(Minghui.org) ¡Saludos, compasivo Shifu! ¡Saludos, compañeros practicantes!

Antes de comenzar a practicar Falun Dafa en mayo de 2023, sufría de depresión debido a muchos factores complejos, incluyendo que los datos de mi tesis doctoral no cumplían con las expectativas y conflictos con mi profesora, mi familia y mis estudiantes. La depresión era tan severa que no podía trabajar ni estudiar. Durante varios años, el tormento de escribir mi tesis me persiguió como una sombra, llenándome de miedo, ansiedad, irritabilidad y sentimientos de inferioridad. Cada vez que intentaba escribir, lo sentía como una tortura. Soportaba largos periodos de miedo, dolor, inseguridad y malestar físico.

Durante los últimos dos años de cultivación, con la inspiración de Dafa y la ayuda de compañeros practicantes, gradualmente logré salir de la cama, salir de la depresión y descubrir y superar un apego tras otro que yacía tras mi incapacidad para escribir mi tesis.

No se trata solo de la tesis, se trata de la cultivación.

En una ocasión, cuando sufría terriblemente y tenía ganas de rendirme y entregar algo al azar para terminar, soñé que estaba haciendo un examen importante y trabajando en la pregunta final. El tiempo se agotaba, pero aún quedaban muchas ecuaciones matemáticas por resolver, llenas de números y letras complejas a ambos lados de las ecuaciones. Sentía muchísima ansiedad y no quería continuar. De repente, el examen cambió a una pregunta de ensayo. En el sueño, entregué un poema que un amigo me escribió. Cuando el profesor lo leyó en voz alta a toda la clase, me aterraba que la gente descubriera que la letra no era mía.

Al despertar, me di cuenta de que el problema no era la tesis en sí, sino una serie de pruebas de cultivación que debía afrontar. Siempre consideré mi incapacidad para escribir la tesis como un problema común, o incluso como una enfermedad. Así que, a veces, solo quería apresurarme a superarla como fuera posible, para tener la libertad de salir a esclarecer la verdad y salvar a la gente.

Pero todo lo que encontramos en el mundo humano forma parte de nuestra cultivación. Cómo elevar mi xinxing y completar mis estudios de forma digna y recta, y cómo superar esta tribulación: esa era mi verdadera prueba.

Eliminar el miedo es crucial

Hace dos meses, un compañero practicante me entregó un cuadernillo de petición y un montón de hojas de petición. Pensé que quizá debía llenarlas de firmas. Nunca había recogido firmas ni ayudado a chinos a renunciar al Partido Comunista Chino (PCCh) ni sus organizaciones afiliadas, así que decidí intentarlo para superar mi miedo. Al principio, estaba muy nerviosa. A diferencia de mi habitual enfoque agresivo, intenté hablar con algunas personas y, para mi sorpresa, muchas firmaron. De repente, comprendí que Shifu me estaba animando y que, si salía a hacerlo, se podía lograr.

El 13 de mayo, quedé con otros dos practicantes nuevos en la Torre CN de Toronto para recoger más firmas. Al principio, me sentía extremadamente ansiosa al hablar con los transeúntes, y la gente a la que me dirigí parecía reticente. Pero una vez que llegaron los dos compañeros practicantes, mi miedo disminuyó y la gente se mostró más dispuesta a firmar.

Sin embargo, muchas personas con gorras azules se dirigían al Rogers Center, al otro lado de la calle, para ver un partido de béisbol, y ninguna firmó. Cuando me acerqué a otro grupo, bromearon diciendo que eran "demasiado débiles y no tenían el coraje" para firmar la petición. Por mucho que los animé, insistieron en que les faltaba el coraje y se marcharon corriendo.

En ese momento, ya no había más peatones. Los dos practicantes señalaron al otro lado de la calle y dijeron que el partido de béisbol estaba a punto de comenzar y que habría más gente dentro. Al ver el mar de gorras azules, me sentí abrumada. Si no firmaban fuera del estadio, ¿cómo podrían hacerlo dentro? Pero decidí aceptar la sugerencia de los practicantes. Pensé: “Quizás sea solo una idea mía”, así que me obligué a ir con ellos. Para mi sorpresa, dentro del estadio, mucha gente empezó a firmar, incluso grupos de amigos.

Más tarde, me di cuenta de que el miedo que veía en esas personas era en realidad un reflejo del mío. Cuando decían que eran débiles, era porque yo me sentía débil. A través de esta experiencia, Shifu me mostró mi estado mental y me ayudó a comprender que las reacciones de los demás a menudo son reflejo de mis propios apegos. Cuando superé mis nociones, dudas y miedos, ellos también superaron su miedo al PCCh y empezaron a firmar. Empecé a decirle a la gente: “La voz de una persona puede ser suave, pero cuando todos nos unimos y alzamos la voz, se vuelve increíblemente poderosa. Lo que más teme el PCCh son nuestras voces”. Cuando dije esto, aún más gente estuvo dispuesta a firmar.

Esta experiencia me hizo darme cuenta de que, durante los últimos dos años, siempre que aclaraba la verdad, ya fuera en diferentes proyectos o con familiares y amigos, siempre me mantenía al margen. Tenía miedo de tocar directamente los problemas fundamentales que más me asustaban. Era como cuando siempre evitaba afrontar mi prueba de xinxing con mi tesis y mi profesora. En ese momento, fue como si despertara de repente de un sueño.

Recogiendo firmas en el lugar que más temía: mi universidad

Un compañero practicante me sugirió que volviera a mi universidad a recoger firmas. Al principio, tenía mucho miedo, porque la universidad y las personas conocidas eran los lugares donde menos me atrevía a aclarar la verdad y más quería evitar. Pero me di cuenta de que enfrentar mis miedos fundamentales era una barrera que debía superar en la cultivación, así que fui al campus a recoger firmas.

Sentí que lo habían organizado todo para mí: hay un aparcamiento gratuito en la zona boscosa que rodea el campus, y el camino al campus me permite saludar a la gente con naturalidad. Como estaba relajada, la gente que conocí también se sentía cómoda, y muchos firmaron sin dudarlo.

Conocí a dos personas que hablaban cantonés y que dijeron ser cristianas. Al principio se negaron a firmar. A diferencia de otras ocasiones, cuando un rechazo me habría disuadido, esta vez me obligué a persistir y a hablar con amabilidad. Primero hablaron de cómo el PCCh impulsó la economía china, pero luego recordaron el sufrimiento de los familiares perseguidos durante la Revolución Cultural. Finalmente, ambos firmaron la petición, incluida la discreta esposa. Después, estaban tan felices que me abrazaron y me trataron como a un miembro de la familia. Fue la primera vez que experimenté la alegría y la gratitud de seres consientes que realmente comprendían la verdad, y yo misma me sentí increíblemente feliz.

Mientras seguía caminando fuera del bosque, de repente vi a dos amigos de mi laboratorio sentados justo afuera del edificio del campus, como si me estuvieran esperando. Armándome de valor, les conté sobre la petición. Firmaron sin dudarlo.

Volver al ambiente del campus fue como la experiencia de un partido de béisbol. Gracias a que superé mi miedo a los entornos familiares, mucha gente estuvo dispuesta a firmar. Algunos nos agradecieron sinceramente por lo que hacíamos. Me convencí aún más de que romper con los apegos fundamentales es la clave tanto para mi cultivación como para salvar a la gente en esta etapa.

Un día, mientras caminaba por el campus, sentí un fuerte deseo de ver a Shifu. Empecé a imaginarlo caminando a mi lado y me preguntaba dónde estaría. Justo entonces, giré la cabeza y vi a un estudiante chino. Me quedé paralizada por un momento, luego me armé de valor y me acerqué a él con cautela, preguntándole si podía apoyar el fin de la persecución. Dijo que tenía miedo y se marchó a toda prisa. No me inmuté y, en broma, le grité: "¡No tengas miedo!" Para mi sorpresa, corrió unos diez metros, se dio la vuelta de repente y vino corriendo hacia mí, pidiéndome el bolígrafo para firmar. Dijo que le preocupaba que lo identificaran. Le dije que no había problema en firmar con un apodo. No solo firmó con su nombre en inglés, sino que también empezó una nueva línea, firmó con su nombre en chino y escribió su dirección en Shanghái. ¡Me quedé atónita!

Me tomó un tiempo procesar lo sucedido. Comprendí que Shifu siempre ha estado a mi lado. Todo lo hace Shifu. Mientras pueda soltar mis apegos humanos, confiar en que Shifu está conmigo y creer que es Shifu quien habla a través de mi boca, entonces cualquier cosa se puede lograr.

Superando el miedo y el resentimiento

A medida que eliminaba gradualmente mi miedo y mis apegos mediante la colecta de firmas, también me volví más decidida a superar las dificultades en mis estudios académicos.

Al enfrentarme de nuevo a mi tesis y a mi profesora, sin importar lo doloroso o incómodo que me sintiera, me obligué a soportar las olas de sufrimiento, miedo y resentimiento hacia los demás, y a seguir adelante. Cada vez que perseveraba, parecía que mi profesora me guiaba en mi tesis, revelando un camino a seguir justo cuando creía que toda esperanza estaba perdida. Aunque todavía no he terminado de escribir, finalmente veo esperanza de superar esta barrera. Durante este proceso, me di cuenta de que, durante los últimos dos años, nunca había superado por completo mi resentimiento hacia mi profesora. Tenía miedo de que me hicieran daño, así que no confiaba en ella e incluso me mantenía alerta. Estas barreras me hicieron menospreciarla y alejarla, lo que le impidió ayudarme.

Cuando dejé atrás mi ego y busqué sinceramente su guía, ella encontró nuevas ideas y me dio consejos útiles. Mi sincera gratitud la hizo muy feliz. Incluso se disculpó por haberme desatendido durante los últimos dos años, diciendo que se había sentido culpable. Le dije sinceramente que fueron mi propio miedo y mi ego los que me impidieron aceptar su ayuda y que mi actitud la hizo perder la confianza en su rol como mi asesora.

Ahora, estoy trabajando duro en mi tesis, y ella me ayudó protegiéndome de presiones externas. Me siento profundamente agradecida. Aunque aún no sabemos cuándo llegaremos a la meta, finalmente hemos aprendido a respetarnos y cooperar. He dejado atrás mi ego y sigo sus indicaciones con sinceridad. Cuando surgen problemas, los resolvemos juntos, en lugar de culparnos, presionarnos o rendirnos solo porque no vemos el resultado final por ahora.

Superando el apego a la fama, el beneficio personal, las relaciones humanas y asuntos de vida o muerte

Una practicante que ayuda a recolectar firmas en el Ayuntamiento escuchó mi historia y me animó a contarle a mi profesora y a los demás estudiantes sobre Falun Dafa y la persecución. Me dijo que creyera que lo entenderían. Recordé cuánto valoraba mi profesora la privacidad, y este pensamiento me impidió acercarme a ella. Pero esta practicante, paciente y repetidamente, me animó a salvar a mi profesora y a las personas de mi campo científico. Me dijo que hablara directamente, que no tuviera miedo y que creyera que la gente puede entender.

Trabajo en la investigación de vacunas contra el VIH, y aunque me di cuenta de que no se puede desarrollar una vacuna verdadera contra el VIH, la idea de mencionar a seres divinos en el ámbito científico me dejó atónita. También recordé haber visto, durante las semanas anteriores en la escuela y en el laboratorio, cómo la gente apoyaba y defendía con firmeza la corrección política. Comprendí que mi mayor miedo era precisamente ese.

Con el apoyo de mis compañeros, finalmente dejé atrás mi miedo a la corrección política y al ateísmo. Llegué a comprender que detrás de ese miedo se encontraban mis apegos: miedo a ser rechazada, miedo a enfrentarme a las críticas o al escepticismo de la opinión pública y las autoridades, y miedo a perder toda la fama y los beneficios vinculados al sistema científico. Decidí: si realmente se me exige hablar, estoy dispuesto a hacerlo, ¡sin importar lo que pueda perder! Todo lo que temo es una ilusión. Recorreré el camino que Shifu quiere que recorra.

Quizás Shifu vio mi deseo de salvar a la gente. Un día, me encontré con mi profesora en el pasillo y, naturalmente, saqué el tema. Leyó atentamente la petición y la firmó. Creo que, al superar mis miedos más profundos hacia ella, mi tesis e incluso la teoría de la evolución, también la ayudé a superar los suyos. En ese momento, muchos recuerdos inundaron mi mente. Vi cómo, durante mi terquedad y mi egocentrismo del pasado, ella siempre me toleraba. Mi desconfianza hacia ella y mi apego a mi propio ego le impidieron obtener el Fa. De hecho, era mucho más divina, bondadosa y perspicaz de lo que jamás imaginé.

Después de eso, Shifu también trajo a muchos otros profesores predestinados a mi camino. Mientras recogía firmas en la escuela, me encontré con una profesora a la que ya le había aclarado la verdad. Tras una breve vacilación, firmó con su nombre, pero aún parecía insegura de si surtiría algún efecto. Mientras subía en el ascensor con ella, nos encontramos con otra profesora. Cuando le comenté que estaba a punto de terminar mi tesis, se alegró mucho por mí. Ya le había hablado de Dafa y de Shen Yun. Cuando le entregué la petición, dudó un momento, pero entonces vio el nombre de otra profesora. Me preguntó: "¿Es la profesora A?". Le dije que sí, que es profesora de genética. La segunda profesora también firmó rápidamente.

Poco después, recorrí el campus para recoger firmas de los estudiantes. Al volver a la entrada del edificio, me encontré inesperadamente con la segunda profesora. Esta vez la acompañaban varios profesores a quienes también conocía bien. Le expliqué brevemente la situación y volví a enfatizar que fue Falun Dafa lo que me ayudó a recuperarme de la depresión y me permitió volver a escribir mi tesis. Todos conocían mi situación y se alegraron por mí. Durante la conversación, esta profesora animó a los demás a firmar. Una profesora, amiga íntima de ella, al principio no quiso firmar. Preguntó: "¿Por qué no? ¡Firma!". La profesora no supo qué responder, dudó un momento y finalmente firmó.

Llevé la petición con alegría a mi oficina. De camino, me encontré de nuevo con la primera profesora. Le mostré las firmas de las demás profesoras y le dije que habían firmado porque habían visto su nombre. Se emocionó visiblemente y me dijo: “Somos un gran equipo”.

Sé que todo esto lo organizó Shifu. Solo necesito cultivar mi corazón. Una vez que cumpla con el estándar requerido, Shifu puede salvar a quienes lo cumplan.

Superando las nociones sobre los antecedentes de las personas

Un practicante que coordina el centro de aclaración de la verdad fuera del consulado chino dijo que el consulado es la guarida del PCCh. Habiendo pasado por varias experiencias previas, pensé que ir al consulado me ayudaría a superar mis miedos más profundos. De camino, no pude evitar sentir una oleada de emoción y felicidad. Como si hubiera esperado este día durante mucho tiempo. En cuanto llegué, vi a un hombre parado en la calle, cerca de la entrada, observando a los practicantes. Sin pensarlo mucho, me acerqué a él y comencé a aclararle la verdad. Hablé con vacilación y, al principio, se negó a escuchar. Luego mencioné la pandemia y la posibilidad de muchos virus en el futuro, diciéndole que hablaba por su salud y con la esperanza de que pudiera descubrir la verdad. Empezó a escuchar, aunque con cierta reticencia.

Más tarde, me di cuenta de que era una oportunidad excepcional. Normalmente, cuando me acerco a los chinos, huyen en cuanto empiezo a hablar. Pero a los agentes del PCCh se les paga para que se queden ahí y escuchen; son seres predestinados que no huyen. Esto me dio la oportunidad de practicar la aclaración de la verdad a los chinos. Si me los vuelvo a encontrar, quiero hablarles con amabilidad, para que entiendan la verdad y abandonen al PCCh por su seguridad, o para que los factores negativos que los sustentan se atemoricen tanto que no se atrevan a regresar. Una vez que desmonté mis ideas sobre la evolución, creí sinceramente que cada persona es un ser divino que descendió al mundo humano por el Fa. Simplemente eligieron su identidad actual porque han estado sepultados bajo mentiras y polvo durante demasiado tiempo. Cuando comprenden la verdad, les es imposible seguir cometiendo actos malvados; son las verdaderas víctimas y quienes más necesitan ser salvados. La única pregunta es si puedo alcanzar un estado de compasión bondadosa y racional que me permita explicarles las cosas para que las entiendan. Al pensarlo así, dejé de sentir miedo y cualquier emoción negativa hacia ellos.

Más tarde, mientras recogía firmas, me tranquilicé aún más y me acerqué a la gente con la idea de que poner su nombre era para su salvación. A veces, bastaban unas pocas palabras para que firmaran. Conocí a un chino que trabajaba en un hospital cercano. Tras escuchar y comprender, se conmovió profundamente y tomó la pluma para firmar. Comprendí aún más claramente que si las personas pueden salvarse o si firman no depende de lo que yo diga, sino de si mi corazón está realmente centrado en salvarlas, en actuar por su bien, en lugar de simplemente intentar conseguir su apoyo.

Fue como si el universo validara esta comprensión. Una joven occidental firmó con mucha sinceridad una petición para dos practicantes que no hablaban bien inglés. Me acerqué a ella para explicarle con más detalle lo que estábamos haciendo. Inmediatamente me preguntó si podía tener más flores pequeñas de loto. Le di un puñado. Estaba muy emocionada y las guardó con cuidado en su bolso. Nos dijo que quería compartirlas con amigos de su comunidad artística. Le pedí que transmitiera lo que le habíamos dicho y que recitara las palabras escritas en las flores de loto. Lo prometió con entusiasmo. Dijo que lo entendía todo y me abrazó. Me contó que llevaba una Biblia en el bolso. Estaba muy contenta y pidió más folletos informativos.

Más tarde hablé con una lesbiana. Tras comprender la verdad, quiso ayudar a su hijo y a su pareja a firmar la petición. Rápidamente dejé de lado mis ideas y le di una flor de loto, diciéndole las mismas palabras de aliento. Me dijo que todo lo que yo había dicho era exactamente lo que su pareja le había estado diciendo. Al final, pidió con entusiasmo más florecitas de loto, diciendo que estaba deseando subir al autobús y empezar a compartir el mensaje con los demás. Fue la primera vez que presencié una transformación tan profunda en una persona que realmente comprendía la verdad. La urgencia y el afán que sentía por salvar a otros, temerosa de dejar atrás a cualquiera de sus conexiones predestinadas, me conmovieron e inspiraron profundamente.

De camino a casa, mi mente estaba llena de pensamientos. Comprendí que, independientemente de la raza (china, negra o blanca); de la ocupación (profesora o espía); de la religión (cristiana o musulmana); de la pertenencia a un grupo, la verdad más fundamental es que todos somos seres que descendimos de reinos superiores y llevamos un lado divino. Lo que nos impide salvarlos no son sus identidades, sino mis propias nociones humanas sobre ellos. Cuando dejé ir mis nociones sobre las identidades de las personas, ellas también las dejaron ir, rompiendo capas y capas de conceptos superficiales para conectar directamente con su lado divino y despertar.

Después de regresar a casa, sentí que realmente estaba recorriendo el camino de un ser divino. Solté por completo la ansiedad y el apego a cuándo terminaría mi tesis. Me dije a mí misma que con que hiciera bien en lo que podía hacer, era suficiente.

Una vez que me relajé por completo y dejé de obsesionarme por demostrar nada, de repente vi una perspectiva en los datos de mi investigación que nunca antes había visto. De repente, tuve ideas y ¡podría volver a escribir! Siento que esta barrera de vida o muerte que me ha enredado durante tantos años finalmente está a punto de romperse.

Estoy infinitamente agradecida con Shifu.

Este es mi entendimiento actual. Por favor, señalen cualquier cosa que no esté en consonancia con el Fa.

¡Gracias Shifu. Gracias a mis compañeros practicantes!
Heshi.

(Presentadoresentado en el Fahui de Canadá 2025)