(Minghui.org) Continúa de la Parte 1

6. La vieja esposa de Yan Zi

Yan Ying, también conocido como Yan Zi, fue un pensador y diplomático de gran renombre durante el período de las Primaveras y Otoños. Él era muy valorado por el duque Jing del estado de Qi.

Un día, el duque Jing fue a visitar a Yan Ying a su casa. Mientras bebían, el duque Jing vio a una mujer y le preguntó: "¿Es la señora que vi hace un momento tu mujer?". Cuando Yan Zi dijo que lo era, el duque Jing le comentó en tono de burla: “Ella es vieja y fea. Yo tengo una hija, joven y bonita. ¿Qué tal si te casas con mi hija?”.

Al oír esto, Yan Zi se levantó, se paró delante del duque Jing, se inclinó ante él, y le dijo: “Mi señor, aunque mi esposa sea vieja y fea, he vivido con ella durante mucho tiempo, y la conocí cuando ella era joven y bonita. Cuando una mujer se convierte en la esposa de un hombre, ella le ofrece su juventud y belleza de por vida, hasta que se vuelve vieja y fea. Cuando mi esposa era joven, se entregó a mí y yo la acepté y me casé con ella. Ella vivió conmigo todos estos años”.

“Ahora, a pesar de que mi Señor me ha ofrecido un gran honor, ¿cómo puedo traicionar el compromiso que me hizo ella en su juventud?”. Yan Ying se inclinó nuevamente ante el duque y rechazó su oferta con agradecimiento. Al ver que Yan Ying valoraba tanto su obligación y sentimientos hacia su esposa, el duque Jing se retractó.

En otra ocasión, Tian Wuyu (una celebridad influyente en ese entonces) trató de convencer a Yan Ying de que despreciara a su vieja esposa. Yan Ying le dijo: “He oído que es inadecuado rechazar a la esposa de uno aunque sea vieja, y es indecente tomar concubinas jóvenes y hermosas. Si uno se olvida del honor cuando ve mujeres hermosas y disfruta de la riqueza, entonces esa persona está violando los principios morales. ¿Cómo puedo ir en contra de los principios de nuestros antepasados?”.

Se decía de Yan Ying: Como oficial de la corte, Yan Ying era leal al soberano y se preocupaba por la gente. Como hombre, era admirado por su alto nivel moral. Simple y honesto, seguía los principios de la benevolencia, la justicia, las buenas costumbres, y la honestidad. Confucio habló favorablemente acerca de su conducta, ya que era cortés e ingenioso. (Comentario del autor)

 

7. Confucio advirtió contra la lujuria

Confucio dijo: “Durante la juventud, cuando el cuerpo y el vigor aún no son estables, hay que luchar contra la lujuria”.

Huang Xiaozhi se refirió a esa frase: “Según el sabio, uno siempre debe evitar la lujuria. En el Libro de los Ritos se dice que un hombre común no debe tomar a una concubina a menos que él todavía no haya tenido hijos a los cincuenta años. Es evidente que las personas trataban de contenerse de los deseos lujuriosos. Confucio no dijo mucho acerca de esto, pero hizo hincapié en que, ‘En la juventud, cuando la fuerza física aún no se aquieta, hay que luchar contra la lujuria’. Claramente, este es un asunto muy importante y la gente debe abstenerse de los deseos lujuriosos”.

“Esto se debe a que cuando las personas son jóvenes, están en pleno florecimiento, como una planta germinando o un insecto hibernando. Si los brotes están dañados, se marchitarán. Si un insecto está hibernando, y es desenterrado y expuesto, seguramente morirá. Confucio advirtió a los jóvenes acerca de la lujuria para que se abstengan de ella y cuiden de sí mismos, y preserven así su juventud”.

“Si uno puede mantener los deseos lujuriosos bajo control cuando uno es joven, su esencia se conservará bien y estará lleno de energía. Cuando vaya a la corte a manejar los asuntos del Estado, su espíritu y energía le permitirán lograr cosas asombrosas. El lograr un carácter agradable y una real sabiduría nacen de aquí. Incluso si uno no tiene grandes pretensiones, va a poder disfrutar de una larga vida y no morirá por causas no naturales. Esto es algo a lo que los jóvenes le deben prestar atención”.

"Un comentario elogioso: Las enseñanzas de Confucio regulaban los principios morales; de lealtad, piedad, integridad y sentido de la vergüenza, benevolencia, justicia, cortesía y honradez. El hombre y la mujer son diferentes y deben mantenerse a cierta distancia el uno del otro. Esta es una advertencia sincera a los jóvenes”. (Comentario del autor)

 

8. Mencio tenía pocos deseos

Mencio dijo: “Para nutrir la mente, no hay nada mejor que reducir los deseos. Si tienes pocos deseos, aunque a veces pierdas el control, las posibilidades de que esto ocurra son pocas. Si tienes muchos deseos, aunque a veces puedes ser capaz de controlar tus deseos, las posibilidades de que esto ocurra son pocas”.

El Maestro Yin Huang explica este punto con un ejemplo: “La gente debe abstenerse de los deseos lujuriosos, incluso cuando están sanos, y mucho más aun cuando acaban de recuperarse de una enfermedad. Hace diez años, el hijo de un próspero hombre de negocios estaba estudiando medicina occidental en Japón y fue el primero en su clase. Un día estaba viajando en tranvía. Saltó del tren antes de que el tranvía se detuviera y se rompió el brazo”.

“Como él era un médico especializado en esta área, pronto se recuperó. Los huesos necesitan unos 100 días para recuperarse por completo, y se deben evitar las actividades sexuales durante ese tiempo. Regresó a China antes de que transcurrieran los 100 días, porque su madre había fallecido. Pasó una noche con una mujer y murió al día siguiente. Él era muy inteligente y estaba a punto de comenzar su carrera como médico, sin embargo, no sabía que debería haberse abstenido de tal comportamiento. Por un poco de placer sexual, pagó con su vida. ¡Qué lástima!”.

“Yo suelo decir que el 40 por ciento de todas las muertes son el resultado de caer en la lujuria. A pesar de que sus muertes puedan no resultar directamente de los deseos lujuriosos, su salud se daña mucho con tales deseos, y encuentra la muerte de manera indirecta. Sólo el 20 por ciento de todas las muertes se deben a causas naturales. Un mundo tan vasto y con tanta gente, y 8 o 9 de cada 10 mueren por haber sucumbido antes los deseos lujuriosos. ¿No es triste?”.

Las personas alababan a Mencio. Basándose en las contribuciones de sus predecesores y promoviendo el corazón de un sabio, centró su conducta en la benevolencia y mantuvo un corazón limpio, con pocos deseos. Fue considerado como el segundo después de Confucio, y la gente lo respetaba. Su madre, honrada a causa de él, se mudó tres veces hasta encontrar el vecindario adecuado para criarlo. (Comentario del autor)

(Continuará)