(Minghui.org) Tengo 76 años de edad. Comencé a practicar Falun Dafa en mayo de 2005.

En noviembre de 2004 me resfrié y pasé más de 10 días en un hospital. Mi salud empeoró cada vez más. Según lo que dijo mi médico, yo tenía hipertensión, bronquitis, taquicardia, circulación cerebral insuficiente, y una obstrucción vascular en el cerebro, entre otros problemas de salud.

Tenía que mantener las ventanas cerradas todo el tiempo, o de lo contrario podría contraer un resfriado. Como tomé tantas drogas me sentía enferma de solo ver un medicamento. Perdí la esperanza y pensé que sería mejor si simplemente me moría.

Un día hablé con mi esposo acerca de algunos practicantes de Falun Dafa que conocía. "Admiro a mis compañeros de trabajo que practican Dafa", le dije. "Parecen estar libres de enfermedades y ni siquiera se resfrían. Quiero intentarlo”. Para mi sorpresa, él me animó a aprender la práctica.

El 3 de mayo de 2005 visité a la Sra. Zhou, una practicante, y ella me mostró cómo hacer los ejercicios y también me puso el video de las conferencias. Ella me prestó su libro Zhuan Falun y me animó a leerlo todos los días.

Cuando volví a mi casa la actitud de mi marido hacia Dafa había cambiado completamente. Me acusó de unirme a una organización política y dijo que esto sería un gran problema para nuestra familia. Él trató de romper el libro, así que se lo saqué de las manos. "¡No puedes hacer eso!", le dije. "¿Te das cuenta de que es Shifu?" Él recobró el sentido y dejó de agredirme.

Como practicante de Dafa ponía mi mayor esfuerzo en hacer las tres cosas. Sin embargo, mi marido estaba preocupado por mi seguridad y siempre trataba de impedirme asistir al grupo de estudio del Fa y aclarar la verdad.

En 2008, ni bien volví a casa después del estudio grupal, él me golpeó. Yo dije en mi corazón: "Como practicante no voy a devolver el golpe cuando me golpean”. Me senté en la cama y le dije con calma: "Me puedes pegar todo lo que quieras. No estoy enojada contigo”. Aunque él me golpeó con un cinturón en mi espalda, piernas y hombros, no sentí ningún dolor. Sabía que Shifu me protegía de cualquier daño físico.

Realmente me volví más y más fuerte después de que empecé a practicar Falun Dafa. Rápidamente mis problemas de salud desaparecieron, y me volví libre de enfermedades y siempre me sentía ligera, feliz y llena de energía. Tras ser testigo de los grandes cambios en mí, mis hijos e hijas llegaron a comprender lo maravilloso que es Falun Dafa. Mi yerno dijo, "No puedo entender por qué el gobierno prohibió una vía de cultivación tan grandiosa”. Pero mi marido hacía la vista gorda ante estos hechos y seguía acosándome.

Mi marido observaba todos mis movimientos, y nuestra casa se convirtió en una especie de centro de detención. Gradualmente perdí el contacto con otros practicantes, me cultivaba con poco entusiasmo, y al final empecé a comportarme cada vez más como una persona común. Tuve una recaída producto de una vieja dolencia y tuve que ser hospitalizada desde enero hasta mayo del año pasado.

Tal vez mi marido finalmente se dio cuenta de que lo que él había hecho provocó esta pesadilla, porque cuando regresé a casa del hospital, había cambiado su actitud hacia Falun Dafa por completo. Ahora limpia y cocina más en casa, así que tengo más tiempo para estudiar el Fa y hacer los ejercicios.

Yo sé que Shifu me ayudó a resolver este doloroso conflicto. Sin el Fa y sin Shifu, nadie hubiera podido cambiar a mi terco marido. Aquí quiero expresar mi más sincero agradecimiento a Shifu una vez más.

Voy a cultivarme más diligentemente, salvaré más seres conscientes, y volveré a mi lugar de origen con Shifu.