(Minghui.org) Luego de que renunciara a mi trabajo en Inglaterra el año pasado, me mudé al Área de la Bahía de San Francisco para trabajar a tiempo completo como agente de ventas para el periódico La Gran Época. Aunque había escuchado que hacer ventas para nuestro medio era muy difícil, aún así pensé que podía hacerlo. Yo era gerente de desarrollo empresarial en una reconocida empresa naviera en Inglaterra. Cada vez que se requería a una persona con experiencia en comercialización para quedar bien con los clientes, dentro de los proyectos locales de Dafa, me ofrecía como voluntaria. Fue así como pensé que era una persona que contaba con experiencia en ventas.

Después de haber llegado al Área de la Bahía, me uní inmediatamente al equipo de ventas. Me levantaba a las 2:45 a.m. y me dirigía al trabajo, una vez ahí enviaba pensamientos rectos, estudiaba el Fa y hacía los ejercicios antes de empezar a trabajar. Trataba de dar lo máximo en mi cultivación y abandonar los apegos humanos.

Enfrentando tribulaciones implacables

No importa cuánto lo intentara, no pude asegurar ni un solo contrato de ventas luego de seis meses de trabajo, y puse en juego todo lo que sabía. Entonces, una noche, antes de irme a dormir, le dije al Maestro: “Maestro, por favor, deme una pista en mis sueños. ¡Por favor dígame qué hice mal, y le prometo que voy a corregirme!”. Esa noche no soñé.

Mis emociones me dominaron. Cuando oí que un compañero practicante, que apenas se había unido al equipo, aseguró un muy buen contrato de ventas luego de unas pocas llamadas telefónicas, rompí en llanto. Fui hasta un lugar tranquilo, lloré con el corazón y me sentí como la mayor tonta del mundo.

Luego de siete meses, continuaba sin realizar una sola venta. Además, había desarrollado algunos problemas de salud. Tardaba media hora para vestirme en la mañana. Me dolían tanto las manos que era incapaz de destapar un vaso.

Envié más pensamientos rectos y miré hacia mi interior. Aunque no podía distinguir cuál era el problema, estaba segura que nada podría impedirme hacer el trabajo de Dafa. Continué levantándome temprano cada mañana y yendo al trabajo. Continuamente recitaba un poema del Maestro:

“Experimentadas decenas de miles de tribulaciones,

pisoteando con dos pies a miles de demonios”

(“El gran iluminado” de Hong Yin)

Ahora participaba de la promoción de Shen Yun, y a menudo me encargaba de un estand en un centro comercial. Cuando me concentraba en esto, no sentía ningún dolor.

Los practicantes a mi alrededor enviaban pensamientos rectos, compartían sus pensamientos y me ayudaban en la vida diaria. El altruismo de todos ellos me ayudó a mantener pensamientos rectos durante el momento más difícil de mi vida. Llegué a darme cuenta que la razón por la cual no estaba haciendo ventas, era porque no me estaba cultivando bien.

Creyendo en el Maestro y el Fa

Una compañera practicante dijo que cada vez que sentía que carecía de ciertas habilidades, le pedía ayuda al Maestro para fortalecerlas. Esta fue una llamada de atención. Como una persona segura de sí misma, trataba de aprender de cada nuevo trabajo, entonces usaba lo que sabía para poder hacerlo. Este era un “buen hábito” que tenía como persona común y me había traído muchos éxitos en los trabajos comunes. Gradualmente llegué a formar la noción de que este método era la única forma de alcanzar el éxito. Caí en la cuenta de que estaba usando el “modelo del éxito” de mi vida ordinaria en el trabajo de Dafa. Creía en mis propias habilidades y nunca pensaba que necesitaba al Maestro.

Por ejemplo, cuando en comercialización hacía llamadas telefónicas a los números que encontraba en una revista inglesa, vi una publicidad de una pequeña empresa china. La llamé sin pensarlo mucho, y me dijeron que no iban a anunciarse en nuestro grupo, aún así le pregunté por los paquetes de publicidades que le había enviado por email, pero no se había fijado.

Dos semanas más tarde, un nuevo vendedor de nuestro equipo consiguió exitosamente un contrato con esa misma compañía, e incluso acordaron pagar tres meses por adelantado. Esa noche, llamé a la vendedora y le pregunté cómo lo había conseguido.

Me dijo que en camino a su reunión con la empresa, se quedó atorada en el tráfico. Cuando se dio cuenta que llegaría tarde, envió pensamientos rectos sin parar y le pidió al Maestro que la fortaleciera. Cuando llegó, habló con los clientes por veinte minutos sin tomar asiento, luego la otra parte firmó el contrato.

En su camino de regreso, lloró en el auto, y yo le pregunté por qué, si total había conseguido el contrato. Ella dijo: “Porque estaba muy conmovida. ¡Todo lo hizo el Maestro!”.

Vi la pureza de corazón de esta practicante, y de mi parte comprendí que incluso aunque había obtenido muchos conocimientos, solo validaba mis propias habilidades y no mi creencia en el Maestro y en el Fa.

Obteniendo naturalmente sin perseguir

Para mí siempre era esencial trazar un plan y luego insistir en llevarlo a cabo; por lo tanto siempre estaba ocupada. Irónicamente, a pesar de tener buenos planes, no podía hacer que ningún cliente firmara un contrato de publicidades con nosotros.

La practicante que se sienta a mi lado en la oficina me preguntó: “¿Sabes por qué el Maestro arregló que yo me sentara junto a ti?”.

Ella continuo: “Porque tú y yo somos muy diferentes. El Maestro quiere que aprendamos la una de la otra. Tal vez te diste cuenta que para mí parece muy fácil conseguir contratos, y que usualmente consigo reuniones solo después de un par de llamadas”.

Lo que tal vez no sepas es que cuando me pidieron que sea una anfitriona, me convertí en una anfitriona. Cuando me pidieron que me encargue de la recolección de dinero, recolecté dinero. Cada vez que los proyectos de Dafa me necesiten para hacer algo, yo lo haré. Consecuentemente obtengo todas estas cosas naturalmente, sin perseguir”.

“El Maestro es quién me da todo”, añadió al final.

Progresos logrados

Las palabras de esta practicante realmente me despertaron. Al mirar hacia adentro, descubrí una gran distancia entre ella y yo. A todo lo que llamaba mi atención y me distraía del trabajo de ventas lo consideraba una interferencia. A causa de esto, casi nunca charlaba con otros practicantes. Esto pudo hacer que me viera como si fuese mejor que otros. Estaba apegada a mí misma y ponía mis prioridades muy por encima de las de otros.

El Maestro dijo:

“Cuanto más uno se enfatiza a sí mismo, menos poderosa virtud tiene. Por tanto, las cosas que haces no tienen éxito fácilmente y hacerlas bien no resulta fácil. Los asuntos de Dafa tienen que ser los más sagrados, por eso cuanto menos lleva uno sus propios conceptos y sus propios factores, tanto mejor será el resultado y más fácil será tener éxito”. (“Exponiendo el Fa en la conferencia de estudiantes de la región Asia-Pacífico”)

Debido a que prestaba tanta atención a las metas que esperaba alcanzar, todo lo que hice estaba basado en apegos humanos. Había olvidado lo que era ser natural y relajada. No tenía la tranquilidad y la calma que un cultivador debía sentir. Por eso muchos practicantes sentían que era una persona muy nerviosa.

El Maestro nos dice "los movimientos sólo siguen los mecanismos” (“Zhuan Falun”), y ese día, finalmente tuve una iluminación.

Cambios fundamentales

En mi oficina hay una pizarra en la que todos ponen una marca con sus nombres luego de hacer los ejercicios. La observé y vi que mi nombre estaba siempre arriba; me sentí triste y me pregunté: “¿Piensas que estás cultivándote bien siempre y cuando dejes tu marca? ¿Realmente has estudiado el Fa y hecho los ejercicios con un corazón puro?”. Aquí es cuando me di cuenta que solo me cultivaba en la superficie.

Después de esta comprensión, no pude terminar los ejercicios porque tenía un compromiso de radiodifusión. Luego tuve que ocuparme de un trabajo urgente esa misma noche. Usualmente completaba los ejercicios en la noche. ¿Era así porque me sentía mal si mis marcas no estaban en la pizarra? Decidí saltearme el resto de los ejercicios y terminar mi trabajo. Al día siguiente, marqué una gran cruz. Me sentí relajada, como si hubiera entendido que la cultivación era para mí y no para mostrarla a los demás.

Tenía tantos apegos que realmente me preguntaba si en la docena de años pasados realmente me había cultivado, y me sumergí en un sentimiento de culpa y tristeza.

Salí para una promoción de Shen Yun y tenía hambre, así que tomé una manzana de una cesta que me había dado una amiga. Estas se veían muy bien en la superficie, ya que eran grandes y de un color rojo oscuro, sin embargo la mayoría estaban podridas por dentro. Le dije al Maestro: “Maestro, sé que me he cultivado mal. Entiendo que me está diciendo que debería ser igual por dentro que por fuera. Si eso es así, entonces que esta manzana esté podrida”.

Corté la manzana por la mitad y al parecer no estaba podrida. La volví a cortar y vi que estaba parcialmente en mal estado.

Comprendí que el Maestro me decía que no me culpe. Era solo una pequeña parte la que no cultivé tan bien como debería, y no debía hacer una lectura tan negativa de mi estado de cultivación solo porque no lo hice bien en una parte. Por el resto del día me sentí como en un estado de vacío.

Durante los siguientes tres meses, pasé por un cambio fundamental en mi interior. Gradualmente fui liberada del dolor extremo que sentía por no haber conseguido ningún contrato firmado. Desde afuera hacia adentro, no estaba tan tensa como antes. Los practicantes que estaban a mi alrededor me dijeron que me había vuelto calma.

Hubo un gran avance en mis ventas. Conseguí, no uno, ni dos, sino cuatro contratos luego de haberlo intentado por once meses. ¡No lo podía creer! Entendí plenamente que el éxito se debía al Maestro. En el pasado, usaba todos mis conocimientos humanos, habilidades y esfuerzos. Quería probarme, pero terminaba con las manos vacías. Ahora, solo por la elevación de mi xinxing ¡el Maestro me había recompensado tanto!

Luego de una relajada reunión con un cliente, vi el brillo del sol apenas salí del edificio, y repentinamente sentí una oleada de gratitud hacia el Maestro en mi corazón. Aunque no puedo decir cuándo comenzó, me di cuenta que pensaba en el Maestro todo el tiempo. Pensé que esto debería ser el logro básico de un cultivador, pero me tomó más de una década entenderlo.

“Si no te cultivas a ti mismo, ¿cómo me asistes a rectificar el Fa? ¿Cómo te uso?” (“Los Dafa dizi tienen que estudiar el Fa”)

Cada vez que leo esta cita, pienso: La única forma en la que puedo pagarle al Maestro es cultivándome a un grado tan altruista para que así pueda hacer uso de mí libremente”