(Minghui.org) Cuando alguno de nosotros hace o dice algo, no llegamos a reconocer nuestros procesos mentales ni nuestras motivaciones.

Si como practicantes no somos capaces de usar el Fa, con firmeza, para evaluar nuestros pensamientos, nunca llegaremos a comprender por qué decimos algo o porqué nos apegamos a ciertas actitudes. Pero, si somos capaces de mirar hacia adentro profundamente con una mente serena, podremos sacar a la luz nuestros apegos más profundamente enraizados.

Como siempre estamos avanzando en nuestros caminos de cultivación, y nuestros entendimientos sobre el Fa también mejoran continuamente, no podemos sentirnos satisfechos si seguimos mirando hacia adentro superficialmente. No debemos hacerlo como si se tratara de una mera formalidad.

Muchos practicantes cuando se sienten angustiados en medio de las tribulaciones, dicen: “Miro hacia adentro pero no encuentro nada”.

En mi opinión, esos practicantes no han hecho el esfuerzo necesario. Por lo tanto, no pueden resolver sus problemas. Ya que una tribulación es una prueba, si uno no la supera, tendrá que volver a enfrentarse con ella en la siguiente vuelta. A menudo, algunas pruebas se repiten una y otra vez. Si no descubrimos nuestros apegos, nos convertiremos en alguien que siempre se siente fatigado y frustrado.

Por ejemplo, hace un momento, realmente quería comprarme una casa, pero como no cuento con el dinero necesario, me sentí muy afligido. Miré hacia adentro y me pregunté el motivo por el cual quería comprar la casa. Descubrí que como presentía que el mercado inmobiliario subiría pronto, si no compraba esa casa ahora, equivalía a estar dejando de ganar dinero cuando el mercado subiera. Así que quería comprarla en base al beneficio material.

Encontré este apego, pero no conseguía desprenderme del pensamiento de comprar una casa. Miré hacia adentro y encontré que pensaba que como casi todos mis familiares se habían comprado casas en la ciudad, lo correcto sería que yo también me comprara una. Así, que quería comprar una casa porque estaba apegado a mi reputación.

Un rato después, el deseo volvió a emerger. Me pregunté por qué motivo aún deseaba comprarla después de haberme desecho de los dos factores que ya les he mencionado. ¿Había algo más? Sí. Mis padres siempre han querido que me comprara una casa en el núcleo urbano; así que quería complacer a mis padres.

Pensando racionalmente, sabía que comprar ahora una casa no era una buena idea porque no contaba con los fondos necesarios. Sin embargo, mis apegos, incluyendo los beneficios materiales, la fama y el sentimentalismo hacia mis padres, conseguían generar dentro de mí el deseo de comprar una.

En ese momento, profundicé aún más, y vi que me estaba dejando manipular por los demás. Continué mirando hacia adentro. Me pregunté el motivo por el cual podía ser influenciado por otros con tanta facilidad. En la superficie, podía parecer que me preocupaba por los sentimientos de los demás. Pero pensándolo con más detenimiento, encontré que lo que me importaba realmente eran mis propios sentimientos y como me verían los demás. Quería que todos supieran que era alguien inteligente y competente. Todo lo que hacía y decía era para exhibirme ante los demás. En esencia, estaba demasiado apegado a mi mismo.

Caí en la cuenta de que desde pequeño, e incluso durante mi cultivación, cuando trabajaba duro, con frecuencia, lo hacía para obtener reconocimiento y para que me halagaran, no para ayudar a los demás. Me gustaba exhibirme. Mi verdadero yo mismo se había extraviado. Era ese impostor el que estaba interactuando con el mundo.

Si podemos mirar profundamente hacia dentro en cada conflicto y en cada prueba que encontremos, seguro que descubriremos apegos que se encuentran a gran profundidad. Es como cavar en busca de agua. Probamos a cavar, durante una hora, en varios sitios sin resultados. Entonces cambiamos la estrategia, dejamos de movernos en círculos y cavamos en un solo sitio. Así posiblemente encontremos agua, porque cavaremos un poco más profundo. A veces, solo necesitamos poner un poco más de esfuerzo.

Solo cuando un practicante puede mirar hacia adentro incondicionalmente, capa tras capa, puede reconocer sus motivaciones reales. Solo entonces puede eliminar más apegos, purificarse un paso más, asimilarse a Dafa y hacer las tres cosas bien y sin interrupciones.