(Minghui.org) En la mañana del 5 de diciembre de 2017, cinco practicantes y yo, estuvimos en la ciudad hablándole a la gente sobre Falun Dafa y les aconsejamos que renuncien al partido comunista chino (PCCh) y a sus organizaciones afiliadas.

Después de llegar a casa al mediodía tomé un almuerzo ligero. Mientras me preparaba para ir al grupo de estudio del Fa, mi corazón comenzó a latir con fuerza.

Experimentando yeli (karma) de enfermedad

Inmediatamente me di cuenta que era una interferencia de las viejas fuerzas y envié pensamientos rectos para erradicarla. También miré hacia adentro.

Las cosas iban muy bien cuando aclaraba los hechos a la gente. Como tal, inconscientemente desarrollé el apego de presumir y no estudié el Fa como solía hacerlo, permitiendo que las viejas fuerzas tomaran ventaja.

Mi esposa estaba preocupada por mí, ya que la situación no mejoró pasados algunos días. Recordó que experimenté síntomas similares a los de veinte años atrás, antes de ser practicante. Y quiso llevarme al hospital.

En el camino hacia el nosocomio, me pregunté: ¿se veía mi condición como una enfermedad? ¿No estaba aceptando los arreglos de las viejas fuerzas? No debo dejar que nadie me trate como una persona común. Envié fuertes pensamientos rectos pidiéndole al médico que no me diera ningún tratamiento.

El profesional escuchó mi corazón y ordenó un ecocardiograma, el que mostró que tenía 222 pulsaciones por minuto. Me aconsejó me quedara en el lugar. Le respondí: “No, no me quedaré”. Le conté que había practicado Falun Gong por más de veinte años y que nunca tuve necesidad de medicamentos o tratamiento hospitalario.

“No objetaré ninguna práctica que siga”, manifestó el médico, “pero usted tiene una enfermedad que necesita tratamiento. Sería muy peligroso si se va a su casa, no desaparecerá sola”.

Pasé los siguientes siete días en casa con mi corazón acelerado. No podía comer, beber o dormir mucho, y respiraba con dificultad. Comenzó a dolerme el estómago y desarrollé hernia. También tenía dificultad para orinar. Mi cuerpo comenzó a hincharse, y tenía las piernas frías como hielo.

Me di cuenta que mis pensamientos no eran rectos. Los verdaderos practicantes no tienen enfermedades. No importa lo que me pase, es algo bueno, el Maestro está limpiando mi cuerpo.

Continué mirando hacia adentro. ¿Estaba siguiendo las enseñanzas del Maestro? Si es así, ¿por qué fui al hospital en busca de tratamiento?

El Maestro nos dijo que nuestros síntomas de enfermedad son todos una ilusión y son las llamadas pruebas creadas por las viejas fuerzas para interferir en nuestra cultivación y destruirnos.

Cediendo antes los arreglos de las viejas fuerzas

En los últimos años fui testigo de la muerte de cinco o seis practicantes por yeli (karma) de enfermedad. Antes de morir, experimentaron los mismos síntomas que yo estaba teniendo.

Algunos practicantes fueron incapaces de soportar, sus nociones humanas prevalecieron, dejaron de cultivarse y fueron al hospital.

Una de ellos era muy diligente, pero fue al nosocomio tres veces en diez días, diciendo que tenía miedo de morir en su casa. Finamente murió.

Otro no fue al hospital. Un día durante el desayuno, le preguntó a su esposa, que también era practicante, si pensaba que él sería capaz de atravesar esa enfermedad. Ella se lo negó con la cabeza y le dijo que no lo veía así. Tan pronto como lo dijo, la cabeza del practicante cayó hacia un lado y falleció.

Otra practicante en sus cincuenta fue forzada por su familia a ir al hospital. Mientras la sacaban a la rastra de su vivienda se agarró del marco de la puerta gritando: “Si voy al hospital, nunca regresaré a casa”. Como resultado, murió dentro del día de haber sido admitida.

Las palabras y los pensamientos de los practicantes pueden determinar el resultado. Eso es el por qué nuestros pensamientos necesitan ser rectos en todo momento.

El Maestro usa los arreglos de las viejas fuerzas para ayudar a los practicantes a elevarse

Mi entendimiento es que el Maestro usa las pruebas de vida y muerte arregladas por las viejas fuerzas para elevarnos en nuestra cultivación.

No hace mucho tiempo estuve involucrado en un accidente. Un repartidor se topó conmigo con su motocicleta. Cuando caí sobre el suelo, de inmediato pensé que era un practicante de Dafa y que estaría bien ya que el Maestro me estaba protegiendo. Me levanté enseguida, pero el joven hombre se quedó sobre el suelo  negándose a ponerse de pie.

Estaba preocupado de que le pida compensación. Continuó sobre el piso hasta después que lo tranquilicé y le dije que no quería su dinero. Cuando un transeúnte comenzó a reprenderlo por 'hacerse el muerto', rápidamente subió a su motocicleta y partió.

Cuando llegué a casa, encontré que mis piernas estaban magulladas y me dolían. Pero con fuertes pensamientos rectos, me recuperé muy rápido.

El Maestro dijo:

“Cuando sus acciones son rectas, el Maestro puede hacer cualquier cosa por ustedes. Si sus pensamientos rectos son realmente fuertes, si son capaces de desprenderse de la vida y la muerte, y si son sólidos e inquebrantables como diamantes, entonces esos seres perversos no se atreverán a tocarlos, porque saben que a no ser que los maten, ningún tipo de persecución funcionará contra ustedes. En ese caso, la única cosa que el mal puede hacer es dejarlos en paz”. (Viaje por Norteamérica para exponer el Fa)

Los practicantes que fallecieron de yeli (karma) de enfermedad no tuvieron el cien por ciento de fe en el Maestro y en el Fa. En el momento crítico que determinó si vivirían o morirían, sus nociones humanas emergieron y no pudieron dejar de lado la idea de la vida o la muerte. Por ello, las viejas fuerzas se llevaron sus vidas, y no hubo nada que Shifu pudiera hacer para detenerlas.

Tuve mucha interferencia de parte de mi familia durante mis tribulaciones. Las viejas fuerzas usaron a mis familiares, hasta lloraron y se afligieron para que buscara tratamiento médico. Cuando eso no funcionó, mi hijo dijo: “Te daré dos días más. Si para entonces no mejoras, te llevaré al hospital a la fuerza”.

Dos días después, mi hijo y sus compañeros me colocaron en al auto para llevarme al hospital. Con mucha autoridad respondí: “De ahora en más, nadie tiene permitido mencionar la palabra `hospital´. El Maestro me está cuidando, en consecuencia ustedes no deben preocuparse. Me las arreglé para superar los últimos doce días sin cuidado médico. Estaré bien”.

Miré hacia adentro nuevamente y fortalecí mi determinación en el Maestro y en el Fa, y en que pasaría esta tribulación.

Al décimo tercer día de mi enfermedad, el ritmo cardíaco bajó a 150 pulsaciones por minuto. En el décimo sexto descendió a 110 por minuto al día siguiente a 90 y luego a 80. Nuevamente fui capaz de dormir y comer, pero mi cuerpo aun estaba hinchado. Sabía que esto era parte del plan de las viejas fuerzas de perseguirme. Las negué completamente a esas y a sus arreglos.

El Maestro dijo:

“Para un cultivador, mirar hacia adentro es una herramienta mágica”. (Enseñando el Fa en el Fahui Internacional de Washington DC 2009)

Continué mirando hacia adentro y encontré apegos al confort y a la lujuria, entre otras cosas.

Pensé que había dejado ir mi apego a la lujuria hacía algunos años, pero leyendo artículos de intercambio de experiencias de otros practicantes, me di cuenta cuán serio éste era.

En el décimo octavo día, me senté a enviar pensamientos rectos por la tarde. Media hora después, comencé a orinar mucho. Durante los siguientes cuatro días y noches, oriné con frecuencia. La hinchazón desapareció completamente después de tres semanas, y volví a la normalidad.

Amigos y parientes que fueron testigos de mi milagrosa recuperación pensaron que era increíble. Mi hija mayor me pidió prestado una copia del libro Zhuan Falun y comenzó a aprender los ejercicios. Mi hijo y mi nuera ahora también desean practicar Falun Gong, e hicieron declaraciones en el sitio web Minghui anulando todo lo que habían dicho o hecho contra Dafa y su Fundador, el Maestro Li Hongzhi.

¡Debo agradecer al Maestro por ayudarme a pasar esta tribulación! También transmito mi agradecimiento a los practicantes que me alentaron y fortalecieron mis pensamientos rectos en los momentos críticos!

De ahora en más, debo ser más diligente y hacer las tres cosas bien para retornar a casa con el Maestro.