[Minghui Net] Cumplo 71 este año. Fui arrestada y enviada a un centro de detención en 2011, mientras estaba enviando pensamientos rectos junto con otros practicantes cerca de un campo de trabajo forzado. Fui detenida por un mes, pero con pensamientos y acciones rectas, me liberaron.

Estaba siendo obligada a usar un “chaleco” en el centro de detención. Me negué a cooperar. Le dije: “¿Por qué debo usarlo? Sólo aquellos que han cometido crímenes tienen que llevarlo. No he cometido ningún delito. Practico los ejercicios de Falun Gong y es mi derecho constitucional el poder tener una creencia. ¡No lo voy a usar!”. El guardia de la prisión, dijo: “¿No es tan sólo un chaleco?”. La jefa de la celda ordenó a las jóvenes reclusas que me forzaran a usarlo. Ese día era el cumpleaños de Shifu. Yo pensé: “Hoy es el cumpleaños de Shifu. Voy a celebrar el cumpleaños de Shifu negándome a usar el chaleco. ¡Sin importar lo qué me digan, no voy a usarlo!”.

El guardia se enojó: “No pienses que porque eres vieja, no te podemos hacer nada. Tenemos maneras de castigarte. Tomaremos medidas si te sigues negando a cumplir. ¡Vamos a ver si todavía puedes mantenerte firme!”. Mientras enviaba pensamientos rectos, me quité el chaleco que me habían puesto a la fuerza. Las reclusas, dijeron: "¡Tienes muchas agallas! ¿No tienes miedo de ser castigada?”. Me mantuve en silencio mientras ellas seguían hablando.

El oficial de control de seguridad estaba viniendo para hacer controles y era muy obvio que yo era la única que no tenía un chaleco. Las reclusas estaban preocupadas por mí. Envié pensamientos rectos y pensé: “¡Shifu tiene la última palabra!”. Finalmente, no pudieron abrir la puerta de la celda de la prisión.

Practicando los ejercicios - Los pensamientos rectos niegan la persecución

Cada noche, un par de drogadictos daban vueltas por el centro de detención. Yo pensé: "No me puedo quedar sin hacer nada. Tengo que hacer los ejercicios. Voy a ignorarlos”, y me puse a hacer los ejercicios de pie. Cuando estaba haciendo el tercer ejercicio, oí que la guardia del turno de noche se estaba acercando. Me puse un poco nerviosa. En ese momento, los presos gritaron: “¿Todavía estás practicando?”. Yo pensé: "Un practicante tiene que hacer los ejercicios. ¡Sí, tengo que hacer los ejercicios!”. Se escucharon pisadas acercándose hasta la celda, y luego desaparecieron.

Una vez, una guardia se acercó y me dijo: “¡Es mejor que pares. El oficial de seguridad vendrá dentro de poco!”. Pensé: “¿Qué tienen que ver los controles de seguridad conmigo?”. La guardia siguió diciendo: “Puedes continuar después de que el oficial de seguridad se vaya”, y se alejó.

En otra ocasión, me dispuse a hacer los ejercicios. Pensé que como no había terminado de hacer los ejercicios antes, los tenía que terminar ese día. Miré el reloj y empecé a practicar.

Yo era la única practicante entre las diez personas que estaban allí. Las reclusas me miraban sin pestañear. Nunca antes habían visto los ejercicios de principio a fin. La cámara de vigilancia podía ver que yo estaba practicando. La sala de guardia no estaba muy lejos y podía escuchar el ruido de la puerta. Alguien salió y volvió a entrar. Esto sucedió un par de veces. Me mentalicé: “Estas son todas falsas apariencias. No las voy a reconocer. Ustedes no tienen la última palabra. Sólo mi Shifu la tiene. Puedes hacer lo que quieras. La rectitud frenará todo la maldad”. Completé los ejercicios de pie en una hora y nadie me interrumpió.

Esa mañana todo el mundo siguió como si nada y nadie mencionó lo que había pasado. Las internas me pidieron que les enseñara los versos de los ejercicios después del desayuno y querían que los escribiera en la pared. Les dije que los versos son muy sagrados y no pueden ser simplemente escritos en cualquier parte. En su lugar les enseñé a memorizarlos. Algunas imitaron mis movimientos y comenzaron a practicar, pero sus movimientos no eran exactos. Por lo tanto, las ayudé a corregirlos. Ni bien terminé de mostrarles los movimientos alguien me gritó: “¡Puedes irte a casa ahora!”.

Probando constantemente los pensamientos rectos de un cultivador

Pasé por otra prueba antes de salir del centro de detención. El director y el subdirector vinieron a tomar nota. Mi marido había venido para llevarme a casa y estaba esperando ansiosamente. El director me preguntó: “¿Todavía planeas practicar? ¡Si es así, se te enviará inmediatamente a Masanjia!”. Mi marido me instaba a responder que no practicaría más. Yo le respondí con firmeza: “¡Todavía practico!”. El subdirector que estaba sentado al lado sonrió y dijo: “Entonces adelante”. Me fui a casa con mi marido.

Antes, no sentía que enviar pensamientos rectos fuera tan importante y no entendía realmente el poder de nuestros pensamientos rectos. Aunque he pasado esta prueba, la lección es profunda. Los pensamientos rectos pueden restringir toda la maldad y son muy efectivos. Es muy importante. Espero que todos los practicantes recuerden que enviar pensamientos rectos es importante y que deben abordar todo con pensamientos rectos.