(Minghui.org) Mi esposa y yo comenzamos a cultivarnos en Falun Dafa en marzo de 2015. Hemos vivido muchos milagros por más que no nos hayamos cultivado por tanto tiempo.

Los dos tenemos 60 años. Ella ha sufrido de artritis reumatoide severa e inflamación de garganta muchos años. Tuvo las articulaciones de los dedos y tobillos terriblemente inflamadas y no podía levantar sus brazos porque sufría de “Hombro congelado”. Yo he tenido varias heridas en mis piernas, rodillas, tobillos y brazos. Los dolores de cabeza crónicos me torturaban y no podía leer nada por más de cinco minutos.

Escuchamos sobre los beneficios de Falun Dafa de varios practicantes, y comenzamos a practicar Falun Dafa siguiendo sus recomendaciones. Desde entonces hemos estado bendecidos. Las articulaciones de mi mujer volvieron a lo normal y el resto de sus problemas desaparecieron. Mis dolores de cabeza cesaron y pude leer durante horas sin problemas. Ahora podemos hacer viajes y caminatas largas sin inconvenientes. ¡La mejora de nuestra salud ha validado el poder curativo de Falun Dafa! Tenemos fuerte fe en Shifu y en Dafa.

Tuve un sueño inolvidable el 28 de octubre de 2016 en donde abordé el barco del Fa y fui al cielo. Quisiera compartir mi sueño con los compañeros practicantes.

En mi sueño, mi mujer y yo parecíamos haber bajado de un tren, pero sorpresivamente nos hallamos junto con incontables compañeros practicantes en un enorme barco. Era un barco color cobre de un diseño clásico, ¡se veía maravilloso y hermoso! La proa y la popa se alzaban a lo alto. Sus estandartes se ondulaban en la brisa.

El centro del barco tenía varios pisos con cabinas, y muchas personas de vestidos coloridos estaban paradas dentro y fuera de ellas. Cada sonrisa parecía familiar y benevolente. Cada rostro irradiaba felicidad y esperanza. La gente aclamaba pero no gritaba. Era un ambiente cálido y pacífico. El barco estaba por partir bajo un cielo bellísimo.

Mi mujer y yo estábamos en la parte mas baja del barco mirando a la costa, con nuestras manos en la elegante baranda. Mirando arriba a todas las cabinas, vimos a miles y miles de compañeros practicantes. Mirando abajo, vimos olas y cantos rodados a través de las aguas claras.

A solo un brazo de distancia de nosotros en la costa, había un bullicio de multitudes en medio de un humo espeso. Ninguno tenía un momento para mirarnos. Nos sorprendimos de ver que toda la gente, hombres y mujeres, jóvenes y ancianos, tenían caras apagadas y ojos sin brillo. Sus movimientos eran duros. Se comportaban como querían sin hablarse unos a otros. Los miramos con un deseo entusiasta, pero nos ignoraron por completo.

Aunque estábamos tan cerca de ellos, parecían dos mundos completamente diferentes. De repente me sentí triste. Lagrimas comenzaron a salir de mis ojos. Era un sentimiento que jamás olvidaré, un sentimiento de culpa.

Un hombre de camiseta azul y pantalones blancos me gritó desde arriba: “Aquellos a bordo por favor cuídense mutuamente, y no dejen que ningún practicante se quede atrás. ¡Estamos a punto de zarpar!” Si, todos sabíamos claramente que no podíamos perder esta oportunidad, ya que habíamos estado esperándola por miles de años.

En un abrir y cerrar de ojos, estábamos en un mundo divino. Nuestros cuerpos eran livianos. Un portal celestial se hallaba entre las nubes celestiales. Cada montaña lucía como un Fo. Cada Fo era tan alto como una montaña. A lo largo de las calles habían edificios dorados magnificentes con columnas decoradas con jade. Habían pagodas, corredores flotantes y pabellones entre nubes rosadas. La brisa era suave. Los quemadores de incienso, las calles, los azulejos, las paredes, todo era de un color dorado brillante. No hay palabras humanas para describir la belleza sagrada.

Avanzamos con devoción, brindando nuestro respeto a cada templo que pasábamos. Algunos templos tenían diseños singulares. Uno tenía una pared en forma de espiral. Luego de seguir la circunferencia de la pared, vimos estatuas de Fo talladas en la pared o en nichos. Cada templo tenía un monje guardián del Fa.

Ingresé a un templo en donde se estaba llevando a cabo una ceremonia. Una plataforma sagrada más alta que una persona estaba en el centro. Tres estatuas de Fo sobre asientos de loto estaban sobre la plataforma. Aunque no podía acercarme, ¡sabía que la estatua del centro era la de Shifu! Mi deseo finalmente se hizo realidad. Me paré y puse mis palmas juntas en heshi frente a la estatua de Shifu, ignorando las multitudes a mi alrededor.

Escuché un fuerte quejido. Un hombre alto y fuerte de cara grande y cuadrada y enormes ojos tenía lágrimas que corrían por su cara mientras adoraba a las estatuas de Fo. Su vestimenta y cabello lucían como los de los soldados de terracota. Luego de cada kowtow, golpeaba su cabeza contra las paredes a sus dos lados. Hacía kowtow, sollozaba, y se paraba repetidamente. Podía entenderlo. Había deseado formar un lazo con los Fo y había sufrido tremendas dificultades vida tras vida, año tras año, y finalmente ingresado a esta tierra sagrada para encontrar su hogar eterno.

Sus quejidos penetrantes me conmovieron el corazón y pensé: “¡Por qué es que yo no me desperté a Fo Fa antes! El tiempo es limitado. ¡Apúrate y deja todos los apegos, recuerda lo que prometimos, haz progresos diligentes, y alcanza el fruto recto!”

Me calmé y seguí caminando por la colina. Vi una enorme plataforma ceremonial en el punto más álgido. A dos costados de la plataforma habían templos muy altos. Enfrentadas a la plataforma estaban las Cavernas de Mil Fo. Por encima de la plataforma ceremonial de tres pisos habían tres Fo dorados; Shifu estaba sentado sobre una flor de loto en el centro y a cada lado una Pusa. ¡Era la presencia majestuosa del cuerpo verdadero de Shifu! Alrededor de el flotaban nubes mágicas. La música se elevó. La gracia del Fo iluminaba todo.

Incontables practicantes llegaban continuamente para rendir respeto a Shifu. Mi esposa llegó antes que yo. Estaba sentada tranquila con sus ojos cerrados y sus manos presionadas frente al pecho en heshi. Me arrodillé a su lado, colmado de gratitud hacia Shifu, pero sin poder pronunciar una palabra. ¡Estábamos maravillados de poder ver finalmente a Shifu! ¡Estábamos con Shifu en persona!

Sonó la alarma. Eran las 3:50am, hora de enviar pensamientos rectos para todos los practicantes de Falun Dafa alrededor del mundo. Mi esposa ya estaba preparada. Me levanté apurado y arreglé mi ropa. Mi mente permanecía en lo que había visto en mi sueño, la salida del barco del Fa, la calle dorada, los azulejos dorados… la tierra dorada de los Fo. ¿No es acaso un cielo dorado?

El poema de Shifu se me vino a la mente,

“Lo mundano y lo sagrado están divididos por un riachuelo

Entrar, retirarse – dos niveles del Cielo

Se desea entrar en el templo en medio del bosque

Y de un paso se sube a las nubes”

(Un pensamiento de Hong Yin III)