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Vengo de China, mi nombre es Wu Qilong, soy practicante de Falun Gong. Fui deportado desde Corea del Sur y llevado de vuelta a China el 1 de julio de 2009. Seguidamente soporté la detención ilegal, el lavado de cerebro, la vigilancia y el acoso. Los encargados de seguridad del estado llevaron a cabo esta persecución. También fui forzado a cooperar con ellos al fabricar informes de noticias. Quiero clarificar los hechos que rodearon mi situación después de ser deportado desde Corea del Sur de nuevo a China.
Conocí y empecé a practicar Falun Gong en 2004. Del 14 de marzo de 2007 al 1 de julio de 2009, fui retenido en la Agencia de Custodia de Extranjeros de Huacheng en Corea del Sur por estar indocumentado. Durante ese tiempo solicité tres veces asilo político. Las tres veces fue denegado alegando que yo no corría peligro si regresaba a China. Como resultado, fui deportado el 1 de julio de 2009.
Los encargados de seguridad del estado rápidamente me localizaron. Me mostraron sus tarjetas de identificación y me dijeron: "originalmente, la policía planeaba detenerle, pero como volvió de un país extranjero, nosotros lo dejamos". Lo cierto fue que había presión de la comunidad internacional. Las autoridades tuvieron que recurrir a un enfoque diferente al llevar a cabo la persecución contra mí. Los oficiales se mantuvieron acosándome, haciendo llamadas telefónicas cada día, con frecuencia me visitaban en mi lugar de trabajo y me acosaban, también a mi familia en mi hogar. Además vigilaron las comunicaciones telefónicas de mi familia. Fui también sometido a lavado de cerebro.
Un día los encargados de seguridad del estado me retuvieron en una habitación de hotel. Me ordenaron que leyera un artículo que calumniaba a Shifu Li Hongzhi. Aparté el artículo. Pero ellos me forzaban a leerlo. Los cuatro oficiales se turnaron interrogándome, uno tras otro, para que nunca consiguiera descansar. Después de un rato no lo podía soportar y pedí ir al baño para conseguir un momento de alivio. Aún así, asignaron a alguien para que me vigilara mientras utilizaba el baño y me tomara fotos. Durante el día, mi familia estuvo llamándome. Yo no podía soportar la tortura e insistí que me dejaran regresar a casa. A final del día, un líder de la oficina 610 me gritó: "Wu Qilong, deje de jugar con nosotros. ¡No hay salida para usted!". (Supe luego que había estado en su lista negra).
Después de regresar a casa, tuve fiebre y comencé a oír cosas. No podía dormir en toda la noche. A la mañana siguiente, sentí algo caliente fluir desde mi oído. Resultó ser sangre. Después de eso, mi memoria comenzó a empeorar. Las personas tenían que decirme las cosas varias veces antes que pudiera entenderlo. En la habitación del hotel comí y bebí lo que me dieron mientras trataban de lavarme el cerebro.
Sospeché que habían puesto algo en mi comida y bebida. Cuando los encargados de seguridad del estado vinieron a buscarme otra vez, les comenté mis síntomas y contestaron: "nosotros no fuimos". Ellos también ordenaron que escribiera los detalles de cómo conocí Falun Gong y los nombres de otros practicantes que conociera, quiénes eran los encargados y de dónde venían. Me ordenaron que hiciera llamadas telefónicas a practicantes de Falun Gong en Corea del Sur para informar que estaba a salvo, también con frecuencia me obligaron a hacer lo que deseaban amenazando con dañar a mi familia. Los oficiales tomaron una imagen de mí y de mi esposa, diciendo que era solo para mostrarla dentro del gobierno surcoreano.
No fue hasta más tarde que descubrí que crearon una historia basada en esta imagen. Fabricaron un cuento sobre alguien que yo solo conocía por Internet, era mi colega. Este "colega" indicó que los informes online sobre mi deportación eran diferentes de los hechos. Decía que realizó un viaje por los barrios conmigo y mi esposa y que tenía información de primera mano. Él entonces dijo que había tomado la imagen en ese viaje a los barrios periféricos y estaba contento de anunciarlo en Internet. Fue una mentira completa. Otra gran mentira fue la subida online de su informe que decía haberme preguntado: "¿fue usted perseguido por el régimen chino en las dos ocasiones cuando regresó a China?". El hecho es que después de ir a Corea del Sur en 2002, yo nunca volví a China hasta que fui deportado en 2009.
Podría ser, que fueron conscientes de la presión de la comunidad internacional. Los encargados de seguridad del estado retuvieron cualquier información sobre cómo estaba bajo la vigilancia del partido comunista chino y el lavado de cerebro. Al mismo tiempo, produjeron informes falsos para demostrar que viví bastante bien en China, sin restricciones. Los encargados de seguridad del estado me obligaron a encontrarme con periodistas de Corea del Sur varias veces. Al principio ellos dijeron que fuera a encontrarlos a la cadena de televisión KBS. Más tarde, periodistas de South Korean Chinese Compatriots News, un medio que yo nunca había oído, realizó la entrevista. Los encargados de seguridad del estado me amenazaron con el bienestar de mi hijo.
Me dijeron que tuviera cuidado con lo que decía y que "pensara en mi hijo". Es decir, yo tuve que decir lo que me decían. Ellos también dijeron: "ni una sola palabra de lo que diga a los periodistas puede ser reconocida de contrabando por los periodistas". En el día de la entrevista, me condujeron a un lugar cerca del hotel y me dejaron lejos para que pudiera ir solo al hotel. Me dijeron que debía parecer natural. Este fue el trasfondo de mi entrevista con los periodistas del South Korean Chinese Compatriots News.
Aquí quiero comentarles a esos periodistas sobre el número de teléfono móvil por el que me contactaron: "pueden pensar que alguien en el régimen chino podría haber tenido mi número y ellos se lo dieron a usted. De hecho, yo no tuve un teléfono móvil en aquel momento. Los encargados de seguridad del estado me ordenaban que llevase el teléfono móvil de mi esposa conmigo siempre para que me pudiesen contactar las veinticuatro horas. Así fue como tuvieron mi número".
De mis conversaciones con los encargados de seguridad del estado, supe que tienen información completa de los practicantes de Falun Gong en el extranjero. Si ha tomado parte en cualquier actividad, enfrenta el peligro de la persecución. Yo no pude y no me atreví a decir nada antes porque estaba bajo vigilancia constante y fui acosado, detenido con custodia y lavado de cerebro. Es una suerte haber podido escapar de China y ahora poder hacer esta grabación y decir lo que sucedió realmente.
Por la presente yo apelo al gobierno surcoreano que: "por razones humanitarias, hagan su mayor esfuerzo por dar refugio político a los practicantes de Falun Gong. La persecución a Falun Gong en China no ha terminado. Espero que ningún otro practicante de Falun Gong vuelva a ser deportado nunca más".
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Categoría: Hechos de la persecución