(Minghui.org) Soy de una pequeña ciudad llamada Hampton en la costa este de Canadá, en la provincia de Brunswick. Cuando terminé la preparatoria en 1998, comencé a estudiar Ciencias Informáticas en la Universidad de Nuevo Brunswick (UNB). A mitad del camino, en el segundo año del programa, empecé a perder la concentración en algunas clases y todo comenzó a ir mal. Me encontraba a la deriva en el lado más demencial de la vida universitaria, gastando demasiado tiempo en pasar el rato, yendo a fiestas con amigos, y sin dedicar suficiente tiempo a mis estudios. También sentí que estaba perdiendo algo en mi vida, y albergaba un montón de preguntas que no habían sido aún respondidas en las clases que estaba tomando.

Una noche, mientras estaba acostada y despierta, pensando en que debía hacer con mi vida, empecé a preguntarme: ¿qué es lo que, en realidad, me gusta y encuentro interesante? La respuesta que surgió fue que disfrutaba con la idea de encontrar algo que me ayudara y me guiara a convertirme en una mejor persona. Si pudiera aprender cómo avanzar y llegar a ser mejor, sería capaz de navegar a través del mundo sin prestar atención a qué tipo de estudio o profesión me reservara la vida. Como estuve practicando artes marciales desde los 16 años, sentía que debería haber algo en las artes marciales chinas tradicionales que pudiera indicarme la dirección correcta que debía tomar. En ese momento decidí que seguiría a mi corazón durante la búsqueda.

Algunos meses después, mi universidad organizó un viaje de intercambio de campamentos de verano a China. Pensé que representaba toda una oportunidad para seguir adelante con mi deseo, así que me inscribí al campamento de verano por tres semanas.

Durante el viaje pregunté a los maestros chinos cómo podría aprender qigong, ya que esa era mi propósito de ir al viaje. Normalmente los maestros hablaban sobre cosas como artes marciales o Tai Chi, pero decían no saber dónde podría aprender qigong. Sin embargo, el último día del viaje una de las maestras chinas se sentó a mi lado en un silencioso salón, mientras los estudiantes estaban terminando la última lección de escritura de caligrafía. Con una suave voz me susurró que sabía que yo estaba buscando una práctica, y prosiguió diciendo que hay una práctica que ha sido prohibida por el gobierno. Cuando oí esto, mi primer pensamiento fue que debe ser una práctica muy buena y poderosa. Pensé: ¿Cómo puede ser prohibida una práctica de esta civilización antigua y mística? Necesitaba saber cómo se llamaba esta práctica, así que le pedí me dijera el nombre. Susurró lentamente: “Falun Gong”. Le pedí que lo dijera de nuevo porque quería estar segura de poder recordarlo. Después de la tercera repetición sentí que se había introducido en mi. El nombre: “Falun Gong” quedó claramente grabado en mi memoria. Poco después de mantener aquella conversación, la clase terminó y fuimos a hacernos una foto en grupo afuera para conmemorar la clausura del campamento de verano.

Cuando volví a mi casa en Canadá, entré en Internet y busqué: "Falun Gong". Encontré el sitio web www.falundafa.org y comencé a leer los libros. Rápidamente noté cambios en mi forma de pensar. Un día mientras me encontraba sentada en el sofá del sótano viendo la televisión, mi hermana se acercó y me dio un puñetazo en el hombro sin ninguna razón. En otro momento no le habría concedido la menor importancia, pero hacía poco me había dislocado el hombro al hacer deporte, así que todavía sentía mucho dolor. Perdí los estribos y le devolví el golpe enojada, pero como había leído el libro Falun Gong, un pasaje brilló en mi mente:

“Hay un dicho antiguo: ‘Cuando una persona común sufre una humillación, desenvaina su espada para luchar, abre la boca para insultar o levanta su puño para golpear al otro”.

Me di cuenta en ese momento que me había equivocado y me disculpé con mi hermana. Sentí que la enseñanza era muy poderosa e incluso podía percibir el impacto que estaba ocasionando en mi mente.

Aunque llevaba un año leyendo "Falun Gong", no había intentado hacer los ejercicios porque quería estar segura de hacer los movimientos correctamente. Pero no existía grupo de práctica en mi pueblo o cerca de él. En el sitio web pude ver que había dos opciones; podría ir a Halifax, que era la alternativa más cercana. Sin embargo, muchos de mis amigos de secundaria asistían allí a la universidad y pensé que sería más difícil para mí concentrarme en aprender la práctica y hacer un cambio fundamental en mi estilo de vida, si me distraía en ese ambiente.

La siguiente opción era Montreal, que está a unas 10 horas de mi ciudad natal en coche. Uno de mis buenos amigos vivía en Montreal en ese momento mientras se entrenaba para convertirse en atleta olímpico. Ir a Montreal parecía la mejor opción, ya que también sería fácil vivir un estilo de vida más positivo y saludable ya que este amigo tenía un horario de entrenamiento estricto.

Mi amigo habitaba un pequeño apartamento en un sótano cerca del Estadio Olímpico en Montreal, que aceptó compartir conmigo. Una vez que me instalé, llamé al sitio de práctica local para confirmar el horario de los ejercicios grupales del sábado por la mañana. No conocía Montreal, así que estudié el mapa, recibí algunas instrucciones de mi amigo e hice un plan para llegar al sitio de práctica a tiempo.

Cuando salía de la estación de metro más cercana ya casi era la hora, así que comencé a correr hacia el sitio de práctica. Llegué justo a tiempo. Nos sentamos y comenzamos la meditación sentada. Me encontraba sin aliento y mi corazón latía con fuerza por la carrera. Realicé algunas inspiraciones profundas y comencé a escuchar las instrucciones que daba el asistente del sitio de práctica.

En las instrucciones de preparación para el quinto ejercicio hay una frase que dice: "Dejar emerger la compasión y benevolencia del corazón" (DA YUANMAN FA, Vía de la Gran Perfección). En aquel justo instante mi corazón se llenó de misericordia y compasión hacia todas las personas que sufren en el mundo. Después de los gestos con las manos sigue la posición estática. Tan pronto como mantuve esa posición, una increíble sensación de alegría impregnó todo mi ser. "Finalmente lo estás haciendo, finalmente lo estás haciendo", cantaba en mi interior.

El dolor en mis piernas llegó a ser muy intenso, pero seguí pensando en lo que dice "Falun Gong" de la substancia negra descendiendo por las piernas durante la meditación:

"...cuando el dolor es muy agudo, un pedazo grande de materia negra en el interior y exterior de su cuerpo se disuelve hacia abajo. El dolor en las piernas es intermitente y taladra el corazón, pero aquel con buena cualidad de iluminación no bajaría en absoluto sus piernas de la postura cruzada".

Muchas semanas después de practicar y leer con el grupo, comencé a repartir volantes en el barrio chino. Al principio, solo escuché lo que otros practicantes decían y leí los volantes para familiarizarme con su contenido. Luego comencé a tener algunas conversaciones elementales con las personas y a responder sus preguntas.

Después de pasar seis meses en Montreal, regresé a mi ciudad natal. Antes de salir de viaje, empaqué una bolsa de lona llena de volantes y materiales de aclaración de la verdad para llevarme de regreso y así poder continuar contribuyendo a que la gente conozca esta maravillosa práctica.

Un poco después de regresar a mi ciudad natal, comencé a trabajar a tiempo completo. Por las tardes usaba mi tiempo libre para practicar en el parque, repartir folletos y hablar con la gente sobre la práctica. Una noche, poco después de comenzar a repetir esta rutina, soñé que volaba adentrándome en el universo. Lo tomé como una señal de que mi nivel había subido. Continué yendo a practicar en el parque y repartir volantes para que más gente supiera qué es Falun Dafa y cómo se lo persigue injustamente en China. A veces, sentía una fuerte energía en la parte superior de mi cabeza mientras tenía una conversación positiva y productiva con alguien sobre Falun Dafa. Tuve más sueños en los que volaba al interior del universo, y cada vez parecía que subía más y más. Esto me alentaba pues parecía que mientras más practicaba y seguía las enseñanzas, más alto subía mi nivel.