(Minghui.org) Comencé a practicar Falun Dafa hace tres años. Había oído hablar de Falun Dafa varios años antes, pero desgraciadamente, debido a diversos obstáculos, no pude comenzar mi cultivación antes.
Antes de empezar la cultivación, era una persona arrogante y satisfecha de sí misma. Tenía la costumbre de menospreciar a los demás. Como psicóloga, analizaba constantemente a la gente y señalaba sus errores.
Me gustaría compartir algunas de mis experiencias en la cultivación de la eliminación de estos apegos.
Eliminar el apego a ostentar
Solía tener un fuerte deseo de sobresalir en el grupo y ser el centro de atención. El resultado era la mentalidad de lucirme. Después de algún tiempo, decidí eliminar este apego. Empecé a observarme detenidamente e identifiqué casi todos los comportamientos que derivaban de esta mentalidad, como hablar en voz alta, reírme a carcajadas, dar opiniones no solicitadas en los grupos o incluso llevar ropa que provocara cumplidos.
Tras iniciar este proceso, una noche tuve un sueño en el que me veía a mí misma como una mujer seductora. Me comportaba de forma coqueta, casi desnuda, y me complacía que los demás me observaran. Al despertar, reflexioné sobre el sueño y me di cuenta de que era una manifestación de mis apegos, los cuales habían tomado mi forma. A partir de ese día, trabajé conscientemente para eliminarlos con pensamientos rectos, recordándome una y otra vez: «esta no soy yo» y negándolos.
Volví a tener el mismo sueño una semana después. Esta vez, la mujer seductora tenía la cara de otra persona, y yo era simplemente una observadora que la miraba. Después de este sueño, comprendí que había logrado eliminar ese apego en mi nivel actual, y que necesitaba seguir cultivando para eliminarlo por completo.
El desafío de los apegos emocionales por los familiares
Hace varios años surgió un conflicto entre mi hermano y yo. La causa era mi deseo de inmiscuirme en su vida y en los asuntos de otros miembros de la familia. Esto creó años de tensión en nuestra familia. Finalmente, acordamos intentar mantener una relación sana. Sin embargo, yo seguía sin poder dejar de preocuparme por su vida, que, en mi opinión, carecía de dirección y razón.
Este año tuvimos otra discusión durante las vacaciones de Nowruz (Año Nuevo Persa). Estaba tan enfadada conmigo misma por no actuar como una verdadera cultivadora, que afligida deambulé por las calles durante horas Había olvidado las enseñanzas de Shifu:
“Te digo que estás fantaseando, no eres capaz de intervenir en las vidas de los demás ni de manipular sus destinos, incluidos los destinos de tu esposa, hijos, padres, hermanos, ¿acaso eso ya cuenta porque tú lo dices?” (Cuarta Lección, Zhuan Falun)
Había leído esta frase más de cien veces, así que ¿por qué seguía interfiriendo? Decidí buscar la raíz de este comportamiento emocional.
Me di cuenta de que mostraba las mismas tendencias con amigos, e incluso con compañeros practicantes. Tenía el apego de creer que mi perspectiva era siempre la correcta, y que era yo quien tenía que mostrar el camino correcto a los demás. Olvidaba que cada uno tiene su propio camino predestinado y que estaba tratando de controlar a los demás.
Reflexionando sobre mi camino de cultivación, vi que incluso cuando reconocía los problemas correctamente, a menudo me faltaba compasión. Señalaba los defectos de los demás sin prestar atención a la cultivación del habla, causando daño.
Shifu dijo:
“A menudo digo que si una persona no tiene ningún concepto personal, no es motivado por intereses personales y sinceramente se preocupa por los demás, entonces cuando él señale los defectos a otra persona o le diga lo que es correcto, la otra persona se conmoverá hasta las lágrimas”. (Exponiendo el Fa en el Fahui de Singapur)
Me di cuenta de que en mis interacciones con otros practicantes, a veces me aferraba a los apegos a quejarme y culpar a otros. Olvidaba que mis compañeros practicantes también están en su proceso de cultivación. Quizá ya eran conscientes de sus deficiencias, pero aún no habían sido capaces de eliminarlas, o quizás no eran conscientes y necesitaban elevar sus niveles para comprender su problema.
Al principio, pensé que citar las palabras de Shifu sería una justificación suficiente para que los demás aceptaran lo que decía. Pero con el tiempo, me di cuenta de que mi interpretación de las palabras de Shifu podía no ser del todo correcta, y que tal vez esos practicantes necesitaban pasar por un proceso de cultivación ellos mismos.
Así que he llegado a la conclusión de que debo ser aún más compasiva con mis compañeros practicantes, para que todos podamos volver a nuestro verdadero hogar.
Estoy muy agradecida por la guía, la iluminación y la protección de Shifu a lo largo del camino. ¡Gracias, Shifu!
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