(Minghui.org) Practico Falun Dafa (Falun Gong) desde hace más de 20 años. Nací en la década de 1960, justo en el tiempo de la Revolución Cultural, cuando templos y estatuas de Buda eran destruidos. Crecí en un ambiente ateo y no creía en dioses ni budas, ni tampoco creía en la retribución.

Como mujer, era competitiva y contraatacaba sin dudarlo, si me ofendían. No podía soportar el sufrimiento ni las derrotas, y nadie se atrevía a molestarme. Pensaba que yo gozaba de sentido de la justicia y que luchaba por ella. Incluso peleaba con chicos. Una vez, cuando los hijos de mi vecino estaban intimidando a mi hermana menor, se asustaron y corrieron a casa rápidamente, en cuanto me vieron llegar, sin atreverse a salir.

No puedo ni siquiera imaginar, cómo era que la gente se sentía perturbada por mi presencia en aquel entonces. Después de jubilarme, me encontré con una excompañera. También era amiga de mi infancia. Una vez me hizo algo malo, pero no me lo tomé a pecho. Esto le hizo cambiar su opinión sobre mí. Me dijo: «Después de cultivar Falun Dafa, te convertiste en una persona diferente. Ahora ayudas a cualquiera que tenga problemas y no te preocupa sufrir pérdidas. Siempre estás alegre y me gusta hablar contigo».

Fue un giro milagroso de los acontecimientos lo que me llevó a cultivarme en Dafa. A principios de los 90, el qigong se popularizó en todo el país y diversas prácticas de qigong se extendieron por nuestra zona. Muchos de mis colegas, familiares y amigos practicaban algún tipo de qigong. Sin embargo, yo no creía en eso y nunca me uní a ninguno.

Más tarde tuve la oportunidad de leer el libro Falun Gong, una introducción a Falun Dafa. Cuando empecé a leerlo, no podía parar. Lo terminé de un día para otro. Estaba tan emocionada que no podía dormir. Por primera vez, comprendí que los budas sí existen y que el principio de Verdad-Benevolencia-Tolerancia es el único criterio para discernir entre las personas buenas y las malas. Mi visión del mundo cambió por completo y comprendí que el propósito de la vida es volver a la naturaleza original. Esto era lo que había estado buscando. La sensación de felicidad era realmente indescriptible. ¡Decidí practicar Falun Dafa!

Entonces comencé a unirme al estudio grupal del Fa y a los ejercicios en el parque todas las noches. Mi salud mejoró rápidamente y llegue a tener mucha energía. Mi moral también se elevó a un nuevo nivel. En ese tiempo estuve realmente feliz.

Validando Dafa y salvando vidas

Sin embargo, el Partido Comunista Chino (PCCh) comenzó a perseguir a Falun Dafa en 1999. Todo el aparato estatal, incluyendo la televisión, la radio y los periódicos, fue utilizado para atacar a Falun Dafa y difamar al Maestro Li, su fundador. La propaganda era tan abrumadora que casi me dejaba sin aliento. Ante la devastadora situación y usando mi experiencia, decidí contarle a la gente que Falun Dafa enseña a las personas a ser buenas; practicar Falun Dafa mejora la salud mental y física de las personas y es beneficioso para el país y la sociedad. Quería compartir la verdad sobre Falun Dafa, validar el Fa y limpiar el nombre de Shifu y de Dafa.

Después de que comencé a cultivarme, me impuse estrictamente seguir las enseñanzas de Shifu. Trabajaba con diligencia y consideraba primero a los demás en todas las situaciones. Cada vez que surgían conflictos, miraba adentro mis deficiencias, eliminaba mis apegos a la fama y al interés personal, y trataba a los demás con amabilidad. Los directores de mi lugar de trabajo veían mis cambios y comprendían que Falun Dafa es bueno. Cuando fui perseguida por el PCCh, un director me tendió la mano y me ayudó. Él dijo: "Ella es una empleada muy buena, debemos conservar su trabajo". No solo me trajo a casa del centro de lavado de cerebro, sino que también conservó mi puesto de trabajo. Pude trabajar de forma estable hasta mi jubilación.

Gracias a la práctica de Falun Dafa, me veo joven y me siento saludable. Después de jubilarme, alguien me recomendó en un trabajo de gestión de materiales para obras de construcción. En cuanto empecé a trabajar en la empresa, contacté de inmediato al personal de los diferentes grupos de la obra para entender qué materiales necesitaban y los reabastecí a tiempo para evitar posibles retrasos en la construcción. El jefe vio mi diligencia y responsabilidad, así que confiaba mucho en mí.

La mayoría de los trabajadores de la obra eran migrantes y vivían con frugalidad. Tomé de mi casa la ropa y los zapatos que no usaba y los di a algunos de ellos. Mi ayuda los hizo sentir bien, y con el tiempo a todos les gustaba venir a charlar conmigo. Les hablé del engaño de la autoinmolación en la Plaza de Tiananmén, de cómo Jiang Zemin (exlíder del PCCh) persiguió a Falun Dafa por envidia y de la belleza de practicar Falun Dafa.

Yo les decía: “He practicado Falun Dafa durante más de 20 años. Solía estar enferma, tenía que tomar medicamentos y a menudo no podía ir a trabajar. Después de comenzar a cultivarme en Dafa, recuperé la salud. Ahora estoy jubilada, pero sigo trabajando, contribuyendo a la sociedad y, al mismo tiempo, ayudando económicamente a mi familia. Falun Dafa no se parece en nada a lo que dice la propaganda televisiva: que los practicantes de Falun Dafa no se preocupan por sus familias, no tienen afecto familiar y no trabajan. Todas esas son acusaciones falsas”.

Los trabajadores migrantes llegaron a comprender la verdad sobre Falun Dafa. Descartaron las mentiras y la propaganda del PCCh que les habían impuesto y comprendieron que Falun Dafa es bueno. Renunciaron al PCCh y a sus organizaciones juveniles y ayudaron a distribuir calendarios con información sobre Falun Dafa.

El pequeño almacén que administraba tenía todo tipo de materiales. Seguí estrictamente las normas de Dafa. No me llevé nada a casa, ni siquiera un clavo pequeño. Un conductor que transportaba arena a la obra se me acercó una vez y me pidió que registrara un camión extra de arena en su cuenta. Dijo que me daría cierta cantidad de dinero a cambio. Dijo que el director anterior del almacén lo había hecho y que nadie lo notaría porque la obra usa mucha arena.

Rechacé su propuesta y le dije: "Soy practicante de Falun Dafa y cultivo Verdad-Benevolencia-Tolerancia. No importa lo que hagan los demás, no haré nada que perjudique a otros por interés personal". También le expliqué el principio de "sin pérdida no hay ganancia" y le dije que los dioses estaban por encima de nuestras cabezas observando lo que hacemos. Al oír mis palabras, se fue y no volvió a buscarme. Yo deseaba que entendiera este principio y se convirtiera en una buena persona.

Falun Dafa me enseñó a ser una persona buena y amable, de altos estándares morales, una persona benéfica para la sociedad y que sigue los principios de Verdad-Benevolencia-Tolerancia,  caminando la senda hacia mi verdadero hogar.

¡Gracias Shifu! ¡Gracias Dafa!