[Minghui Net] La reciente cobertura mediática por parte de los medios controlados por el régimen chino sobre la explosión del oleoducto en Qingdao, provincia de Shandong, es un ejemplo común de cómo las tragedias son informadas en China: la información está severamente controlada; las víctimas informadas son menores al número real; las responsabilidades son pasadas por alto; y finalmente, la atención se dirige hacia alabanzas al partido comunista chino (PCCh).
La ruptura del oleoducto que tuvo lugar en Qingdao el 23 de noviembre de 2013 provocó un derrame y desencadenó una explosión, el peor accidente en la historia de Sinopec (corporación petroquímica china). La explosión provocó destrozos en la carretera, hizo volcar autos, y causó un fuego incontrolable. Cincuenta y cinco personas murieron a causa de la explosión de acuerdo con fuentes oficiales publicadas por el gobierno chino. Los medios en Hong Kong, son embargo, estimaron el número de víctimas fatales en más de cien.
El gobierno se encargó de controlar los medios sociales para evitar que se filtrara información no autorizada o pedidos de investigación, y minimizar los efectos de la explosión en las noticias. La crónica fue altamente controlada, y se les recordó a los medios que suavizaran los hechos e “informaran estrictamente de acuerdo con la versión de la agencia de noticias Xinhua News”.
Los medios estatales informaron la rápida evacuación de 18.000 residentes y la respuesta del presidente Xi Jingpin, quién instó a los oficiales locales a “no escatimar esfuerzos para rescatar a los heridos y mejorar la seguridad”. Las alabanzas al partido por su gran liderazgo rápidamente reemplazaron al tema del trágico desastre.
Comentarios molestos se viralizaron en internet
Como remarcaron los bloggers en internet, el PCCh nuevamente “convirtió una tragedia en comedia” y “funerales en fiestas”.
El comentador Wu Yan escribió en el blog sina.com, que tiene más de cinco millones de seguidores: “No queremos escuchar quién llegó a la escena de la explosión primero, cómo los rescatistas mostraron amor universal, ni cómo los bomberos arriesgaron sus vidas. Nos gustaría escuchar qué causó el accidente, el número real de víctimas, y quién es responsable de esto”.
Otros hicieron comentarios sarcásticos sobre el ángulo abordado por la propaganda: “esta tragedia provocada por el hombre se convierte en una oportunidad para alabar al PCCh. ¿No es este el “poder mágico” del “estilo especial chino” de informar sobre los desastres? ¿No están los relatores especiales contando que “El pueblo de Qingdao celebra los desastres” y “La explosión fue asombrosa?”.
Zouyeben (“El libro de tareas”), un blogger famoso, posteó su crítica el 22 de noviembre: “Esto no es un terremoto ni una inundación. ¡No intenten engañarnos haciéndonos creer que la explosión fue un desastre natural! Es una tragedia causada por el hombre. ¿Cómo no quieren que lloremos por esta tragedia? No nos engañen pidiéndonos que 'seamos fuertes'”.
La propaganda encubre los problemas reales
Como siempre, la primera respuesta del gobierno fue restringir la información. El ministerio de propaganda del PCCh instruyó a los medios que ejercieran un control estricto sobre el mensaje y el contenido de las noticias. Los medios recibieron la orden de no enviar reporteros a la escena y usar solamente “la información autorizada emitida por los departamentos que están manejando el accidente”.
La directiva agregó que los medios debían abstenerse de analizar las causas de la explosión o de hacer conjeturas sobre quién sería responsable del accidente. Los medios también recibieron prohibición de imprimir reseñas o información sobre accidentes previos.
El desastre expuso una lista de problemas, incluyendo el deficiente diseño del oleoducto y las redes de drenaje, la negligencia de seguridad oficial, ineficiente mantenimiento del ducto, así como también el error de los funcionarios al no evacuar a los residentes luego de detectar el derrame siete horas antes de las explosiones. El descontento estalló al saber que las autoridades hicieron poco por advertir a los residentes, aunque tuvieron varias horas para actuar.
El PCCh responsable de innumerables desastres
Detrás de la propaganda está el partido comunista chino, que, en su esfuerzo por mantener el poder, ha sido la causa real de muchas catástrofes en china.
De acuerdo con Los Nueve Comentarios sobre el partido comunista, un total de 80 millones de ciudadanos chinos han fallecido como resultado de las acciones políticas de Mao. Olas de movimientos políticos han apuntado cada vez a distintos grupos de personas, incluyendo intelectuales, agricultores, capitalistas, anti-revolucionarios, maestros y profesores, y fieles religiosos. El PCCh retrató estos movimientos que aniquilaron grupos enteros de su propia población como “una victoria tras otra”.
Jiang Zemin, ex jefe del PCCh, lanzó la brutal persecución contra practicantes de Falun Gong en 1999. Cuando Falun Gong no pudo ser erradicado en los tres meses que Jiang Zemin ordenó, la persecución fue en escala.
Cientos de practicantes inocentes han perdido sus vidas como resultado de la persecución impulsada por el estado. El crimen más atroz del PCCh fue denunciado en 2006, cuando testigos que abandonaron China testificaron que los practicantes vivos de Falun Gong en custodia en China eran asesinados por sus órganos.
Investigaciones independientes llevadas adelante por juristas en derechos humanos David Matas y David Kilgour concluyeron que las acusaciones eran reales. El mundo quedó horrorizado por esta “maldad sin precedentes en nuestro planeta”.
Las negativas del PCCh se han vuelto cada vez más débiles mientras más y más evidencias del crimen aparecen. El Parlamento Europeo aprobó una resolución el 12 de diciembre condenando la sustracción forzada de órganos en China. La resolución hace un llamamiento a la UE a realizar una completa y trasparente investigación sobre las prácticas de trasplantes de órganos en China. No hay manera fácil de que el PCCh escape a la rendición de cuentas esta vez.
Versión en inglés: http://en.minghui.org/html/articles/2013/12/29/143848.html
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Categoría: Opinión y análisis