(Minghui.org) Como practicante de Falun Dafa, he llegado a descubrir la gran importancia de mirar hacia dentro, para encontrar los apegos y abandonarlos. No me ha resultado nada fácil comprender verdaderamente en qué consiste mirar hacia dentro, ni tampoco llevarlo a la práctica cuando me encontraba con dificultades.

Reclusiones en hospitales psiquiátricos

Después de que el partido comunista lanzara la persecución contra Falun Gong, el 20 de julio de 1999, fui recluido en un hospital psiquiátrico por más de 20 días. Durante todo ese tiempo, no sabía que debía mirar hacia dentro para comprender por qué me encontraba en esa situación.

Poco tiempo después de que me dieran el alta en este hospital, la oficina 610 local me volvió a encerrar en otro hospital psiquiátrico. Me forzaban a tomar píldoras que me debilitaban y me creaban ansiedad durante todo el día. En cuanto prometí que abandonaría mi creencia, me permitieron regresar a mi casa.

Pero todavía no podía caer en la cuenta que debía mirar hacia dentro para descubrir mis apegos, y de que esta era la única manera posible en que podía evitar que me siguieran persiguiendo. Las viejas fuerzas aprovecharon que mi comprensión del Fa sobre este asunto no era buena y siguieron creándome dificultades con sus arreglos.

De nuevo, la oficina 610 y el dueño de mi empresa, me enviaron a un hospital psiquiátrico. Me inyectaron sustancias desconocidas, que deterioraron mi capacidad respiratoria. Cuando siguieron suministrándome sustancias, aguanté con firmeza. Llegado a un punto, empecé a aclararles los hechos sobre la persecución a los médicos, enfermeras y a sus familiares. Sin embargo todavía tuvieron que pasar dos años hasta que me liberaron.

Pasaron muchos años antes de que lograra mirar hacia dentro de verdad y reconocer la causa fundamental por la cual me enviaban una y otra vez a hospitales psiquiátricos. Mi conciencia principal no quería hacerse cargo de nada. No pensaba las cosas antes de decirlas. Me dormía cuando leía el Fa, hacía los ejercicios y enviaba pensamientos rectos.

Las viejas fuerzas tomaron mis deficiencias como excusas para seguir persiguiéndome. Una vez que comprendí mi problema y empecé a fortalecer mi conciencia principal, no volví a pisar un hospital psiquiátrico.

Registran mi casa una y otra vez

La policía registró mi casa muchas veces en 2001, 2003 y 2007. En una ocasión me arrojaron al suelo, me robaron mis llaves, me golpearon y se llevaron todos los materiales informativos de Dafa que tenía en casa. Cuando acababan de realizar sus registros me trasladaban al centro de detención.

Me pregunté muchas veces por qué nunca inspeccionaban las casas de algunos practicantes y tantas veces la mía. En ese momento no me daba cuenta de que cuestionarme de esta forma, en realidad, era mirar hacia dentro.

Cuando miré hacia dentro, el Fa me mostró la raíz del problema: No tomaba lo que hacía con la debida seriedad y era desordenado. Mi casa no estaba limpia ni en orden. No lavaba mis ropas periódicamente. No mostraba el debido respeto cuando leía el Fa o meditaba. Las viejas fuerzas usaron mis pensamientos impuros, mi ropa sucia y mi estilo de vida desordenado para perseguirme.

El Maestro dijo:

“Viendo que los corazones humanos no son rectos, los demonios salieron de sus cuevas uno tras otro para traer problemas y caos al mundo humano. Encontrando que los corazones humanos no son rectos, los dioses y los fo se fueron de sus posiciones y abandonaron los templos uno tras otro. Muchos zorros, comadrejas, fantasmas y serpientes han sido traídos dentro de los templos por las personas que vienen a rezar por fortuna y ganancia. ¿Cómo es posible que tales templos no estén arruinados? Los seres humanos son los pecadores”. ('Para quién haces la cultivación' de Escrituras esenciales para mayor avance).

Fractura de clavícula

Tengo un recuerdo vívido de cuando mi clavícula sufrió una fractura múltiple como consecuencia de recibir una brutal paliza por negarme a abandonar mi creencia. Nunca olvidaré aquel dolor. Sentí que debía de tener un apego muy fuerte, pero no conseguía saber cuál era.

En una ocasión, un grupo de practicantes nos vimos forzados a practicar ejercicios militares. Pensé que no debía cooperar y paré. Entonces, uno de los oficiales me gritó y me asusté tanto que continué haciéndolos.

Después volví a negarme a continuar, así que vinieron por mi y me trasladaron. Entonces, instigaron a un grupo de reclusos para que me dieran puñetazos, patadas y me pisaran con fuerza. Uno de ellos que había practicado artes marciales me propinó tal golpe en la clavícula que perdí la respiración.

También sufrí torturas al principio, cuando insistí en practicar los ejercicios. Para impedírmelo, los guardias, enrollaban una manta en mi cabeza y no me permitían conciliar el sueño por las noches.

Estaba nervioso y tenía miedo de no poder resistirlo. Entonces dejé de hacer los ejercicios, planeando continuar mi práctica en cuanto me liberaran. Pero después de decidir esto, los guardias empezaron a torturarme incluso con más crueldad. Me colocaron unas esposas y ataron mis brazos a mi espalda. Después me colgaron de éstas de manera que solo pudiera tocar el suelo con la punta de los dedos de los pies. Los guardias también me colgaban en el aire tan solo sujetándome de los dedos. Era tan doloroso que ni siquiera podía pensar.

Entonces me di cuenta de que un fuerte apego al miedo era la razón principal de que fuera torturado tan brutalmente. Debería haber mantenido fuertes pensamientos rectos todo el tiempo y no haber temido nada.

Mirar hacia dentro siempre

Cuanto más estudiaba el Fa, mejor lo comprendía y, con mayor precisión, miraba hacia dentro para descubrir mis apegos. En cuanto abandoné algunos apegos, la persecución disminuyó.

En 2007, muchos practicantes de Falun Gong fuimos arrestados. Nos enviaron a un centro de detención local. Estuve mirando hacia dentro durante 28 días. Descubrí algunos apegos: fama, vida cómoda, seguir a otros en lugar de a los principios del Fa y otros.

Cuando cumplí el día número 28 en reclusión, se abrió la puerta de nuestra celda y permitieron que los practicantes dieran un paseo por el patio.

No me importó cuando me informaron de que mi caso había sido transferido a la fiscalía. Aunque la persecución se intensificaba, no sentía miedo. Había comprendido que detrás de cada situación existía un motivo. Dos días después, me enviaron de regreso a casa.

En una ocasión, cuando me encontraba con otro practicante en mi casa, la policía irrumpió súbitamente y nos trasladó a la fuerza. Ninguno de los dos sentimos miedo alguno. En lugar de eso, aprovechamos cada ocasión para aclarar la verdad sobre la persecución. Nos liberaron por la noche.

Experimenté realmente que:“... el Shifu posee el poder de llevarlos al Cielo” ('Bondades entre el Shifu y los dizi' de Escrituras esenciales para mayor avance (II)).

Mirando hacia dentro mientras ayudo a otros compañeros practicantes

Puedo recordar cuando ayudé a mi madre, que también es practicante, para que descubriera por qué no se lleva bien con mi esposa. Mi madre siempre se quejaba: “Aunque hace más de diez años que se casaron todavía no me llama 'madre'. No me respeta. Tu cuñada es justamente lo opuesto. Siempre me trata con mucho cariño”.

Intenté compartir mis impresiones con mi madre. Exigir que lo respeten a uno es un apego que debía eliminar. Tampoco debemos murmurar cosas sobre los demás cuando no están presentes. Sentí que lo que le decía le serviría de gran ayuda. Sin embargo, no caí en mirar hacia dentro cuando surgió este problema. La relación entre mi madre y mi esposa empeoró.

Un día, durante la celebración del Año Nuevo Chino, mi madre le preguntó a mi esposa si le gustaba el pescado que había cocinado. Mi esposa, aunque la escuchó, la ignoró completamente. Mi madre se llenó de tanta tristeza que no pudo contenerse y empezó a sollozar en alto.

Seguí ayudándola, a mi manera, y señalándole sus problemas. Pero un día entendí que yo también debía mirar hacia dentro ya que había presenciado los conflictos entre mi madre y mi esposa.

Creo que si lo hubiera hecho antes, su relación no se hubiera vuelto tan precaria. El Maestro dijo:

“Pacificando el exterior por medio de cultivar el interior”. (Escrituras esenciales para mayor avance),

A menudo veo a practicantes ayudando a otros practicantes limitándose a señalarles sus problemas, pero sin mirarse dentro ellos mismos. Este tipo de ayuda solo puede hacer que los conflictos crezcan.

A través de mi experiencia personal, he ido comprendiendo que mirar hacia dentro incondicionalmente es un requisito del Fa. Es justamente lo que debe hacer un practicante genuino.

Por favor, señalen cualquier cosa inapropiada.