(Minghui.org) ‘Laba' es el nombre de una festividad tradicional china, cuyo origen se remonta a hace cientos de años. Se celebra el día octavo del mes La (el décimo segundo mes del calendario lunar chino). Este año, 2018, se festejó el 24 de enero. Existe una curiosa leyenda sobre las gachas de ‘Laba’ (congee o sopa) que se consumen este día.

La historia cuenta que, hace siglos, en el octavo día del décimo segundo mes lunar, una princesa decidió practicar el budismo y convertirse en cultivadora. Nadie en palacio pudo hacerla cambiar de parecer. Como a la princesa le gustaban las gachas, en la mañana de su partida, su madre, la emperatriz, se las cocinó personalmente y añadió dátiles, mijo y judías. Después de tomar el que sería su último desayuno en el palacio, partió. Su madre pensó que regresaría a casa después de algunos días de sufrimiento. Pero los años pasaron y la princesa no volvió. Así que un día el emperador ordenó a la princesa que retornara, pero esta se negó. El monarca disgustado, exigió al abad que le diera los trabajos más duros del templo. Pero las agotadoras tareas no consiguieron incomodar a la princesa.

El emperador ordenó de nuevo al abad que endureciera aún más las labores que le imponía. Aquel año el reino entero estaba siendo azotado por una grave sequía. El abad le dijo a la princesa que si, desde aquel momento, no era capaz de arreglárselas para regar las plantas de todo el templo diariamente, no podía permanecer en el templo y debía regresar a casa. La princesa comenzó a levantarse muy temprano para traer agua de un río cercano, que fluía a los pies de una montaña. Dos días después, el río se quedó completamente seco. Entonces, el abad le ordenó que fuera por el agua a otro río que se encontraba mucho más alejado. Si no podía completar el trabajo, tendría que volver a casa.

Como la princesa estaba decidida a cultivarse hasta el final en el templo, construyó una cabaña de paja, e imploró al cielo que lloviera. Prometió que si no llovía antes de las doce del mediodía, se inmolaría en la cabaña. Aunque rezó durante toda la mañana, pidiendo que lloviera, no llovió. Cuando llegó el mediodía, le prendió fuego a la cabaña y se sentó adentro. Repentinamente, aparecieron nubes sobre su cabeza. Llovió hasta que las llamas se extinguieron completamente. La lluvia continuó, hasta regar todas y cada unas de las plantas del templo.

Los emperadores no cejaban en su empeño de hacer volver a la princesa a palacio. La emperatriz la amenazó conque si no regresaba, no volvería probar bocado y el emperador conque si no regresaba, no presidiría la corte. Después de recibir el correo imperial, la princesa se cortó una de sus manos y se la envió a su madre. También se arrancó uno de sus ojos y se lo envió a su padre. Cuando sus padres recibieron la mano y el ojo rompieron a llorar. Se emocionaron notablemente al comprobar la tenaz determinación de cultivarse de su hija. El emperador suplicó al cielo: “Por favor, devuélvanle su mano y su ojo”. Los cielos, conmovidos, restauraron la mano y el ojo de la princesa.

Hoy día, hay un grupo de mujeres que son tan maravillosas y extraordinarias como aquella princesa lo fue. Son las practicantes de Falun Dafa (también llamado Falun Gong), que a pesar de soportar sufrimientos, sin precedentes, a manos del partido comunista chino (PCCh) han permanecido firmes en su cultivación. A pesar de la brutal persecución, estas practicantes han demostrado gran tenacidad y una fe inquebrantable. Sus historias ilustran cómo los cultivadores trascienden la vida y la muerte, abandonan apegos y transitan valientemente sus caminos retornando a su verdadero origen.

Chen Hongping y Chen Shulan

Chen Hongping.

Chen Shulan.

El 9 de junio de 2001, arrestaron a las hermanas Chen Hongping y Chen Shulan, ambas practicantes de Falun Dafa de la provincia de Hebei en China, por hablarle a la gente sobre la persecución que padece esta práctica espiritual. Acto seguido, las condujeron a la comisaría de Donghuayuan, condado de Huailai. Esa misma tarde, los policías las interrogaron mientras las mantenían esposadas al “banco del tigre”. En torno a las 6:00 p. m. Hongping logró deshacerse de las esposas e intentó escapar. Nueve oficiales la persiguieron, la capturaron y la volvieron a esposar con las manos a la espalda. Luego, ataron las esposas con una soga, que amarraron al bastidor de una puerta. Una vez suspendida en el aire, la zarandearon repetidamente. Después empezaron a golpearla hasta romperle ambas piernas.

Hongping gritó: “¡Falun Dafa es bueno! ¡Falun Dafa es el Fa recto!”. Perdió la conciencia debido a las torturas, y se quedó suspendida del bastidor de la puerta.

A las 11:00 p. m. trasladaron a ambas hermanas al centro de detención de Huailai. Las manos de Hongping estaban amoratadas e hinchadas, y su cuerpo estaba cubierto de heridas. Le habían arrancado parte de su cabello, así que había partes de su cuero cabelludo que se podían observar a simple vista. Vomitaba sangre.

Método de tortura: Colgada por las esposas.

La mañana del 11 de junio, enviaron a Hongping al centro de trabajo forzado de la provincia de Hebei. Mientras tanto, Shulan se encontraba al borde de la muerte debido a las vejaciones de las que había sido objeto. El centro de detención solicitó a la comisaría de Changping que se hicieran cargo de Shulan, pero la policía se negó al comprobar su estado precario. El centro de detención la liberó para eludir su responsabilidad. Entonces, Shulan salió de las instalaciones tambaleándose.

Intimidaron y propinaron salvajes palizas a Hongping en el campo de trabajo forzado. Docenas de personas se turnaban para intentar lavarle el cerebro, y hacerla renunciar a su fe. Sufrió torturas durante el año y medio que permaneció recluida. Su peso bajó de los 55 kg (121 lbs) a los 25 kg (55 lbs). El 29 de enero de 2003, cuando se hallaba al borde de la muerte, los funcionarios del campo de trabajo forzado de Gaoyang la enviaron al hospital. No era más que piel y huesos. El hospital se negó a admitirla porque no quería que falleciera allí. Temiendo que los hicieran responsables de su muerte, el campo de trabajo la envió a su casa durante la noche. Ni siquiera se tomaron el tiempo necesario para vestirla antes de que abandonara el hospital.

Hongping padecía una fiebre alta y persistente, que la hacía toser. Sus ojos habían perdido el brillo y su corazón latía con debilidad. Era incapaz de comer. El 5 de marzo, murió en los brazos de su hermana a la edad de 32 años. Incluso con su último aliento, recordó a sus familiares que permanecieran firmes en su creencia.

Liu Xinying

Liu Xinying, una enfermera que practica Falun Dafa en Dalian, fue arrestada en cuatro ocasiones antes de que su marido, Qu Huí, que también practicaba Falun Dafa, falleciera debido a la persecución. Antes de morir, permaneció postrado en la cama durante 13 años, tras haber quedado tetrapléjico por las torturas sufridas en un campo de trabajo forzado. Desde entonces vivía en un estado de pánico. Xinying lo cuidó, noche y día, hasta que murió el 9 de febrero de 2014.

No había pasado ni un mes del fallecimiento, cuando arrestaron a Xinying en su propio hogar y la encerraron en el centro de detención de Dalian. La condenaron ilegalmente a cinco años y medio de cárcel. Su hija, una menor, se vio obligada a quedarse sola y sin sustento alguno.

Liu Xinying, su marido Qu Hui y su hija.

La salud de Liu Xinying se deterioró, y sufrió peligrosos niveles de hipertensión (220/120). Su padre se presentó en la cárcel, en varias ocasiones, para solicitar la libertad condicional por motivos médicos, pero siempre se la denegaron.

Mientras permanecía detenida, escribió una carta a su hija: “Presenciaste cuanto sufrió tu padre cuando se quedó incapacitado debido a las torturas. Cuando eras pequeña me hiciste muchas preguntas. Una de ellas fue: ‘Los padres de los demás niños pueden ponerse de pie, ¿por qué mi papá no puede levantarse de la cama?’. Aquella pregunta hizo que me decidiera a buscar justicia para tu padre. No quería ver cómo las oscuridades de esta sociedad ensombrecían tu mente inocente…”.

“En tu 17.˚ cumpleaños, deseé que tu vida se llenara de felicidad y de cariño. Deseé que estuvieras a salvo mientras me encontraba lejos. Deseé que cuando nos reencontráramos, brilláramos igual de inocentes que dos recién nacidos, como el ave fénix que resurge de sus cenizas”.

Debido a la persecución, un número incontable de familias han sido arruinadas. Muchas madres e innumerables huérfanos no pueden encontrar ningún consuelo. Pero Xinying afrontó estas tremendas tribulaciones con la prodigiosa tenacidad y el noble grado de conciencia de un cultivador de Falun Dafa.

Ji Shujun

Ji Shujun.

Ji Shujun, es practicante de Falun Dafa y excontadora de la oficina de monopolio del tabaco de la Ciudad de Chengde, Provincia de Hebei. En 2002, la detuvieron ilegalmente en un campo de trabajo forzado, durante dos años y medio, por hacer los ejercicios de Falun Dafa en la plaza de Tiananmen, en Beijing. La sometieron a todo tipo de crueles torturas.

Su familia quedó destrozada por la persecución. La despidieron de su empleo. A pesar de todo, siempre se ha mantenido firme en su práctica de cultivación y se ha preocupado de que las personas que han sido engañadas por el partido comunista sepan la verdad y se pongan a salvo. En la primavera de 2006, abandonó su ciudad natal y se mudó a un pequeño pueblo de montaña. Desde entonces, ha atravesado a pie toda la región (aproximadamente 5000 kilómetros cuadrados) contándoles a las personas la verdad sobre Falun Dafa.

Desde que empezó la persecución, la han arrestado en cinco ocasiones. La enviaron tres veces a campos de trabajo forzado, y otra vez a prisión. Pero ningún trato inhumano pudo quebrar su creencia en los principios de Verdad-Benevolencia-Tolerancia de Falun Dafa, u obligarla a abandonar su misión. Tan pronto como la liberaron continuaba aclarando la verdad sobre los hechos de la persecución y sobre Falun Dafa, a la gente de la calle o de las remotas áreas de montaña.

Bajo la tiranía del régimen comunista, los practicantes de Falun Dafa han continuado cultivándose. Han soportado tribulaciones tremendas y presiones sin precedentes. ¿Cuántos pueden comprender el reino de conciencia que poseen estos practicantes que han abandonado el apego a la vida y la muerte, por el bien de los demás? Sus leyendas serán legadas a la historia, como la de la princesa de las gachas de ‘Laba'.