(Minghui.org) Practico Falun Dafa y vivo en el campo. Había querido escribir mis experiencias de cultivación, pero nunca lo logré. No puedo escribir muchas palabras en chino porque no recibí mucha educación. Ahora, con la ayuda de otros practicantes, escribo cómo es que Dafa resolvió el conflicto entre mi suegra y yo.

Ojo por ojo con mi suegra

Me casé con mi esposo a los 25 años. Él tenía tres hermanos menores y éramos nueve en la familia. Como dice el refrán chino: "Las suegras y las nueras son enemigas naturales". En una familia tan grande, los pequeños enfrentamientos eran cosa de todos los días. No mencionaré los pequeños problemas, pero lo que más me hirió, fue cómo mi suegra me engañó.

Mi esposo y yo construimos una casa cerca de la casa de mis padres seis meses después de casarnos y nos mudamos de la casa de mis suegros. Unos años después, mi suegra vino a visitarnos, le gustó el lugar y dijo: "Quiero vivir aquí". Pensé que bromeaba, pero me dijo: "No, en serio, me gusta tu casa".

Le respondí: "Si de verdad quieres mudarte aquí, toda la familia debería reunirse para escuchar la opinión de los demás hermanos. Si no, podrían pensar que nos estamos aprovechando de ti".

Consultamos con los hermanos de mi esposo y todos coincidieron en que preferían dar dinero que tener que cuidar a sus padres en sus casas. Mi hijo me preguntaba a menudo: "¿Por qué no pueden venir los abuelos a vivir con nosotros?". No tenía una buena respuesta, así que al final acepté.

Mi suegra me dijo: «Tu familia cultiva la tierra, pero ni siquiera tiene una vaca. Tenemos una carreta, una vaca, un molino de piedra y otras cosas. Yo las traeré para que todos podamos usarlas. Así no tendrás que comprarlas y ahorrarás mucho dinero». Tentada por los beneficios prácticos, acepté que mis suegros se mudaran. Pero pocos días antes de la mudanza, oí a mi suegro decir que mi suegra había vendido la vaca, la carreta, el molino de piedra y las demás cosas. También lo oí decir: «Si me traigo todo, ¿qué pasa si el segundo y el tercer hijo se quejan diciendo que prefiero al mayor [mi marido]?».

Después de oír esto, confronté directamente a mi suegra. Pero ella lo negó rotundamente, diciendo que nunca había dicho eso, y me dijo que esperara hasta la mudanza para verlo con mis propios ojos. Le creí. Pero una vez que se mudaron, supe la verdad: me engañó. La vaca, la carreta y el molino de piedra nunca llegaron. Esto me rompió el corazón. Desde entonces, la traté como a una enemiga. Tan solo mirarla me hacía sentir muy molesta durante días. Pero como vivíamos en el mismo patio, teníamos que vernos a diario. ¡Fue muy duro!

Mi salud ya era delicada. A menudo tenía dolores de cabeza y problemas de columna, pero lo peor era el reumatismo. En verano, tenía que usar gorro de algodón, chaqueta acolchada y pantalones acolchados. Y además, el "engaño" de mi suegra, casi me desploma. Estaba resentida con mi marido por no defenderme. Estaba furiosa conmigo misma por haberme casado con una familia  así. A veces pensaba: "Si no me dejas vivir bien, yo tampoco te dejaré vivir bien. Simplemente, todos dejemos de vivir".

Dafa eliminó el resentimiento de mi corazón

Mi suegra visitó a la familia de su segundo hijo en marzo de 1999. Su esposa practicaba Falun Dafa. Al enterarse de que yo estaba enferma, le dio a mi suegra el libro Zhuan Falun. Le pidió que me lo trajera y me dijera que lo leyera, diciendo que él podía curar enfermedades. También dijo que su propia enfermedad desapareció después de empezar a practicar.

Cuando escuché eso, me negué de inmediato, diciendo: "¿Cómo podría ser que solo al leer un libro se curen enfermedades? Ni siquiera el hospital puede curar la mía. ¿Puede un libro hacerlo? No lo leeré".

Mi esposo intervino y dijo: "¿Por qué no le echas un vistazo? No te hará daño si no funciona, y no te costará nada". Pensé que tenía sentido, así que dije que le echaría un vistazo.

Llevé el libro a casa, me senté en la cama y comencé a leer. Después de unas cuantas páginas, me sentí bien y seguí hojeándolas. Leí lo que dijo Shifu:

“Entonces nosotros, los cultivadores, aún menos debemos comportarnos de este modo; nosotros los cultivadores hablamos de seguir el curso natural: si algo te pertenece, no lo pierdes, y si algo no es tuyo, no lo consigues por más que luches” (Séptima Lección, Zhuan Falun).

¿No era que esto me hablaba directamente a mí? Mi suegra vendió las cosas valiosas y solo trajo lo inútil. Quizás esas cosas valiosas no debían ser mías. Cuando tuve este pensamiento, fue como si me hubieran quitado un gran peso del pecho. Ya no me sentía tan agobiada como antes. Pensé: “No volveré a luchar contra mi suegra. Ya está mayor, debería tratarla mejor”. Después de eso, leí el libro todos los días. Cuanto más leía, más me gustaba leer. Era simplemente imposible dejarlo.

Una mañana, al levantarme, mi esposo me preguntó: "Llevas varias noches sin usar una colcha. ¿No tienes frío?". Le dije que sí usaba la colcha. Él me respondió: "La has estado echando  a un lado. ¿No te da miedo el frío?". Me sobresalté y le dije que no lo sabía. De repente, me di cuenta de que ya no me dolía nada. Mis dolores de cabeza habían desaparecido, mi columna ya no me dolía, mi reumatismo había desaparecido. Ya no le tenía miedo al frío y todo mi cuerpo estaba cálido. Me sentía tan ligera; nunca en mi vida me había sentido tan cómoda. Y solo después de dos días, sin haber leído mucho, Shifu me curó todas las enfermedades. Fue un milagro.

Al ver que mis enfermedades habían desaparecido después de practicar Falun Dafa, mi suegra también comenzó a practicar. Estudiamos el Fa y practicamos los ejercicios juntas, nos animamos mutuamente y avanzamos diligentemente en la cultivación. Nuestro conflicto se disolvió naturalmente y ya no le guardaba rencor. El año pasado, cuando mi suegro enfermó, me quedé en su casa todo el invierno para cuidarlo y viví en armonía con mi suegra.

Ahora mi suegra tiene más de 80 años. La cuido con atención y la atiendo con esmero. Todos los vecinos dicen: «¡Qué bien se lleva tu familia! Nunca hemos oído hablar de ningún conflicto en tu casa».

Dafa me transformó; de alguien que valoraba el beneficio personal y al no conseguir lo que quería, se resentía con su suegra, en alguien considerada y que cuida a los demás.