(Minghui.org) Este informe analiza los incentivos y fuentes financieras de ingresos que manejan una de las industrias más extensas, brutales, y lucrativas de China hoy en día. La persecución del régimen comunista chino da vueltas principalmente alrededor del industrializado lavado de cerebro: un sistema altamente eficiente, monetizado ejecutado por instalaciones dedicadas en cada una de las provincias y ciudades.

El informe se preparó usando datos colectados por el sitio web de Minghui entre 1999 y 2013. Un resumen ejecutivo se presenta al pie. Bajar el reporte completo de The entire report can be downloaded in PDF format here.

Lavado de cerebro: la industria escondida de China

Resumen ejecutivo

A fines de 2013, el régimen chino declaró que cerró su famoso sistema de campos de trabajo forzado después de recibir la presión de la comunidad internacional. Sin embargo, este fue un cambio solo de nombre; la mayoría de los campos simplemente pasaron a ser “cárceles negras” – centros de detención y lavado de cerebro extrajudiciales.

Estos centros son componentes críticos en la persecución del régimen comunista a Falun Gong. El lavado de cerebro sirve para llegar a la meta del régimen de erradicar Falun Gong por medio de forzarlos a renunciar a sus creencias a través de la coerción y tortura, tanto física como mentalmente. Funcionarios locales del gobierno y personal de los centros de lavado de cerebro también lucran en este esquema, uno que se basa en las recompensas y oportunidades de generar riqueza personal a través de la extorsión.

En un ambiente donde el régimen chino se enfrente con desafíos básicos tanto a su política como a su poder, el lavado de cerebro sistemático es visto como una solución expedita. Como está implementado, le permite al régimen usar incentivos financieros para aumentar la obediencia en su campaña para aplastar a sus oponentes ideológicos.

El sitio web Minghui incluye un vasto repositorio de relatos exclusivos de primera mano sobre la persecución dentro de China. Con casi 15 años de reportes publicados e investigaciones originales, este libro blanco ofrece una visión única dentro de la industria de lavado de cerebro de China: un componente clave en el abuso de los derechos humanos general en China, y en particular de la persecución a Falun Gong.

De nuestros relatos, vimos que la industria compele al público a participar en la persecución de varias formas:

  • Gran número de policías y personal de prisión reciben dinero para torturar, forzar y “transformar”. Los incentivos van para aquellos que llega o exceden las metas de “transformación”.
  • Los empleados son hechos responsables por cooperar con, e incluso orquestar arrestos y detenciones de practicantes en sus organizaciones.
  • A los empleadores se les cobra “tasa educativa” y “multas por acompañante” por cada practicante de Falun Gong detenido y enviado para lavado de cerebro. De este modo los empleadores son disuadidos a no contratar practicantes de Falun Gong.

Estimamos que en los pasados quince años, las multas aplicadas a los empleadores de los detenidos fue un total de 3.37 mil millones de yuanes. Los incentivos del gobierno para cada detenido “transformado exitosamente” generó un gasto más de 226 millones de yuanes. Estos son adicionales a las expropiaciones del gobierno de 1.18 mil millones de yuanes dedicados a la construcción y remodelación de las instalaciones de lavado de cerebro.  

Funcionarios corruptos de varios niveles de la industria también cosechan ganancias sustanciales ilícitas de los detenidos, de sus familias, y de sus empleadores demandando rutinariamente las así llamadas “multas” a cambio de la liberación de los practicantes. Debido a la naturaleza estatal del sistema de lavado de cerebro y la sistemática corrupción, los funcionarios no son hechos responsables por estas transgresiones. El monto total extorsionado para el 2013 se estima alrededor de 95 millones de yuanes.

Debido a la escasa documentación y a la censura, estas cifras solo constituyen un aproximado de las cantidades reales. No obstante, ofrecen una mirada de las finanzas generadas en las violaciones de derechos humanos en China.

Conducidos por las ganancias políticas y financieras, funcionarios y personal de los centros de lavado de cerebro, han mostrado más que voluntad para infligir torturas en sus compañeros ciudadanos: para el 2013, 15% de los 2383 muertes de practicantes confirmados en los 15 años de persecución fueron torturados a muerte en centros de lavado de cerebro.

El cierre oficial del sistema de trabajo forzado fue celebrado, y se entiende por qué. Sin embargo, el precipitado traslado de prisioneros de conciencia dentro de los centros de lavado de cerebro y cárceles negras nos dice que lamentablemente las cosas siguen igual en China. Echar una luz dentro del sistema de lavado de cerebro es el primer paso en la dirección correcta, pero para verdadera y completamente detener una máquina de adoctrinamiento de este tamaño y magnitud, debemos nuevamente llevar este tema a la comunidad internacional.