(Minghui.org) Daryle no sabía lo que podía obtener del seminario de 9 días de Falun Dafa realizado en la Librería Tianti en Manhattan, pero lo que sí sabía era que el dolor en sus hombros ya era insoportable. Para su sorpresa, éste se fue después del primer día.

“Esa noche pude dormir. Esta práctica me ayudó un montón”, dijo el 17 de septiembre, el último día del seminario mensual.

Durante los últimos dos años, la Librería Tianti, localizada en la calle West 30th, entre las Avenidas 7th y 8th en la ciudad de Nueva York, viene realizando seminarios de 9 días de Falun Dafa todos los meses, proyectando el video de las conferencias y enseñando los ejercicios para aquellos interesados. Cada seminario está abierto al público, no tiene costo, y el cupo es para 15 estudiantes.

Estudiantes aprendiendo los ejercicios de Falun Dafa en el seminario realizado en la Librería Tianti en Manhattan.

“Energía positiva”

Helena, de setenta años de edad, se enteró del seminario gracias a los anuncios en el periódico. “Fue la energía positiva del seminario lo que hizo que me quede”, dijo ella. “El Maestro Li Hongzhi [fundador de Falun Dafa] habla sobre abandonar los apegos a las cosas materiales; eso es un estado ideal, y por eso vine”.

El ejercicio de meditación requiere sentarse con las piernas en la posición de loto simple o doble, lo que resulta un desafío para los principiantes. El instructor dijo a los estudiantes que durante los primeros ocho días podían sentarse en las sillas, pero el último día lo harían en el suelo”.

Sin embargo, Helena quiso hacer la prueba. Aunque no pudo colocar sus piernas en la posición de doble loto, se sentó en el suelo desde el principio y toleró el cansancio. Su persistencia y espíritu impresionaron al instructor y a los miembros de la librería.

Al sexto día, Helena llegó al seminario una hora antes. Dijo al instructor que un amigo de su hijo se encontraba en graves problemas; le contó sobre el seminario en una llamada telefónica y le pidió que anotara el título del libro de Falun Dafa y el sitio web de la librería.

“Puedo decirte que esto es lo mejor que tengo para darte”, le dijo.

Conexión predestinada

Ptah es un fotógrafo de Manhattan. Esta fue su segunda vez en asistir al seminario. Dijo que estuvo practicando Falun Dafa por su cuenta durante casi cuatro años.

“No me creerías si te contara cómo comencé a practicar”, dijo.

Hace algunos años, un señor europeo que conoció en el trabajo le dio un folleto de Falun Dafa y anotó el sitio web falundafa.org. Pero Ptah no lo tomó en serio ni revisó la página.

Unos días después, tuvo un sueño en el cual vio que en una sociedad antigua, el Maestro Li Hongzhi, enseñaba a un grupo de estudiantes vestidos con kimono, y también le enseñaba a él.

Cuando se despertó, encontró el folleto e ingresó de inmediato al sitio web. Fue así como más tarde llegó al taller.

La persistencia da resultado

Mari tuvo que atravesar una serie de obstáculos que le impedían venir al taller.

Escuchó sobre Falun Dafa en un viaje a Europa durante el año pasado, y quiso practicarlo. Pero toda clase de interferencias hicieron que no pudiera aprender el primer juego de ejercicios. En la Universidad de Columbia escuchó sobre el seminario y siempre quiso asistir, pero nunca tuvo la oportunidad hasta este mes.

Después de escuchar las conferencias por tres días, un sábado a la mañana tuvo un sueño, en el cual hablaba a su novio con calma y abiertamente sobre un problema que le molestaba. Estaba sorprendida, porque antes no podía hacerlo con tanta calma. En el sueño, incluso escuchó la música de los ejercicios de Falun Dafa sonando de trasfondo.

Cuando se despertó, vio que su departamento estaba inundado debido a una canilla rota. El accidente hizo que ese día llegara tarde al seminario.

Recuperar un día perdido es difícil, pero su novio la animó para que fuera a la librería y lo intentara. Esperó afuera hasta que terminó la clase, y el encargado, conmovido por su paciencia, decidió ayudarla.

Sin embargo, las pruebas para su determinación no habían terminado. Al día siguiente, se encontró con que la estación de subte cercana a su departamento estaba cerrada, y debido a una feria callejera no había taxis en las inmediaciones, así que tuvo que caminar unas pocas cuadras para conseguir uno. Cuando llegó a la librería, era justo la hora del comienzo.

Luego de la clase, le dijo al instructor: “Realmente quiero asistir a este seminario, llevo un año esperándolo”.