(Minghui.org). Comencé a practicar Falun Dafa en 1999. Me gustaría contar cómo he elevado mi xinxing, validado el Fa y ayudado a Shifu a salvar a la gente.

En una ocasión, en nuestro grupo de estudio del Fa, cuando nos sentamos, la practicante Yan sacó un par de pantalones de algodón y dijo: "Estos pantalones no me quedan bien, son demasiado ajustados y cortos. Puedes llevártelos a casa para tu hijo". Le dije: "¡Gracias!", y los puse a un lado. La practicante Li dijo: "¿Por qué eres tan codiciosa? Acabas de aceptarlos sin preguntar cuánto cuestan".

Me enojé y le respondí: "Ella no mencionó que tenía que pagarlos, dijo que eran un regalo. Yo no los pedí. Admito que tengo apegos y me examinaré a mí misma. No acepto lo que me estás diciendo".

No podía calmarme y, mientras leíamos el Fa, me enfadé y pensaba: "No eres mucho mejor que yo. ¿Por qué me critica?". Mis sentimientos de indignación, competencia, resentimiento y desprecio aumentaron. Reprimí mi ira y terminé de leer.

Cuando llegué a casa, me tranquilicé poco a poco y empecé a mirar hacia dentro. ¿Por qué de repente me dijo Li eso ¿Por qué me enfadé? Como cultivadora, nada sucede sin una razón, así que ella tocó mis apegos. Cuando comencé a mirar hacia mi interior, surgieron todo tipo de apegos: ganancia personal, guardar las apariencias, menospreciar a los demás, indignación, actitud defensiva, competencia, resentimiento, muchas nociones humanas quedaron expuestas de repente.

Luego recordé que muchas veces aceptaba cosas de los demás, aunque no las necesitara, si no eran útiles o me sentía incómoda si las rechazaba. ¿No es eso codicia? ¿No es eso exactamente lo que Li me estaba señalando? No solo no pude iluminarme al respecto, sino que discutí con Li hasta el punto de ponerme roja, perturbando el ambiente pacífico del grupo de estudio del Fa. Eso fue realmente inapropiado. Estaba decidida a que, a partir de entonces, debía seguir las enseñanzas de Shifu, enfocándome en cultivarme a mí misma y recordarme constantemente que debía mirar hacia dentro incondicionalmente.

Superando una prueba importante

El año pasado pasé por una gran tribulación. Mi esposo y yo llevábamos más de 30 años casados y nunca imaginé que tendríamos problemas.

Durante los últimos dos años, me di cuenta que varias mujeres lo contactaban con frecuencia. Al principio lo hacía en secreto, pero luego lo hacía abiertamente, sin importarle la hora del día. A veces recibía varias llamadas en un solo día. Cuando no contestaba una llamada delante de mí, se vestía inmediatamente y salía.

Al principio no me afectó. Pero después empezó a llegar a nuestra casa con regalos de una mujer, desde zapatos hasta comida preparada, encurtidos y salsa de chile. Incluso los ponía en la mesa del comedor. Al ver esto se me oprimía el pecho. Sé que soy una cultivadora y que no debería perder el control. Reprimí mi ira y no dije nada.

Entonces, mientras hacía una compra en el supermercado, vi por casualidad a mi esposo con esa mujer. Ni siquiera me miró, y fingió no conocerme. Sentí como si me hubieran atravesado el corazón con un cuchillo. Me pregunté: “¿Puedo continuar con este matrimonio?”.

Cuando llegó a casa, contuve mi ira y le dije en tono suave: "Si crees que ella te trata mejor, no voy a discutir. No me aferraré a ti. Podemos divorciarnos". Mi hija también lo regañó. Inesperadamente, él actuó como si fuera la víctima, diciendo: "Si las dos se unen contra mí y me echan, me iré". Yo tenía pensado solicitar el divorcio si él lo quería. Sin embargo, él no expresó su opinión, así que no volví a hablar sobre el tema.

Sentía como si me estuvieran cortando el corazón con un cuchillo. La ira, el dolor, los celos, el resentimiento y todo tipo de emociones negativas me abrumaban y me asfixiaban. Empecé a llorar con frecuencia, completamente atrapada en el sentimentalismo humano.

Se lo confié a otra practicante, que compartió su entendimiento en base al Fa y sus propias experiencias similares para aliviarme. Me sentí mucho más tranquila y comencé a recordar las enseñanzas de Shifu. 

Shifu dijo:

“Cuando el hombre salta afuera de este qing, nadie es capaz de tocarlo, los corazones de la gente común ya no pueden moverlo y el qing se reemplaza con la misericordia, que es algo más noble” (Cuarta Lección, Zhuan Falun).

Las enseñanzas de Shifu me despertaron. Soy una practicante de Falun Dafa. Vine al mundo humano para cultivarme bien, ayudar a Shifu en la rectificación del Fa y cumplir una promesa que hice hace mucho tiempo. ¿Cómo podría quedar atrapada en una denominada hermosa vida de la gente común, persiguiendo el afecto y la felicidad familiar, o la atención y el cuidado de mi esposo? ¿De qué sirve aferrarse tanto a estas cosas humanas? La felicidad que busca la gente común es precisamente el obstáculo que debo eliminar en mi camino de regreso a casa. No quiero estas cosas. Quiero volver a casa con Shifu.

Cuando los principios del Fa me quedaron claros, me tranquilicé y leí con atención las conferencias que Shifu dio en varios lugares. Realmente pude dejar atrás lo que antes me parecía una prueba extremadamente difícil. La sensación fue increíblemente liberadora.

Aprovechar las oportunidades para salvar a la gente

Un día salí con otra practicante a aclarar la verdad a la gente. Cuando llegamos a la entrada de una tienda, vimos a un hombre y una mujer sentados en sillas fuera, y casualmente había dos sillas vacías cerca. Al acercarnos, vimos que había agua en las sillas. Justo cuando nos estábamos preguntando cómo secarlas, un hombre salió de la tienda y dijo: "Hay un trapo ahí que pueden usar para secarlas". Sequé las sillas con el trapo y me senté junto a las dos personas.

Inicié una conversación con la mujer: "Hoy en día hay tantos desastres naturales y provocados por el hombre. ¿Ha escuchado hablar de hacer las 'tres renuncias' para garantizar su seguridad?" (refiriéndome a renunciar al Partido Comunista Chino (PCCh), a la Liga Juvenil y a los Jóvenes Pioneros). Ella respondió: "No, no he escuchado sobre eso". Le pregunté: "¿Fue a la escuela?". Ella dijo: "No mucho. Mi esposo fue el que más estudió". Les expliqué la verdad sobre Dafa y la persecución, y ambos aceptaron renunciar a las organizaciones del PCCh a las que se habían afiliado. En ese momento, se detuvo un auto y rápidamente se subieron y se marcharon. El momento fue perfecto.

Hace unos dos años, estaba comprando verduras en un puesto del mercado cuando una mujer se acercó de repente por detrás y me dijo: El otro día no me pagó cuando me compró cebollas". Tenía enfrente a la señora que vendía cebollas. Me dijo: "Usó su teléfono para escanear el código QR, pero no se realizó el pago". Le respondí: "No compré cebollas y ni siquiera uso un teléfono inteligente, siempre pago en efectivo". Ella insistió con severidad: "Fue usted. No pagó". Le pregunté: "¿Cuánto era?". Ella respondió: "Un yuan". Pensé: "No es mucho dinero. Lo haya comprado o no, se lo daré". Así que le dije: "No me importa darle el dinero". Inesperadamente, se enfadó y dijo en voz alta: "¡No me hace falta ese yuan, no lo quiero!". Como no quería aceptar el dinero, me fui.

Más tarde, comenté este incidente con un practicante, quien me dijo: "Quizás ella intentaba acercarse para poder escuchar la verdad". De repente, tuve un momento de comprensión: "¡Es cierto! ¿Por qué no se me ocurrió eso?". Nada de lo que le sucede a un cultivador es accidental. En ese momento, estaba atrapada en el pensamiento ordinario, creyendo que ella me había confundido con otra persona y me había hecho daño. Me sentí indignada y le hablé con dureza, sin mostrar la compasión de un cultivador. Afortunadamente, Shifu utilizó las palabras de mi compañera practicante para iluminarme, y de repente lo comprendí.

Regresé a buscar a la vendedora de cebollas, pero no la encontré por ninguna parte. Pensé: "No me voy a preocupar, si tiene que ser, la volveré a ver". Efectivamente, unos dos meses después, la volví a ver en otro mercado. Iba delante de mí, así que rápidamente me acerqué y la detuve. Le dije: "Lo siento, mi tono no fue adecuado la última vez. Fue mi culpa. Me gustaría darle el dinero". Ella lo aceptó contenta. Entonces la aparté a un lado y le aclaré la verdad, y ella la aceptó con alegría. Desde entonces, cada vez que nos veíamos, me saludaba con cordialidad.

Sé que aún estoy lejos de cumplir con los requisitos de Shifu, pero creo firmemente en Él y en el Fa. En el tiempo limitado y precioso que me queda, me esforzaré por hacerlo aún mejor y ser aún más diligente.