[Minghui Net] Mi marido es el jefe de una estación de policía. Solía tener mal carácter, me trataba mal, y generalmente me golpeaba. En una oportunidad me pegó de tal manera que no podía cerrar completamente la boca ni hablar correctamente. Una vez mi cuñada nos visitó y me regaló el libro Zhuan Falun para que lo leyera. Después de leerlo por completo, y al haber entendido el verdadero significado de la vida, supe que eso era lo que yo había estado buscando. No había pasado mucho tiempo de empezar a practicar Falun Gong, cuando todas mis enfermedades desaparecieron. Siendo testigo mi esposo de todos estos cambios en mí, comenzó a tratarme mejor.

El 20 de Julio de 1999, cuando empezó la persecución, la autoridad máxima del departamento de policía le pidió a mi marido que juntara a todos los practicantes locales para una reunión en la estación de policía. Muchos practicantes fueron. Entonces, la máxima autoridad le dijo a mi marido que los encerrara y ¡que no dejara a nadie irse a su casa! Mi esposo se intranquilizó y discutió con su jefe. El dijo: “No voy a hacer una cosa como esa. Voy a renunciar si me obligas a hacer eso”. Gracias a la persistencia de mi esposo, su jefe permitió que los practicantes se fueran a sus casas. Ellos agradecieron los esfuerzos y el coraje de mi marido por ayudarlos.

En otra oportunidad, mi marido había sido transferido y se convirtió en la cabeza de un centro de detención. Allí se encontró con dos practicantes ancianos que habían sido detenidos, él me habló acerca de su situación. Me dijo que generalmente les daba alimentos para comer y les entregaba materiales que su familia había traído para ellos.

Cuando más practicantes fueron detenidos, llevados a campos de trabajo, y torturados, mi esposo tuvo miedo de que yo fuera arrestada. Empezó a pegarme nuevamente y no me dejaba practicar. Varias veces intentó destruir mis libros de Dafa, pero en cada oportunidad los tomé y evité que hiciera una mala acción. Me gritaba cuando volvía tarde a casa después de ir al mercado a comprar comida o después de llevar a nuestros hijos al colegio, o después de tener una conversación un poco más larga con otros practicantes. Estaba así todos los días. Hubo un tiempo en que mantenía la puerta cerrada día y noche para que yo no pudiera salir. El ambiente de mi casa estaba muy tenso en ese entonces. 

Shifu nos enseña que nada pasa por casualidad, entonces empecé a mirar hacia adentro intentando entender por qué esto me estaba pasando a mí. Me di cuenta que no me importaba mi marido. No me importaban sus sentimientos, lo miraba con desprecio y rara vez le hablaba a él. Me había separado de mi familia, lo que provocó que el se enojara y se alterara. Después de estudiar más el Fa me volví más tranquila y paciente. Le aclaré la verdad a él y lo hice leer materiales que esclarecían la verdad.

Mi esposo gradualmente cambió su temperamento y su conducta, e incluso, renunció al partido comunista chino. El ambiente de mi casa mejoró gradualmente. Mi esposo nunca más intentó golpearme o tratar de controlarme, y saludaba a los practicantes que venían a visitarme. Cuando los practicantes notaron sus cambios, se pusieron muy contentos por él. Ahora podemos compartir experiencias en nuestra casa, lo cual, debido al trabajo de mi marido, habría sido imposible en el pasado.