(Minghui.org) Fue el peor dolor que experimenté en toda mi vida, no podía obtener ayuda médica en el centro de detención. Sin embargo, confiando en el Maestro, el dolor desapareció completamente en unas pocas horas.

Condiciones de vida deplorables en el centro de detención llevaron a una crisis de salud

Estuve en el centro de detención porque me negué a renunciar a Falun Gong. El lugar era oscuro, frío y húmedo. Me permitían solo dos comidas por día, aunque hacíamos trabajos que implicaban levantar pesadas piezas de metal.

Las pobres condiciones de vida, y el no permitírseme practicar Falun Dafa, causaron que mi salud se deteriorara rápidamente. Mi cabello se tornó gris y perdí dientes. La piel seca comenzó a desprenderse y tuve frecuentes dolores de espalda y piernas.

Un día, repentinamente tuve un agudo dolor en el lado derecho del abdomen. El jefe de celda, que era doctor de medicina tradicional china, me chequeó y concluyó que tenía cálculos renales. El profesional del centro de detención estuvo de acuerdo y me recetó algunas medicinas.

Mirándolas, dudé. No las había ingerido durante 19 años, ya que me había mantenido saludable practicando Falun Dafa. Sin embargo en el lugar, no me permitían practicar, entonces lo dejé.

La medicina me hizo sentir un frío extremo. Media hora más tarde, vomité la comida que había ingerido en el almuerzo y el medicamento.

Tuve tanto dolor el resto del día que no cené. A la hora de dormir el jefe de celda estaba preocupado que no sobreviviera a la noche y llamó al médico; quien respondió que el hospital del centro no hacía operaciones nocturnas, que me trataría al día siguiente si aún estaba vivo.

Mis compañeros de celda estaban indignados. El jefe trató de ayudarme con técnicas de medicina tradicional china, pero esto causó más dolor. Probé usar una botella llena con agua caliente como compresa contra el abdomen, pero el sufrimiento no disminuyó.

Estando al borde de la muerte, dudé en pedirle ayuda al Maestro. Había escuchado que muchos practicantes lo habían hecho cuando atravesaban dificultades. Supe que el dolor era mi yeli y no quería que el Maestro lo sufriera por mí, pero no quería morir en el centro de detención. Finalmente, lo llamé en mi corazón: “Lo siento, Maestro. ¡Por favor ayúdeme a atravesar esto!”.

En cinco minutos, me dormí. Cuando desperté a las 2 a.m., tenía un pequeño dolor. Supe que el Maestro había cargado el yeli por mí.

A la mañana siguiente, les conté a los demás sobre la milagrosa experiencia de pedir ayuda al Maestro. Todos estaban sorprendidos. El jefe de celda me chequeó una y otra vez. Los cálculos en los riñones habían desaparecido. A partir de entonces, el hombre comenzó a practicar Falun Dafa.