[Minghui Net] Chang Jubin, practicante de Falun Gong, que solía estar a cargo de una sala del tribunal en la fiscalía de la ciudad de Baiying, mostraba síntomas de sufrir un desorden mental tras su liberación después de 11 años en la prisión de Lanzhou, provincia de Gansu, el 31 de agosto de 2013. Su esposa le presentó la demanda de divorcio y actualmente está sin hogar.

Fue uno de los nueve practicantes acusados de pinchar la televisión por cable en la zona de Lanzhou y emitir videos aclarando la verdad sobre Falun Gong, en 2002. A estos practicantes les sentenciaron entre 10 y 20 años.

En el momento que le condenaron a 11 años tenía 36 años, y le admitieron en la prisión de Lanzhou, donde fue torturado y no le permitían las visitas. Le confinaron en una habitación oscura, en la sala IV desde 2005 a 2008, por protestar por la persecución. Le pusieron en confinamiento solitario durante dos meses en agosto de 2008, le esposaron a una cama y le torturaron en julio de 2009.

En marzo de 2010, una carta del Sr. Chang a la fiscalía (donde solía trabajar) fue devuelta al director político, Zhang Quanmin. Después de leerla, lo puso en confinamiento solitario, le esposó le engrilló, y le conectó las esposas y grilletes con cables para forzarle a estar en posición fetal. Le retuvieron en una celda solitaria por 76 días, se quedó escuálido, y perdió la vista. Los guardias finalmente le liberaron cuando pensaban que se estaba muriendo.

Ilustración de la tortura: Esposado y con grilletes en el suelo.


A principios de 2001 enviaron a practicantes de Falun Gong a la prisión de Lanzhou. Cuando llegaron, los pusieron en el equipo de iniciación, donde les sometían a lavado de cerebro en un esfuerzo de “reformarles o transformarles”. A aquellos que se resistían les colgaban de las esposas en el taller. Cada practicante estaba vigilado muy de cerca por reclusos ayudantes para evitar que hablaran o hicieran los ejercicios de Falun Gong.

En las celdas solitarias no había ventanas. Cada celda tenía una cama de cemento, con  un agujero de baño de unos 30 cm de diámetro delante de él. Después los mudaron de las celdas solitarias del sótano y les equiparon con camas de tortura y sillas de hierro y las insonorizaron para que los llantos no se pudieran escuchar desde el exterior. A cada practicante le daban dos bollos diariamente y nada más. Las celdas son muy frías en el invierno y cálidas en verano.