(Minghui.org) Comencé a practicar Falun Dafa (también llamado Falun Gong) en 1996 y en ese momento era muy diligente en mi cultivación. No descuidaba el estudio del Fa, ni la práctica de los ejercicios. Por lo tanto, gozaba de buena salud y mi familia se volvió más armoniosa, gracias a mis esfuerzos.

Mi esposo comienza a cultivarse

Después de que el Partido Comunista Chino (PCCh) comenzó la persecución a Dafa en julio de 1999, perdimos nuestro ambiente habitual de cultivación. La situación se volvió muy tensa, pero a pesar de la gran presión, mi esposo empezó a practicar.

Esto es lo que sucedió: fui dos veces a Beijing para apelar por el derecho a practicar Dafa. La segunda vez, fui con cinco practicantes. Apenas llegamos a Beijing, un funcionario del gobierno local nos trajo de vuelta. Cuando mi esposo se enteró de que me había ido a Beijing, compró un billete de tren para buscarme, estaba preocupado por mí. Regresó luego de no poder encontrarme. Cuando se enteró de que me habían llevado al edificio del gobierno, se apresuró a ir allí. La preocupación que había experimentado durante los últimos días lo hizo explotar en ese momento. Nunca antes él había sido tan duro conmigo, pero tan pronto como me vio, me dio una patada.

De camino a casa, mientras iba en bicicleta, empezó a sentir dolor en las piernas. Se preguntaba porqué le dolían las piernas. Esa noche tuvo un sueño. Mi difunto padre le dijo en el sueño: «No te preocupes por ella, te duelen las piernas porque le diste una patada». Al despertar, me contó el sueño y me dijo que había sido muy vívido.

En otra ocasión, una practicante me dijo que había visto a mi esposo y a mí en un sueño, donde éramos una pareja de patos mandarines en el cielo, y también dijo que mi esposo se cultivaría. Le transmití estas palabras a mi marido. Él es una persona sencilla y modesta. Con mi insistencia, sintió que estas cosas eran bastante sorprendentes. A finales de ese mismo año comenzó a estudiar el Fa y a hacer los ejercicios conmigo.

Mis suegros son testigos de la belleza de Dafa

Después de practicar Dafa, siempre pensaba en los demás y trataba a mi suegra como si fuera mi propia madre. Ella solía decir: «Mi querida nuera, eres realmente mi tesoro». Si no me veía durante más de tres días, me decía: «¡Tesoro, te extraño tanto!». 

Mi suegra lleva más de dos años postrada en la cama. Sus tres hijos se turnaban para cuidarla en la semana. Mi esposo es el mayor y nuestra casa es la más espaciosa. Somos practicantes de Dafa, por lo que debemos cuidarla bien y dar un buen ejemplo a los dos hermanos menores. Por lo tanto, cuando nos tocaba a nosotros, no solo le preparaba la comida y se la llevaba, sino que también le lavaba los pies todos los días. Le cortaba las uñas de las manos y de los pies, le lavaba el pelo y le daba una ducha. Los dos hermanos cuando les tocaba cuidarla solo le llevaban la comida. Una vez, la esposa del hermano menor me dijo: «Es que no tienes nada mejor que hacer. Yo no haría más que enviarle la comida». 

Cuando otra practicante la escuchó decir eso, le respondió: «Tu cuñada es diferente a ti. Ella es una cultivadora y desea convertirse en una persona mejor». Es cierto, que si ella no hubiera empezado a practicar Falun Dafa, no lo haría.

Un día de mucho calor me tocaba cuidar de mi suegra. Al ver que hacía calor, mi marido y yo la llevamos en triciclo al río para que se bañara. Quizás le estiramos las piernas accidentalmente al subirla y bajarla. Cuando volvimos a casa, se quejó de que le dolían las piernas. Le pregunté si quería que le comprara medicina y ella aceptó. Cuando volví, le dije: «Solo recita con sinceridad: ¡Falun Dafa es bueno!».

Ella dijo: «Lo sé, Dafa me ha beneficiado mucho. Shifu me ha ayudado mucho».

Al día siguiente, mi tía vino a visitar a mi suegra. Cuando la vio así, me reprendió: «¿Cómo pudiste ser tan descuidada? ¡Mira lo que le hiciste a tu suegra!». Mi nuera también estaba allí en ese momento y, cuando la escuchó, se compadeció de mí. Después de que mi tía se fue, mi nuera me dijo: «Nuestra familia es la que más quiere a la abuela, y fue un accidente. ¿Cómo pudo hablarte así?». Le dije que soy cultivadora y que, efectivamente, fue culpa nuestra el descuido.

Al día siguiente, mi tía se llevó a mi suegra a vivir con ella. La visitaba dos veces al día. Por muy ocupada que estuviera, me tomaba el tiempo para verla todos los días. Mi suegra se recuperó en tres o cinco días. Cuando mi tía le preguntó a mi suegra: «¿Quién te cuida mejor?», mi suegra respondió: «Lo sé muy bien».

Mi nuera nos apoya en la práctica de Dafa

Mi esposo y yo tratábamos muy bien a nuestra nuera y nunca discutíamos por cuestiones económicas. Ella solía decir: «Mi propia madre no me trataría tan bien como ustedes».

Mi nuera apoya mucho a Dafa. A veces, cuando yo estaba ocupada, me ayudaba a imprimir folletos para aclarar la verdad. Un día, unos funcionarios del gobierno vinieron a acosarnos y le preguntaron: «¿Apoyas a tus suegros en la práctica de Falun Gong?».

Ella respondió: «La práctica de mis suegros es muy buena para nuestra familia y los mantiene sanos. ¿Por qué no iba a apoyarlos? ¡Los apoyamos firmemente!». Después de escucharla, se marcharon. A veces, cuando mi esposo tenía intención de faltar al estudio grupal del Fa en casa de otro practicante, nuestra nuera lo animaba a ir. 

La maravilla de practicar Dafa es indescriptible. Sin duda, seguiremos mejorando juntos en el Fa y haciendo lo que debemos hacer como discípulos de Dafa. ¡Gracias, Shifu, por su compasión y salvación!