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Cuando Falun Gong se presentó por primera vez en mi lugar de trabajo en 1995, muchas personas comenzaron a practicar. Se juntaban antes y después del trabajo todos los días para estudiar el Fa y hacer los cinco ejercicios, y seguían los principios de Verdad-Benevolencia-Tolerancia estrictamente en sus vidas diarias. Los colegas de trabajo los tenían en muy alta estima por su honestidad, amabilidad y sinceridad.

El nuevo director de la fábrica fomentó la práctica para que los empleados la aprendieran, y hasta arregló un espacio específico para que hicieran los ejercicios. Cuando el subdirector comenzó a aprender los ejercicios, le pidió al director de seguridad que haga que el departamento de bomberos de la zona limpien el sitio de práctica con mangueras presurizadas para que esté lo más limpio posible.

Como las ganancias de la fábrica mejoraron se le entregaron muchos premios y condecoraciones. La más notable fue la condecoración del gobierno provincial al director por ser un trabajador modelo y joven emprendedor. La fábrica también incrementó el salario de todos los empleados, y así se hizo conocida como la “fábrica modelo”.

Los empleados consideraban su lugar de trabajo como su propio hogar, y estaban muy orgullosos de este. Los funcionarios locales de todos los rangos a menudo visitaban e inspeccionaban la fábrica, halagando la influencia positiva de Falun Gong.

La repetición de la Revolución Cultural

No obstante, el 20 de julio de 1999, Jiang Zemin prohibió de forma ilegal la práctica de Falun Gong en China. Se forzó a los líderes de la fábrica a seguir la línea del partido y hasta reeducar a los practicantes que fueron a Beijing para apelar por Falun Gong.

Se le ordenó a los practicantes en la fábrica criticarse unos a otros, participar de “sesiones de lavado de cerebro” y ver repetidamente la falsa auto inmolación montada para la televisión estatal.

Los líderes de la fábrica también forzaron a cada practicante a firmar la petición denunciando a Falun Gong. Cualquiera que se rehusara a dejar la práctica era echado del trabajo, se le retenía su cheque de pago, y se le derogaba su membresía en el partido comunista chino (PCCh).

La fábrica tenía un sistema de vigilancia instalado en las casas de cada practicante que los enviaba a centros de detenciones y a campos de trabajo forzados. ¡Daba la sensación de estar en la Revolución Cultural una vez más!

Tratados como extraños

Aquellos trabajadores que anteriormente se habían hecho amigos de los practicantes comenzaron a tratarlos como extraños. Mantenían una tensa distancia y se negaban a alzarse en defensa de la injusticia perpetrada por los líderes de la fábrica.

Algunos líderes de la gerencia media comenzaron a repetir como loros la postura del PCCh, sugiriendo que a los practicantes se les tenga permitido apostar, visitar a prostitutas, y robar; pero no practicar Falun Gong. Algunos líderes eran de la opinión de que los practicantes deberían ser asesinados, de la misma forma en que lo hicieron las sociedades secretas en el pasado.

Para poder ayudar a que estas personas entiendieran los hechos, los practicantes locales pasaron por grandes sufrimientos para aclararles la verdad. Una practicante le envió una carta desde lo profundo de su corazón al director de la fábrica, y como respuesta fue reportada a la oficina 610. Luego fue sentenciada a dos años en un campo de trabajos forzados, en donde fue torturada diariamente.

Otra practicanter fue duramente criticada por pedirle al oficial de seguridad principal que deje de perseguir a personas que siguen los principios de Verdad-Benevolencia-Tolerancia.

Retribución

Nuestra fábrica fue forzada a cerrar en 2004, y toda la maquinaria de metal fue fundida. Todo el personal fue despedido, incluyendo al director, y el subdirector fue encarcelado. El director de seguridad, un hombre de unos cincuenta años, murió luego de una grave enfermedad. Los empleados echados se tuvieron que enfrentar a un mercado laboral plagado de personas buscando empleos.

 “¡Yo no consiento la persecución de gente de buen corazón!”

Por supuesto, no todos en la fábrica apoyaban la persecución a Falun Gong. Sé de un líder que relacionó la persecución a Falun Gong con la Revolución Cultural. Un día tuvo que participar de una reunión obligatoria y se dio cuenta que se esperaba que todos en la sala difamasen a Falun Gong.

Le dijo a un cabecilla de la oficina 610 sentado a su lado: “¡Voy a irme de esta reunión porque no consiento la persecución de personas de buen corazón!”, cuando la fábrica tuvo que cerrar sus puestas, el consiguió trabajo como profesor universitario y ganó un buen sueldo.

Otros dos líderes de la fábrica vieron claramente a través de las mentiras del partido y secretamente protegieron a los practicantes de Falun Gong. Luego de renunciar al PCCh, fueron empleados como ejecutivos de alto rango en una empresa de inversiones, en un par de semanas la fábrica estaba cerrando. Todos los practicantes de la fábrica fueron muy solicitados, ya que es difícil encontrar gente honesta en China.

El destino de aquellos que persiguieron a Falun Gong y el de aquellos que se alzaron en defensa contrastan marcadamente. Lo mismo ocurre con Bo Xilai, Wang Lijun, Zhou Yongkang, Jiang Zemin, Luo Gan, y sus secuaces. Todos han sido demandados, despedidos, encarcelados, o han muerto de enfermedades difíciles de curar. En igual situación se encuentran los líderes de la oficina 610.  

Todos están eligiendo entre el bien y el mal, sea que se den cuenta o no. La elección de palabra y acciones de uno pueden cambiar el destino de una persona por toda la eternidad.