(Minghui.org) Comencé a practicar Falun Dafa en 1996 y actualmente tengo 76 años. A lo largo de mi vida tuve muchos problemas de salud. Sufría de bronquiectasias, dolores de cabeza e insomnio, y además era portadora del virus de la hepatitis B. Busqué ayuda médica, pero no me recuperé. También probé practicar Tai Chi y otras formas de qigong, e incluso fui al templo a rezar a Buda, pero nada me ayudó. Mi vida era difícil y agotadora. Pero poco después de comenzar a practicar Falun Dafa, todos mis dolores desaparecieron, y desde entonces ya no necesité tomar ningún medicamento.
Shifu purificó mi cuerpo y me ayudó a entender el verdadero sentido de la vida, que es volver al hogar original y verdadero. Comprendí que el propósito de mi vida es asistir a Shifu en la rectificación del Fa y salvar a los seres conscientes. Para agradecerle a Shifu por su benevolencia, escribí esta experiencia de cultivación para compartirla con Shifu y con mis compañeros practicantes.
Abandonar el apego al interés personal
Seguí los principios de Verdad-Benevolencia-Tolerancia y dejé de pelear con la gente por mis intereses personales. Poco después de comenzar a practicar Dafa, perdí una bicicleta nueva, lo que me dificultó ir y venir del trabajo. Una compañera me ayudó a comprar una bicicleta usada del Buró de Seguridad Pública. Cuando la recibí, noté un permiso de estacionamiento escolar con un nombre colgando en la parte trasera. Pensé que la estudiante debía estar muy triste por haber perdido su bicicleta, así que decidí pedirle a una compañera practicante que la devolviera y le explicara que somos practicantes de Falun Dafa y que nuestro maestro nos enseña a pensar primero en los demás. La estudiante se conmovió.
Trabajaba en el departamento de administración escolar y tenía algo de autoridad, pero nunca la usé para obtener beneficios personales. También les pedí a mi esposo y a mi hija que no llevaran nada a casa si no nos pertenecía. Había una estudiante de una familia de bajos recursos de una zona rural, y con frecuencia su familia no podía enviarle dinero para cubrir sus gastos. Yo la ayudaba frecuentemente. También proporcionaba apoyo económico regular a una persona con problemas de salud mental en mi comunidad.
Mi escuela ofrece beneficios de subsidio habitacional, y los jubilados también pueden solicitarlos. Muchos empleados jubilados presentaron sus solicitudes y recibieron sumas considerables. Yo opté por no solicitarlos, pero el director de la escuela depositó mi parte directamente en mi cuenta bancaria. Me di cuenta de que era tal como dijo Shifu: “Si algo te pertenece, no lo pierdes” (Séptima Lección, Zhuan Falun).
Aclarando la verdad en el centro de detención
El Partido Comunista Chino (PCCh) lanzó la persecución a Falun Dafa en 1999, utilizando sus medios de comunicación para desacreditar tanto a Falun Dafa como a su fundador y engañar al público para que apoyara sus acciones. En respuesta, comencé a aclarar la verdad a mis compañeros de trabajo y a los directivos. Para llegar a más personas, compré una grabadora de VCD para crear discos sobre Dafa y los distribuí personalmente.
Debido a que seguí contando la verdad sobre Dafa, me impusieron una condena de un año en un campo de trabajo forzado en 2005 y otra de un año y medio en 2008. Por problemas de salud, fui liberada antes en ambas ocasiones.
La mayoría de las personas en los centros de detención están allí por delitos como apuestas, robo, consumo de drogas, prostitución, etc. Yo era la persona de mayor edad y estuve detenida durante más tiempo. Pero siempre me consideré una practicante de Dafa, no una persona común, y me comporté en consecuencia. Debido a la corrupción moral de la sociedad, esas personas cometieron errores. No las menosprecié. Al contrario, me esforcé por cuidarlas. Algunas llegaban sin dinero y no tenían artículos básicos. Yo usaba mi propio dinero para comprar cosas y las compartía con quienes las necesitaban.
Aclaré la verdad sobre Dafa a todos en el centro de detención. Les conté a las reclusas los hechos sobre Falun Dafa, el incidente montado de la autoinmolación en la Plaza de Tiananmen y la sustracción forzada de órganos a practicantes de Falun Dafa. También expliqué cómo ser una buena persona según la cultura tradicional china, mencionando la retribución del yeli, la relación entre pérdida y ganancia, y más. Después de entender la verdad, me respetaban mucho y lamentaban todas las cosas malas que habían hecho en el pasado, diciendo que serían personas nuevas al salir en libertad.
Había una narcotraficante vietnamita condenada a muerte por tráfico de drogas. Sus hijos eran pequeños y ella lloraba todo el día. Las demás no querían hablar con ella, pero yo me acerqué y la cuidé. Le conté la verdad sobre Falun Dafa y le sugerí que recitara “Falun Dafa es bueno, Verdad-Benevolencia-Tolerancia es bueno” para ayudarse. Empezó a recitarlo todos los días, y poco a poco comenzó a sonreír.
En el centro de detención, a todas se nos ordenó escribir una “confesión”. Yo no había cometido ningún delito, así que aproveché la oportunidad para aclarar la verdad y escribí dos páginas. Después de leer mi “confesión”, una guardia me dijo que la historia eventualmente confirmaría todo. Les decía a las demás que yo era una persona muy buena.
Me condenaron a un año y medio de trabajos forzados en 2008, pero el campo de trabajo se negó a aceptarme debido a mi condición física, así que me retuvieron en el centro de detención de la ciudad. Un día, el director preguntó por qué me retenían allí. Le dije que era por distribuir DVDs de Shen Yun. Sintió curiosidad por Shen Yun, así que le expliqué que Shen Yun es un espectáculo cultural que presenta 5.000 años de cultura tradicional china. Le conté que incluye historias clásicas, mitos y leyendas, así como relatos de la persecución a Falun Dafa. Con sus coloridos trajes y su escenografía interactiva, las funciones de Shen Yun son muy apreciadas por el público en todo el mundo. El director me pidió que escribiera sobre el espectáculo. Como había visto los DVDs muchas veces, escribí las letras de las canciones, las enseñanzas morales de las danzas clásicas y sobre la persecución a Falun Dafa. Escribí seis páginas y las entregué a los guardias y al director. Muchas personas leyeron mi introducción a Shen Yun, y al conocer la verdad, comenzaron a tratarme con amabilidad.
Era la interna de mayor edad en el centro de detención, pero me ofrecí voluntariamente a limpiar el lugar, incluidos los baños, todos los días. La jefa de guardias incluso me mencionó en la transmisión por radio del centro de detención, alentando a todos a seguir mi ejemplo. Me dijo: “Todos aquí, desde el director hasta los guardias, piensan que eres una excelente persona”. Le respondí que cada uno de nosotros, los practicantes de Dafa, se esfuerza por ser así, porque nuestro Shifu nos enseña a ser buenas personas y mejores aún.
Mientras estuve detenida, seguí recitando el Fa en mi corazón. Me recordaba que nunca abandonaría Falun Dafa, ni firmaría declaraciones de garantía ni mancharía a Dafa. Le pedí a Shifu que me ayudara a salir de allí. Las demás veían televisión, pero yo nunca lo hacía. Repetía mi deseo desde la mañana hasta la noche.
Cada vez que me detenían, desarrollaba una afección médica, me llevaban al hospital y me liberaban antes de que se cumpliera mi condena.
La primera vez que el centro de detención me informó que podía regresar a casa, me sorprendió que nadie intentara “transformarme”. Me costaba creer que fuera tan simple. Con lágrimas en el corazón, le dije a Shifu: “Quiero irme a casa, pero si ponen como condición abandonar Dafa, no me voy”.
Cuando dos agentes de la Oficina 610 vinieron a escoltarme fuera del centro, caminé despacio. Se quejaron diciendo: “¿Por qué caminas tan lento? ¿No quieres irte a casa? ¡Te estamos dejando libre!”. Shifu me ayudó y resolvió la tribulación porque creí firmemente en Dafa. Después de volver a casa, nadie vino a presionarme para que abandonara Dafa. Ni siquiera me afectaron las recientes campañas llamadas “golpeando puertas” y “reducción a cero”.
Eliminando un cartel difamatorio y cancelando una sesión de lavado de cerebro
En septiembre de 2018, noté un cartel en una esquina de mi calle que difamaba a Falun Dafa. Fui al comité vecinal y pregunté: “¿Están dirigiéndose a mí? Soy la única que practica Falún Dafa en esta calle”. El anciano secretario del Partido del comité vecinal no estaba. Solo había dos o tres personas jóvenes, y uno de ellos era un secretario recién ascendido. Les expliqué que el cartel estaba difundiendo información falsa que perjudicaba a la comunidad. Luego les hablé sobre la Apelación del 25 de abril y el incidente de la autoinmolación en Tiananmen. El nuevo secretario dijo que no sabía que Falun Dafa era tan bueno. Les proporcioné un enlace al anuncio emitido por la Administración General de Prensa y Publicaciones el 1 de marzo de 2011, que levantaba la prohibición de publicar libros de Falun Dafa. Al día siguiente, retiraron el cartel.
Tres días después, el anciano secretario del Partido del comité vecinal y varias otras personas vinieron a llevarme a una sesión de lavado de cerebro. Me acusaron de promover Falun Dafa. Me negué a ir, pero dos hombres grandes me cargaron desde el tercer piso. Cuando llegamos a la “escuela de administración legal”, les pedí que me mostraran la base legal para mi secuestro, pero no pudieron proporcionarla. Antes de que comenzaran a intentar lavarme el cerebro, declaré: “No pueden ‘transformarme’. ¿Quieren convertir a una buena persona en una mala? Es absurdo. Las personas que han sido ‘transformadas’ han declarado que todo lo que escribieron fue inválido unos días después, y quieren volver a practicar Dafa. Pueden ir a Minghui.org y comprobarlo ustedes mismos”.
Yo era la única en la sesión de lavado de cerebro. Me negué a abandonar Dafa y estuve un tiempo en un enfrentamiento con ellos. Más tarde, el director comentó que después de practicar durante más de 20 años, las personas no podían cambiar su manera de pensar. Al final, se canceló la sesión de lavado de cerebro. El director les dijo al secretario del Partido del comité vecinal y a muchos otros: “En cuanto a quienes están bajo su jurisdicción, deberían gestionar ustedes mismos los asuntos. No es aconsejable desentenderse y trasladar la responsabilidad a otros”.
El secretario del Partido respondió: “No teníamos otra opción. Ella siempre nos causa problemas”. Esto demuestra que quienes llevan a cabo el lavado de cerebro también conocen la verdad. Continúan haciendo esas cosas solo por dinero. También reconocen que el PCCh miente.
Al mirar hacia atrás en mis 20 años de cultivación asistiendo a la rectificación del Fa de Shifu y salvando seres conscientes, sé que no habría llegado hasta hoy sin la protección de Shifu. No tengo remordimientos. Sé que los practicantes eliminan su propio yeli mientras salvan a otros, y que Shifu ha soportado cantidades incalculables por mí, mientras que yo he soportado muy poco. Durante este último periodo de rectificación del Fa, redoblaré mis esfuerzos para ser más diligente, hacer bien las tres cosas, cumplir mis votos prehistóricos ¡y regresar a casa con Shifu!
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