(Minghui.org) Comencé a practicar Falun Dafa (también conocido como Falun Gong) con mis padres en el invierno de 1996 cuando tenía 14 años. La felicidad que nuestra familia experimentó en aquel entonces fue indescriptible. Todo en nuestras vidas mejoró al seguir la guía que provee Dafa. Pero nuestro mundo se derrumbó el 20 de julio de 1999, cuando el partido comunista chino (PCCh), dirigido por Jiang Zimen, inició la persecución a Falun Dafa.

Todos los practicantes de Falun Dafa en China hemos sido perseguidos por nuestra creencia desde entonces. Y los largos años de brutal persecución dejaron una sombra de miedo en mi corazón que no logré vencer hasta hace relativamente poco.

Al comienzo de la persecución, mi padre fue arrestado y enviado a un campo de trabajo forzado. Nunca lo volví a ver, ya que fue torturado hasta la muerte por negarse a renunciar a su fe en Falun Dafa. Mi madre fue arrestada y enviada a campos de trabajo más de una vez, me separaron de ella y me enviaron a centros de lavado de cerebro muchas veces. Nuestra casa fue saqueada y nos acosaban frecuentemente.

Estas experiencias infundieron mucho miedo en mi corazón. Me sentía sofocado por las escenas que plagaban mi mente. Mi corazón palpitaba cada vez que veía una patrulla de policía, y no me atrevía a llevar mi documento de identidad por temor a que me registraran en un puesto de control.

Sabía que no era correcto albergar estos sentimientos, ya que, como practicante de Falun Dafa, debería haberme sentido maravilloso y confiado al conocer mi verdadero propósito en la vida. Pero simplemente no podía relajarme o sentirme feliz. Aunque quería cultivarme y mejorarme, no podía concentrarme en mi cultivación y el estudio del Fa. Para llenar el vacío, traté de encontrar consuelo en Internet, lo cual no me ayudó.

Una noche tuve un sueño. Subía una larga escalera que atravesaba las nubes. No había nada bloqueando el camino, así que subí directamente al cielo. La cima estaba escondida en las nubes, lo cual me impedía ver a qué altura o donde me encontraba. Decidí parar y descansar. Cuando miré hacia atrás, solo pude ver unos pocos pasos detrás de mí, lo que me produjo una sensación de vértigo. Justo cuando estaba a punto de sentarme a descansar, una joven practicante pasó a mi lado caminando con ligereza. Pensé: “¡Es más joven que yo! Debería apresurarme también”. Verla subir las escaleras tan suavemente me brindó la inspiración que necesitaba para alcanzar la cima. Resultó que me encontraba muy cerca de la cima, pero como no podía verla, dejé que mis apegos me derrotaran.

El Maestro nos enseñó:
"Siempre dije, en el xiulian, de hecho, lo más penoso (Shifu ríe) es el tiempo interminable, en las tribulaciones demoniacas que te refinan, esos años son muy largos. No se puede ver el límite, no se puede ver ese día final (Shifu ríe), de hecho, esto es lo más penoso. Pero, hay una frase que dice: 'las cosas se desarrollarán en la otra dirección cuando se vuelvan extremas'; ¿no es así? Todos los asuntos, las materias son así, esta es la regla y norma. Cuando llega el tiempo específico, eso seguramente cambia, no importa si tú, como humano, quieres que se cambie o no" (Explicando el Fa en Washington D. C. 2018).

Sin embargo, con miedo en mi corazón e incapaz de ver el final, no podía mantenerme diligente. Necesitaba mejorar mi estado de cultivación, pero no sabía cómo. No importaba cómo estudiara el Fa, el significado detrás de las palabras no penetraba en mi mente.

El Maestro describió:
"Quizás no te diste cuenta que ayer cuando un estudiante habló de su experiencia, dijo en una parte de su discurso que sin importar qué tan duro se cultivara no sentía que estuviera avanzando. De repente, un día se iluminó al hecho de que necesitaba cambiar en ciertas áreas. Luego cuando practicó de nuevo, atravesó esta pared inmediatamente. Instantáneamente, lo que tenía enfrente era un reino diferente. Pienso que debes pensar más sobre el discurso de este estudiante" (Exponiendo el Fa en el Fahui del Este de los Estados Unidos).

Cuando leí las palabras del Maestro, me desperté y busqué honestamente en mi interior. Encontré muchos apegos, incluyendo exultación, celos y pereza. Pude eliminarlos hasta cierto punto, pero aún así no logré quitar la raíz de mi problema.

Luego tuve otro sueño: Vi un lago. Tres jóvenes damas estaban paradas en la orilla. Yo conocía a una de ellas. Ellas necesitaban atravesar el lago. La que yo conocía murió porque no pudo alcanzar la otra orilla. Me desperté en ese momento y me di cuenta de que Shifu me estaba diciendo que tenía que seguir avanzando en mi cultivación, sin importar cuán arduo fuera el viaje.

Recientemente, tuve que pasar por un control de seguridad. Los pensamientos negativos se acumularon en mi mente. Tenía libros y CD digitales de Dafa conmigo. Me aterrorizaba la idea de que me registraran. Me dije: "No debería perseguirse a nadie por practicar Falun Dafa".

De repente, recordé la enseñanza del Maestro: "Todos los Dafa dizi, no pertenecen a los Tres Reinos" (Explicando el Fa en Washington DC 2018).

Repetí las palabras del Maestro en mi mente y traté de mantener la calma, el miedo trataba de dominarme. Le rogué al Maestro: “Maestro, quiero eliminar este miedo. Por favor, quítame esta oscuridad”. En ese instante, sentí una oleada de calor que emanaba de mi corazón. Mi cuerpo se estremeció, y la angustiante oscuridad que había cargado conmigo durante todos esos años se desvaneció en un instante.

Esa oscuridad era la causa de que hubiera aflojado en la cultivación. Me hacía sentir desesperanzado y era la razón fundamental por la que no podía permanecer en un estado de tranquilidad sentado en meditación.

Aquellos sentimientos negativos comenzaron a acumularse tan pronto como empezó la persecución. Bloqueaban mi avance y me impidieron experimentar la bondad de cultivarme verdaderamente en Falun Dafa. Una vez que estos sentimientos oscuros fueron finalmente eliminados, mi voluntad de cultivarme diligentemente se fortaleció.