(Minghui.org) Hace poco leí artículos en Minghui sobre cómo los practicantes de algunas zonas de China están empezando a flojear. Tuve un problema similar y me gustaría contarles cómo lo superé.

En esos artículos mencionaban que ahora había menos reuniones de estudio de Fa en grupo, que los lugares de producción de materiales han disminuido y que pocos practicantes esclarecen la verdad activamente. Una practicante dijo que tuvo un sueño en el que Shifu le decía: «Muy pocos practicantes están saliendo a salvar a la gente».

¿Por qué ocurre esto? Los practicantes pueden darse cuenta de que se debe al miedo. Desde que comenzó la persecución en julio de 1999, la mayoría de los practicantes de China han soportado muchas formas de persecución. Muchos ahora simplemente esperan pacíficamente a que el Fa termine de rectificar el mundo humano. Esta mentalidad hizo que muchos practicantes dejaran de hacer las tres cosas y de cultivarse activamente.

Aunque nuestros persistentes esfuerzos por aclarar la verdad han despertado a muchas personas a la grandeza de Falun Dafa y a la brutalidad de la persecución por parte del Partido Comunista Chino (PCCh), innumerables personas aún esperan ser salvadas. No podemos detenernos. Muchos practicantes aún no han alcanzado el estándar. Este período prolongado se debe a la inmensa misericordia y resistencia de Shifu, lo que nos da más tiempo para completar nuestros caminos de cultivación y salvar a más seres conscientes. En este momento final, no debemos aflojar.

Me gustaría contarles cómo me esforcé por romper el miedo y avanzar de nuevo en el año 2000.

En aquella época, muchos practicantes de mi zona fueron a Beijing para apelar por el derecho a practicar Falun Dafa; algunos fueron varias veces. La mayoría fueron liberados con dignidad tras haber sido detenidos ilegalmente. En octubre, cuando planeé ir de nuevo a Beijing, dudé. Tenía miedo. ¿Por qué? Miré hacia mi interior y recordé que la última vez que me liberaron, un policía me advirtió: «Si te vuelven a detener, te enviarán directamente a un campo de trabajos forzados; no te soltarán».

Compartí mi miedo con otros practicantes y, para mi sorpresa, muchos se encontraban en una situación similar. Nos dimos cuenta de que, en el fondo, la verdadera presión provenía de ver a practicantes que se transformaban durante la detención y habían abandonado la práctica de Dafa. Temíamos que, si nos volvían a detener, nosotros también podríamos transformarnos. No ir a Beijing nos parecía una forma de evitar ese riesgo, de permanecer a salvo en nuestro nivel de cultivación actual.

Pero yo sabía que era un error. Era un pensamiento humano arraigado en el miedo. Tanto si decidíamos ir y apelar como si no, había que eliminar ese miedo. No quería estancarme. La cultivación es como remar contra la corriente, si no avanzas, puedes retroceder. ¿Cómo podía avanzar? La respuesta estaba clara: tenía que estudiar más el Fa. Me di cuenta de que había descuidado el estudio del Fa.

Después de casi un mes de estudio intensivo del Fa e intercambio de experiencias de cultivación con otros practicantes, la presión en mi corazón se alivió gradualmente. Mi mente se aclaró. Mis pensamientos rectos se hicieron más fuertes. Sin embargo, mi confianza no se restableció del todo.

Un día, varios practicantes que acababan de regresar de Beijing pasaron por mi casa y me contaron sus experiencias. Pude ver cómo era la verdadera intrepidez. Algunos desplegaron pancartas de Dafa en la Plaza de Tiananmen sin ser detenidos, y luego distribuyeron materiales. Otros saltaron de vehículos policiales para proteger a otros practicantes de ser golpeados. Ellos encarnaban lo que los practicantes de Falun Dafa deberían ser: dignos, rectos y sin miedo. Con sus acciones validaron Dafa y me fijaron una meta por la que luchar.

Defender y validar Dafa es nuestra sagrada responsabilidad. ¿Qué me frenaba? Miedo: “Miedo al arresto. Miedo a la detención. Miedo a ser transformado”. Pero debajo de todo eso estaba el egoísmo. Sabía que tenía que seguir mejorando y eliminar ese miedo.

Después de más de veinte días de reflexión y estudio del Fa, rechacé firmemente esos pensamientos negativos y fortalecí los pensamientos rectos. Sabía que apelar por Dafa en Beijing era lo que tenía que hacer. Seguiría adelante sin vacilar. Poco a poco, mis apegos se fueron eliminando. Un día sentí que lo había superado, que el miedo había desaparecido. Nada podía impedirme validar Dafa. Me sentía ligero y alegre.

Estaba listo para actuar. Preparé dos pancartas y las escondí en mis mangas. Cuando llegó el momento, desplegué la primera pancarta y grité: "¡Falun Dafa es bueno! ¡Verdad-Benevolencia-Tolerancia es bueno!".

Sentí felicidad y calma. Un policía me arrancó la pancarta, así que levanté la segunda y corrí entre la multitud, gritando mientras avanzaba. Era como si hubiera entrado en otra dimensión: nada podía detenerme. Seguí corriendo y gritando hasta que de repente tropecé con un zapato de cuero negro. En ese instante, regresé de esa otra dimensión. Unos policías me agarraron, me quitaron la pancarta y me arrastraron hacia un coche de policía. Pero de repente me soltaron el brazo y me alejé tranquilamente. Volví a casa sano y salvo.

Aquella experiencia me mostró que validar el Fa también es un proceso para mejorar el xinxing. Sentó una base sólida para mi futura cultivación y mis esfuerzos para aclarar la verdad. Llegué a comprender que debemos negar por completo la persecución de las viejas fuerzas. Los practicantes no deben ser perseguidos por validar Dafa; tal persecución no es organizada por Shifu, sino por las viejas fuerzas. Mientras sigamos la guía de Shifu, podemos rechazar los planes de las viejas fuerzas. Con pensamientos rectos, y bajo la protección de Shifu, más tarde escapé del arresto varias veces.

Los practicantes de Dafa hemos perseverado durante más de veinte años de persecución. Ahora, al acercarnos a los últimos pasos de nuestro camino, no debemos dejarnos frenar por el miedo. Creo que esos miedos son meros pensamientos humanos fugaces. Eliminémoslos y avancemos juntos.