(Minghui.org) Comencé a practicar Falun Dafa en junio de 1996. Gracias al cuidado compasivo del Maestro pude superar las tribulaciones y mejorar mi cultivación.

Encontrando mi camino de regreso

En 2002, poco después de mudarme a Japón, me uní a los practicantes locales en sus esfuerzos de aclaración de la verdad. Una vez me perdí mientras distribuía folletos de Dafa en un barrio desconocido y no sabía cómo pedir direcciones en japonés.

Mientras trataba de averiguar qué hacer, escuché la voz del Maestro en mi mente: “Regresa”. Me di la vuelta, volví por el camino y pronto vi el auto de un practicante estacionado junto al borde del camino.

Recuperándome después de una caída

Mientras estaba en la casa de un practicante ayudando a doblar folletos de Dafa, me caí cuando me levanté deprisa. Sentía mucho dolor en la parte baja de la espalda y no podía pararme en posición erguida.

Varios practicantes me ayudaron para poder recostarme y descansar. Sabía que era la persecución de las viejas fuerzas y me negué a reconocerla. Me levanté de la cama y me senté para enviar pensamientos rectos. Los otros practicantes también hicieron lo mismo.

Ese día caminé durante más de una hora para llegar a casa, mientras que generalmente demoraba solo 15 minutos. Cuando llegué, cubrí mi espalda baja con un paño y comencé a preparar la cena para mi esposo. Esa noche no pude quedarme sentada para estudiar el Fa, así que tuve que arrodillarme.

Aunque me dolió toda la noche, al día siguiente salí a distribuir folletos de Dafa. Tres días después el dolor había desaparecido. Este incidente profundizó mi fe en que mientras creamos resueltamente en Shifu y en el Fa, no hay tribulación que no podamos superar.

Aclarando la verdad en el consulado chino

Tuve el deseo de enviar pensamientos rectos y hacerle saber a la gente sobre Dafa cerca del consulado chino. Con la ayuda del Maestro, gané la lotería por una unidad de vivienda de bajos ingresos que estaba a dos minutos a pie del consulado. 

Al principio me preocupaba que mi japonés no fuera lo suficientemente bueno como para conversar con la gente. Después de compartir con los compañeros practicantes, me di cuenta de la importancia de enviar pensamientos rectos muy cerca del consulado chino, ¡y decidí hacerlo!

Preparé materiales de Dafa en japonés. Después de leer los materiales, algunas personas me compraban café o té caliente y me decían que era para que me mantuviera caliente.

También entregué copias de los Nueve comentarios sobre el Partido Comunista y el periódico The Epoch Times en chino a los chinos que visitaban el consulado.

A veces me encontré con gente que creía en la propaganda del régimen chino. Un estudiante de intercambio de China me dio una patada cuando estaba enviando pensamientos rectos. Me quedé tranquila y no me molesté. Los guardias del consulado se acercaron y lo llevaron a la estación de policía local.

La policía dijo que podía presentar una demanda contra el estudiante de intercambio y que él sería detenido. Sabía que el joven también era una víctima de las mentiras del partido comunista y no quería que el arresto quedara en su registro permanente. Le pedí a otro practicante que le aclarara la verdad y finalmente se disculpó.

Superando una tribulación de enfermedad

Un día, al despertar, descubrí que todo mi cuerpo estaba rojo e hinchado. Mis piernas estaban tan hinchadas que no podía ponerme los pantalones. Tampoco podía abrir los ojos, pero había hecho planes para ayudar a distribuir folletos en una atracción turística.

Me negué a dejar que el mal se saliera con la suya y, en cambio, decidí ir al Consulado chino para enviar pensamientos rectos. Me puse una mascarilla y salí de casa. Me recuperé en 24 horas.