(Minghui.org) Mis alergias, migrañas y enfermedades oculares desaparecieron cuando empecé a practicar Falun Dafa en 1998. Me sentía ligera y enérgica, mi visión y mi carácter mejoraron. Antes tenía mal carácter y no aguantaba nada. Poco a poco me volví tolerante, paciente, y consideré primero a los demás.
Hago todo lo posible por seguir los principios de Falun Dafa en mi vida diaria y en el trabajo. Experimenté el poder de la compasión. Se resolvieron muchos problemas difíciles. A través de nuestro comportamiento la gente ve lo diferentes que son los practicantes de Falun Dafa y lo maravilloso que es Falun Dafa. Comprendo que mi comportamiento puede afectar la opinión que la gente tiene sobre Falun Dafa.
Siempre que me doy cuenta de que no lo he hecho bien, lo rectifico inmediatamente. Me gustaría contarles algunas de mis experiencias mientras estuve en prisión.
«Hermana mayor» de mal carácter cambia
Había cinco o seis personas en la celda, les aclaré la verdad y les enseñé a cantar canciones de Falun Dafa. Nos llevábamos bien. Una noche trajeron a nuestra celda a una tía, Ah Ning, y a su sobrina. Ah Ning era «la hermana mayor».
Ah Ning tenía un carácter fuerte. Era violenta y le pegaba a tres reclusas que eran más pequeñas. No se atrevían a decir nada y se sentaban en un rincón a llorar. Eso me enojaba, pero como practicante sabía que debía contenerme. Ah Ning no paró ahí. Amenazó a todas para que no se lo dijeran a los guardias.
Ella, al darse cuenta que las reclusas confiaban en mí y me escuchaban, para imponer su poder y obligarme a escucharla, me llamó al baño, donde no había cámaras. Me preguntó qué diría si el guardia me preguntaba. Le dije que tenía mis propias creencias y que no cedía ante nadie. Cuando me abofeteó, recordé lo que dijo Shifu:
«... hay que llegar a no devolver el golpe ni los insultos...» (Cuarta Lección, Zhuan Falun).
Le pregunté tranquilamente: «¿Quieres seguir abofeteándome?». Se sorprendió. Le dije: «Tu bofetada no funciona. Tengo principios. Si no quieres volver a abofetearme, me iré ahora».
Cuando salí del baño, todos me miraban. Cuando vi sus caras de preocupación, sonreí y dije: «Estoy bien». La sobrina de Ah Ning me escribió una carta: «Esto es culpa de mi tía. Eres tan buena, pero aun así te abofeteó. No la detuve porque le tengo miedo».
Todos evitaron a Ah Ning después de este incidente. Ella no se lo esperaba y dejó de ser agresiva.
Cuando tenía 21 años trabajaba en una fábrica. Una compañera de trabajo me molestó, así que la abofeteé en la cara. Pero ahora me abofetearon a mí. Si no hubiera practicado Falun Dafa, no podría imaginar cómo habría reaccionado. Cuando era joven practicaba artes marciales y tenía un carácter fuerte. No era el tipo de persona que se deja intimidar fácilmente.
Cuando recordé el incidente con Ah Ning, me di cuenta de que yo aún tenía mentalidad de lucha, por eso me abofeteó.
Cuando el guardia habló conmigo, no mencioné el incidente. Si lo hubiera hecho, Ah Ning habría sido castigada. Sabía que no era una mala persona y que soportaba las dificultades. Quizás ella no estaba acostumbrada al ambiente de la prisión. Pensé que con el tiempo, todos los problemas se resolverían. No necesitaba enfrentarme a ella directamente.
Varios días después ella tuvo un enfrentamiento con el guardia. Cuando Ah Ning le gritó al guardia, este la abofeteó en la cara y le puso esposas y grilletes. Ah Ning seguía enojada cuando regresó a la celda. Dijo: «Así que esta vez me abofetearon. Todas ustedes están contentas». Dijo que la guardia vivía en su ciudad y que averiguaría su dirección.
Intenté hablar con ella. Analicé la situación por el bien de ella y le dije que podría ser sentenciada, que su comportamiento la perjudicaba y a los demás. Le hablé del Fa de Shifu:
«De hecho, la misericordia es una energía enorme, es la energía de los dioses rectos. Cuanta más misericordia haya, mayor se vuelve esta energía y más puede desintegrar todo lo que no es bueno». («Enseñando el Fa en el Fahui Internacional de Washington D. C. 2009», Colección de Enseñanzas del Fa, Vol. IX)
Le dije que la violencia era el método más débil y que tenía menos poder.
Cuando ella se dio cuenta de que lo que yo hacía era para su beneficio, dejó de oponerse a mí y reconoció los principios de Falun Dafa. Estuvo de acuerdo en que la Benevolencia era lo más poderoso.
Además, poco a poco fue cambiando y fue llevándose bien con las demás reclusas. También aceptó renunciar a la Liga Juvenil del Partido Comunista Chino (PCCh). Me pidió también que ayudara a renunciar a su novio. Le dije que su novio tenía que estar de acuerdo para que yo pudiera quitar su afiliación. Me dijo que visitará a mi hijo cuando la pusieran en libertad. También me dijo que si uno se aferra a algo, perderás otras cosas. Cuando me sentenciaron a prisión, ella pidió algunos platos para celebrar una despedida. Me insinuó que no debía abandonar la cultivación ni siquiera en la cárcel.
Todos en la celda lloraron cuando me fui.
La jefe del equipo de producción cambió
Me asignaron al Equipo de Producción 6, al poco tiempo de llegar a la cárcel. Los miembros del equipo eran agresivos; discutían y peleaban entre ellos, pero eran honestos a la hora de tratar los problemas. Hablaban del Equipo 4, donde los débiles y los ancianos eran intimidados e incluso pasaban hambre. Vi que su jefe de equipo golpeaba a una reclusa que tenía una enfermedad mental.
Seis meses después hubo una reorganización grande en la prisión y me asignaron al Equipo 4. Una reclusa tenía una enfermedad mental; una señora de sesenta años, sufría tanto acoso que desarrolló una enfermedad mental y estaba medicada, y había otra señora de más de setenta años. A las tres no se les permitía hablar y eran las últimas en recibir comida o ducharse. La jefe del equipo se llevaba primero el arroz, los platos y la sopa y solo dejaba un poco de arroz, platos y sopa para las tres. Ellas no se atrevían a hablar.
La jefa del equipo y su grupo no me trataron mal, pero yo sabía que no debía callarme, aunque no estuviera relacionado con mis intereses personales. Como practicante de Falun Dafa, debía demostrar mi compasión y el poder de la bondad.
¿Qué debía hacer? Le di parte de mi comida a la enferma mental para que tuviera suficiente para comer. Nadie la visitaba ni ingresaba dinero en su cuenta, así que no tenía dinero para comprar comida. Ayudé a lavar la ropa de dos ancianas y les corté las uñas. Me ocupé de ellas. Vi que las internas eran amables, pero estaban perdidas en el ambiente desviado del PCCh. Todas deseaban que confiaran en ellas, que las comprendieran y que las trataran con amabilidad.
Traté amablemente a todas las reclusas del equipo y la mayoría de ellas hablaban conmigo. La jefa de equipo empezó a hablarme poco a poco y la ayudé a renunciar al PCCh y a sus organizaciones afiliadas. Todas las jefes de equipo de la prisión estaban encargadas de vigilar a las practicantes de Falun Dafa. Cuando la reclusa de turno me denunció ante el guardia, mi jefa de equipo me recordó que me protegería y se puso frente al guardia. El ambiente mejoró, la jefa de equipo les dijo a las tres reclusas que fueran primero por la comida. Dejó que las dos ancianas se ducharan primero. Cuando le subió la presión a una de ellas, pidió al médico de la prisión que las examinara.
La señora de setenta años conversó conmigo y me dijo que la jefa de equipo había cambiado. Estaba asombrada. También la anciana enferma mental, que tomaba medicamentos, mejoró y pudo trabajar como las demás reclusas. Les dije a las reclusas que serían bendecidas si repetían: «Falun Dafa es bueno» y «Verdad-Benevolencia-Tolerancia es bueno». Nadie dijo nada, ya que había muchas reclusas en la sala.
Después, la anciana me llamó aparte y me pidió que repitiera las «nueve palabras». Al principio ella no tenía ninguna posibilidad de que le redujeran la sentencia, pero de repente se anunció una nueva política. Era la única que cumplía las condiciones para una reducción de sentencia, así que salió de prisión un año antes.
Un guardia le dijo a una anciana del Equipo 6 que practicaba los ejercicios de Falun Dafa: «Falun Dafa es bueno. Ya sabes cómo era el Equipo 4 antes. Ya ves cómo ha cambiado después de que la practicante fue allí. Falun Dafa es muy bueno». Todos notaron el cambio en el Equipo 4.
Tratando con amabilidad a la persona que intentó transformarme
La prisión trató de transformarme: fue un año largo y difícil.
Cuando me trasladaron por primera vez al «centro de transformación» y escuché a esas personas insultar a Shifu y a Falun Dafa, me puse furiosa. Había varios grupos y cada grupo tenía dos personas. Se turnaban para intentar transformarme. Cambiaban a las personas del grupo cada tres meses.
El grupo se quedaba conmigo todo el tiempo, excepto cuando dormía. Una de ellas estaba en la cárcel por tráfico de drogas y amenazó con pegarme. Le contesté: «Por favor, pégame si crees que puedes hacerme renunciar a Falun Dafa. No te perdonaré y diré a los miembros de tu familia que sepan lo que hiciste. Golpeas a gente buena y la persigues. Interpondré una demanda contra ti. Mi familia se pondrá en contacto con la oficina de administración de prisiones para vigilarte y nadie reducirá tu sentencia». Ella estaba muy enojada y dijo: «Eres terrible. Te odio». En ese momento pensé que tenía pensamientos rectos muy fuertes y que ella no se atrevía a golpearme. Estaba contenta.
Vino otro grupo e intentó transformarme. También fui contra ellos. Un día, al responder, sentí que no podía respirar y que me costaba hablar. De repente me di cuenta de que debía mirar hacia adentro. Encontré mi corazón de competencia. Cuando vi el odio en sus ojos, me sorprendí. ¿Acaso cultivé la bondad? Aunque estaban controladas por el mal, soy practicante de Falun Dafa. Cambié mi forma de pensar. Ya no les contestaba ni discutía con ellas, aunque me trataran mal. Cuando estaban tranquilas y racionales, les hablaba con calma. Al guiarlas con los principios del Fa, se daban cuenta de que habían sido engañadas por el PCCh.
Nos llevábamos bien. Una reclusa consiguió mi número de teléfono y, luego de salir en libertad, se puso en contacto con mis familiares y les contó mi situación. Uno de sus familiares era policía y perseguía a los practicantes de Falun Dafa. Ella le dijo que no era bueno perseguir a la gente buena y que al hacerlo cometía un delito.
El poder de la compasión
Los practicantes de Falun Dafa son brutalmente perseguidos en el opresivo entorno carcelario. Traté a todos con benevolencia. Cuando sufrí una severa persecución o cuando era incapaz de soportar las dificultades, siempre recordaba que soy practicante de Falun Dafa. No me permití ser negativo y hacer que otras personas tuvieran una impresión negativa de Falun Dafa. Mucha gente me preguntaba cómo podía soportar situaciones tan insoportables.
Una jefa de equipo fue muy dura, pero la traté con amabilidad. Después, se sinceró conmigo. Me dijo que los practicantes de Falun Dafa no difundían rumores. Durmió a mi lado y hablamos hasta medianoche. La subdirectora a cargo de las celdas siempre me hablaba amablemente. Siempre que la veía, me saludaba cordialmente. Mi compasión conmovió sus corazones y transformó el ambiente que me rodeaba.
Los principios de Falun Dafa me guían, esté donde esté. Siempre recuerdo mi misión y trato a todo el mundo con amabilidad. Cuando me liberaron, mi madre dijo: «Mi hija fue bendecida. Veo bondad en su rostro». Noté que mi tez se volvió más clara. Sentía que mi carácter fuerte se había calmado.
Cuando miro atrás, siempre me siento profundamente conmovida. Si no hubiera practicado Falun Dafa, habría tratado las cosas de forma agresiva y las habría complicado aún más. Ahora actuó y trato a los demás con compasión y bondad. La gente se conmovió y se dio cuenta de que podía usar métodos bondadosos, no perversos, para resolver los problemas. Los que eran agresivos y combativos ya no perdían los estribos, ni maldecían a los demás o pegaban a la gente. Se volvieron tranquilos y pacíficos, y trataron a la gente con bondad. Tienen una actitud positiva de Falun Dafa. La compasión de Falun Dafa limpió sus pensamientos y acciones desviados. Me siento inmensamente feliz y tranquila. Soy tan afortunada de haber obtenido el Fa en esta vida, de haber aprendido el significado y el verdadero valor de la vida.
¡Gracias Shifu! ¡Gracias Falun Dafa!
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