(Minghui.org) He cultivado Falun Dafa durante 18 años. Siempre ha habido personas a mi alrededor que recién empezaban a practicar, y que me hacían recordar cómo era yo cuando empecé. Conocí a una pareja así en abril de 2015.
Conocí a Enqing, en una reunión de negocios. Ella y su marido, Hui, trabajaban en el mismo banco con el que desarrollaba mis negocios.
Un día, fui a ese banco para mantener una reunión por cuestiones de negocios, y Enqing salió a saludarme. Desde el momento en que la vi, tuve la sensación de que ya nos conocíamos desde hacía mucho tiempo. Mientras caminábamos hacia su oficina, no dejaba de repetirme: “Eres igual que mi hermana”.
Nos sentamos en su oficina para esperar a su marido y hablamos sobre muchas cosas con mucha naturalidad. Luego me dijo: “Usted tiene un trato tan agradable y es muy amable. Aunque es doce años mayor que yo, siento una especie de inocencia infantil en usted. ¿Cual es su secreto?”.
Le conté mi experiencia: Siempre obtuve buenas calificaciones cuando estaba en la escuela. También me encantaba cantar y bailar, y adoraba los deportes. Pero un día, en el trabajo me lesioné la espalda, y ni siquiera podía dar un paso sin que me doliera. El médico me dijo que tenía una hernia de disco en la zona lumbar de la espalda. Lo intenté todo ( tratamientos con calor, acupuntura, masaje, fisioterapia ) pero nada funcionó.
En 1998, me mudé a una nueva ciudad en la que también tenía un trabajo nuevo. Una compañera del trabajo me enseñó un libro. Cuando vi la foto del autor, las lágrimas brotaron de mis ojos. Una voz dijo dentro de mi: “Por fin lo encontré. ¡Ya tengo Maestro! He sido bendecido”.
En ese punto de mi historia, Enqing me preguntó de qué libro se trataba. Le dije que era Zhuan Falun. Me comentó que no había oído hablar de él.
Entonces, le dije: “Pero debes haber oído hablar de Falun Gong”.
“Sí, claro”, me respondió. “Pero nadie me había hablado de esto así. Creo que todo lo que me has dicho es la verdad. ¿Podría leerlo yo también?”, me preguntó. “Pero pienso que no debes ir por ahí hablando de esto con cualquiera”, añadió.
“De acuerdo”, le sonreí.
Justo en ese momento llegó Hui. Cerramos nuestro trato y al despedirme, le dije: “He estado conversando mucho tiempo con Enqing. Sé que usted es una buena persona y que tenemos una relación predestinada”.
“¿Cómo puede saberlo? Créame, no es usted la única persona que dice eso”, me replicó con una sonrisa.
Nos estrechamos la mano y nos dijimos adiós. Les dije que podíamos volver a vernos y a hablar si querían. Después de llegar a casa, continué enviando pensamientos rectos para eliminar todos los factores que interfieren con la salvación de seres conscientes.
Poco tiempo después, Enqing me llamó e invitó a toda mi familia a comer. Al principio, mi marido (que también es practicante) dudaba: “¿Estás segura de que quiere aprender Dafa? ¿No te llamará por negocios?”.
Le dije: “Tienes que eliminar esos pensamientos negativos. No olvides las palabras del Maestro:
'La multitud de seres vino por el Fa
A esperar que se abra la puerta del Cielo'”
( 'La multitud de seres vino por el Fa' de Hong Yin III ).
Nuestras familias se reunieron para comer. Mi marido también sintió enseguida una conexión natural con ellos. Conversaron sobre todo un poco, incluyendo como se había beneficiado por practicar Falun Dafa y como rompió con el ateísmo. Le ayudé enviando pensamientos rectos y haciéndome cargo de los niños.
Después de comer, Enqing me pidió el libro y dijo que Hui también quería leerlo. Le dije: “Bueno, no lo tengo aquí. ¿por qué no venís a casa?”.
Les llevamos a nuestra casa y respondimos sus preguntas sobre Dafa. Le indiqué que tenían que respetar y atesorar el libro Zhuan Falun. También, les conté las razones por las que debían renunciar al partido comunista chino y a sus organizaciones afiliadas. Ambos decidieron renunciar.
Cinco días después de que les entregáramos el libro, recibí una llamada de Enqing: “¡Es un milagro! Mi infección nasal crónica ha mejorado”.
Les volvimos a invitar a nuestra casa y les mostramos el vídeo de los ejercicios. Y de este modo, aprendieron los cinco ejercicios.
Una noche, por esas fechas, me senté, durante dos horas, en meditación, y pude ver capas de pirámides doradas, capas de pirámides pequeñas dentro de otras más grandes. Fue una visión impresionante. Entonces, vinieron a mi memoria las palabras del Maestro: “cultivarse como si recién se empezara”. ( Enseñando el Fa en el Fahui internacional de Gran Nueva York 2009 ).
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Categoría: Mejorándose uno mismo