hizo que todos, y cada uno de los doctores de mi ciudad examinaran a mi madre. Aunque los ahorros de mi familia iban agotándose a gran velocidad , mi madre seguía sin mostrar ninguna mejoría. A menudo cometía muchas insensateces como, por ejemplo, provocar incendios, intentar suicidarse, escapar de la casa sin motivo, golpear a personas, destrozar electrodomésticos, etc.

Esta situación llegó a su punto crítico el día que saltó al vacío desde el tercer piso de un edificio. A raíz de eso, sus colegas recolectaron una generosa donación, para que pudiéramos llevarla al hospital y ponerla urgentemente en tratamiento. Cuando la llevamos, los médicos diagnosticaron que se había roto la pierna y la cadera.

Como no disponíamos del dinero para hacer frente a sus operaciones, después de pasar algunas noches en vela, mi padre no tuvo otra opción que llevarse a mi madre de vuelta a casa.

Mi madre se pasaba todo el día postrada en la cama, mientras que mi padre trabajaba para mantener a la familia. Cuando en el trabajo paraban para comer, corría hasta casa para cocinar y dar de comer a mi madre. Después salía corriendo de vuelta al trabajo. Por las tardes, la ayudaba a bañarse, trataba sus heridas con medicinas y le daba de comer su cena.

Afortunadamente, mi padre encontró a un doctor de la medicina tradicional para reparar sus lesiones óseas. Resultó ser mucho más barato que los tratamientos hospitalarios. Mi madre se recuperó de sus lesiones físicas, pero su desorden mental persistía. 

Inafectado, mi padre ha seguido cumpliendo con la misma rutina día tras día desde hace 18 años: la baña, cocina para ella y limpia la casa.

“¿No te cansas de hacer siempre lo mismo?”, le pregunté en una ocasión. “¿No has pensado nunca en rendirte? ”.

“Es mi responsabilidad y un requisito básico para cualquier cultivador [de Falun Dafa]”, me respondió. “Si no hubiera estado practicando Falun Dafa, no habría contado con un apoyo espiritual tan sólido, no hubiera podido cuidarla, y aún menos encontrarla cuando sale huyendo de la casa”.

Como no practico no puedo decirles, desde la experiencia, que Falun Dafa cambia el corazón de las personas. Pero he presenciado con mis propios ojos que mi padre, debido a su creencia, ha pasado de ser un jugador que descuidaba a su familia, a una persona responsable, considerada con los demás y muy respetada en su trabajo.

Existen millones de practicantes de Falun Dafa, que a pesar de ser perseguidos por el partido comunista chino, continúan defendiendo su creencia permaneciendo honestos, bondadosos y tolerantes. No compiten por beneficios personales y son capaces de sacrificarse por los demás. Siempre miran hacia dentro para encontrar sus propios defectos y no buscan culpables. ¿No les parece asombroso?

Si alguien me preguntara: “¿Qué opina de que su padre practique Falun Dafa?”, le diría sencillamente: “¡Creo que es maravilloso!”.