(Minghui.org) Después de las vacaciones del Año Nuevo Chino, fui a visitar a mi madre, de 80 años, a su casa. Durante ese período, no dejé de criticarla y señalarle todos sus errores, diciéndole que estaba equivocada en esto o aquello. Parecía que solo estábamos conversando, pero en realidad, estábamos culpándonos y señalando los defectos.
Por ejemplo, mi madre cometía errores al estudiar el Fa: omitía palabras o añadía otras. Se quedaba dormida con las palmas hacia abajo al enviar pensamientos rectos. No hacía correctamente los ejercicios de Falun Dafa. Se dormía durante la meditación sentada y tenía la espalda encorvada. Leía artículos relevantes del sitio web de Minghui y le reprendía por su comportamiento con un tono acusatorio. Al principio, mi madre solía responderme: “Está bien, ya lo sé, lo entiendo”. Solo intentaba calmarme. Yo me ponía ansiosa y, al ver que no cambiaba, me irritaba aún más y encontraba más cosas que criticarle. A menudo me pedía que dejara de fastidiarla y que simplemente me fuera a casa.
A finales de febrero, mi empresa me notificó que debía regresar al trabajo el 1 de marzo. Con alegría informé a todos que volvería a trabajar y le dije a mi madre que podía seguir practicando en casa por su cuenta. Pero cuando llegó el día, la empresa me llamó para decirme que hubo cambios y que, por el momento, no iniciaría labores. Decidí regresar a mi casa de todos modos, ya que me había quedado con mi madre demasiado tiempo. Mi esposo me animó a no apresurarme y a quedarme más tiempo con mi mamá.
Estos cambios me hicieron darme cuenta de que debíamos eliminar apegos, tanto mi madre como yo. Me calmé y comencé a mirar hacia dentro. Al principio solo encontré que tenía un deseo de exhibirme, menospreciaba a los demás y pensaba que todos los errores eran de ella, y que yo solo la estaba “ayudando”.
Justo en ese momento, leí un artículo en el sitio de Minghui sobre practicantes mayores. Lo comenté con mi madre, y pareció reconocer algunos de sus apegos, pero no hizo cambios internos. Al día siguiente, mientras estudiábamos el Fa juntas, de repente me di cuenta de mi falta de benevolencia. Después del estudio, tomé la iniciativa de comunicarme con ella y le hablé sobre los principios del Fa que había comprendido. Primero, no tenía compasión; la criticaba y le daba sermones. Segundo, desarrollé resentimiento hacia ella al ver que no lo hacía bien. Tercero, a menudo quería demostrar que lo que yo decía era correcto, tenía una mentalidad de lucha y un deseo de exhibirme. Cuarto, no podía soltar mi sentimentalismo hacia ella, y me preocupaba que no cultivara bien, lo cual podría aumentar sus tribulaciones.
Al ver sinceramente hacia adentro buscando mis propios errores, mi madre también miró hacia dentro para encontrar sus apegos. Se dio cuenta de que se distraía al leer el Fa, tenía una conciencia principal débil y no practicaba bien los ejercicios. También comprendió que tenía miedo al sufrimiento, era celosa y le gustaba escuchar solo cosas buenas. Otro problema era que le gustaba exhibirse, por ejemplo, hablar de cómo cultivó en el pasado y lo que había experimentado.
En los siguientes días, mi mamá y yo seguimos examinándonos cuidadosamente, nos animábamos y recordábamos mutuamente, profundizamos en nuestros apegos e hicimos grandes avances al mirar constantemente hacia dentro. Pudimos ver los aspectos positivos de la otra y sentir los cambios y mejoras. Comprendimos el principio del Fa que Shifu nos dio: “…mirar hacia dentro es una herramienta mágica.” (Enseñando el Fa en el Fahui Internacional de Washington D.C. 2009 en Colección de Enseñanzas del Fa IX). Estábamos inmersas en la maravillosa felicidad que trae Dafa.
Finalmente llegó el día en que mi empresa me llamó para notificarme que debía regresar al trabajo. ¡Fue simplemente asombroso! Fue como si acabara de hacer un examen, entregara el trabajo, y luego recibiera la carta de admisión. Qué maravilloso es cultivar en Dafa.
Shifu siempre está velando por sus discípulos. Somos las personas más afortunadas del mundo porque tenemos la fortuna de cultivar en Dafa. ¡Solo cultivando con diligencia podemos estar a la altura de la compasión de Shifu y alcanzar la consumación algún día!¡Gracias, Shifu!
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