(Minghui.org) Soy estudiante universitario de segundo año. Me gustaría compartir algunos entendimientos que he adquirido durante mi proceso de cultivación.

En mi primer año, trabajé muy duro en mis estudios y tuve la suerte de recibir el premio de «Estudiante sobresaliente» para el año académico 2023-2024. Aunque superficialmente pudiera parecer indiferente al recibir el premio y la gratificación económica, en el fondo me sentía extremadamente feliz y alegre. Después de recibir el premio, pensé: «Ahora que he recibido este premio, seguro que habrá obstáculos para mí en el futuro». 

Efectivamente, varias semanas después de recibir el premio, empezaron a aparecer las pruebas. Cada vez que pasaba por el pasillo, mucha gente me felicitaba por mi logro. Yo me recordaba:

«...todos los elogios le son pruebas para pasar» («El cultivador naturalmente es parte de ello», Escrituras esenciales para mayor avance).

Intenté ignorar los cumplidos, temiendo que pudieran afectar a mi concentración y reducir mi rendimiento académico. Sin embargo, con el tiempo, estos cumplidos me hicieron sentir que, en efecto, era más capaz y tenía más talento, y mi actitud hacia los que me rodeaban empezó a cambiar. 

Tenía amigos cercanos en la misma clase. Cuando comparaba los logros académicos y las notas, aunque yo iba ligeramente por delante, estos amigos siempre se esforzaban mucho en su trabajo; empecé a temer que si seguían esforzándose tanto, podrían llegar a alcanzarme. A veces fingía que no estudiaba mucho, con la esperanza de que mis amigos hicieran lo mismo, pero luego estudiaba mucho en secreto por la noche. Esto me ponía cada vez más ansioso y envidioso cada vez que mis amigos conseguían responder a las preguntas del profesor en clase. Intentaba escuchar muy intensamente en clase solo para asegurarme de que nadie pudiera responder tan rápido como yo. A veces me sentía satisfecho cuando mis amigos tenían dificultades en clase. Lo veía como una oportunidad para superar a mis amigos y proteger mi reputación. Mi mente siempre estaba en modo competitivo, intentando presentarme como el mejor estudiante, y me sentía orgulloso cada vez que hacía que mis amigos se sintieran inferiores o tontos.

Desde mi punto de vista, estos amigos siempre intentaban competir conmigo, tanto en lo académico como en otras actividades escolares. Luego, al comienzo del nuevo curso, llegaron más y más estudiantes nuevos, y sentí que me enfrentaba a más obstáculos, como si hubiera más competidores a los que superar. Durante el último semestre, oí por casualidad que algunos estudiantes nuevos eran muy buenos en sus estudios, con notas casi perfectas, y esto me hizo temer una vez más que me arrebataran mi reputación. Pensé para mis adentros: «¿Cómo es posible que esos estudiantes tengan ese aspecto y sean tan buenos estudiando?». Mi mente no dejaba de dar vueltas al temor de perder la reputación.

En mi vida diaria y en mi trabajo, también me descubrí pensando negativamente en otros practicantes que podrían tener oportunidades similares a las mías. Sentía que ya no era tan «especial» como antes. Experimenté una crisis mental: en la superficie, me esforzaba por ser un buen amigo, pero en el fondo, no podía sentirme feliz por los logros de los demás.

Mi actitud hacia el estudio también cambió. A veces, durante las clases, no me molestaba en prestar atención, pensando: «Aún puedo sacar buenas notas sin entender realmente». Fingía escuchar, pero mi mente estaba preocupada por cómo superar a los demás. Me volví complaciente, pensando que podía terminar las tareas rápidamente con el mínimo esfuerzo. Llevé esta arrogancia a mis solicitudes de prácticas, creyendo que mis altas notas me garantizarían la aceptación. Sin embargo, cuando llegaron los parciales, me di cuenta de que en realidad no tenía nada, salvo sentirme agotada. Me rechazaron muchas solicitudes de prácticas y mis notas eran bajas. Sentía que todo mi trabajo había sido en vano y me desanimé. Incluso empecé a sentir envidia de mis amigos y ya no me atrevía a hablar con ellos. 

Durante una sesión de estudio del Fa en grupo, mencioné estos sentimientos a mis compañeros practicantes, ya que me había sentido agotado y desanimado en mis estudios y cultivación. Una practicante dijo que mi situación le recordaba una enseñanza del Shifu en Zhuan Falun, Sexta Lección, "Del propio corazón nacen demonios":

"Al mirarse, él encuentra que realmente es un fo. ¿Por qué? Porque todas las materias dentro de la esfera del campo espacial alrededor de su cuerpo se transforman de acuerdo con sus pensamientos, lo cual también se llama transformación según el corazón." (Sexta Lección, Zhuan Falun).

Me di cuenta de que me sentía consumido por mi propia ilusión, creyendo que todo el mundo competía conmigo por su beneficio personal. Aunque intentaba recordarme que no debía apegarme a ningún beneficio material, lo cierto era que disfrutaba de la atención de los demás y poco a poco me hundía más en ella. Esto me hizo recordar otra enseñanza de Shifu:

«Al principio, dado que esta persona es buena, cuando cura a otros, si ellos le dan dinero o le regalan algunas cosas, él quizás no quiera nada y los rechace. Pero no es capaz de resistirse a ser contaminado en esta gigantesca tina de tintura de la gente común, porque como esta clase de personas de la vía inversa no ha pasado por el xiulian real del xinxing, les resulta muy difícil manejar bien su xinxing. Lentamente comienza a aceptar pequeños regalos de recuerdo y gradualmente, cuando le dan cosas grandes, también las quiere y al final no acepta si le dan menos. Finalmente dice: «¿Para qué me dan tantas cosas? ¡Denme dinero!». Él incluso no acepta si le dan poco dinero. A los maestros de qigong ortodoxos tampoco los respeta más y sus oídos se llenan de cumplidos de otros sobre cuán capaz es él. Si alguien habla mal de él, se pone infeliz; le surgen todos sus corazones de fama y fortuna y considera que él es más capaz que otros y que es extraordinario. Él piensa que le han dado este gong para que sea un maestro de qigong y haga grandes fortunas cuando, en realidad, es para que él haga el xiulian». (Tercera Lección, Zhuan Falun)

De hecho, tenía sentimientos de envidia, arrogancia y, a veces, incluso menospreciaba a los compañeros practicantes. Siempre me sentía tenso, irritado e incómodo. Verdaderamente, me había enfrentado a este problema durante mucho tiempo, y parecía que no podía «soltar» estos apegos. De un apego habían surgido muchos más, y llevaban casi dos años atormentándome.

No entendía por qué me daba cuenta del problema, pero no podía soltarlo. En apariencia, seguía estudiando el Fa y practicando los ejercicios, y me decía: «Tengo que ser indiferente a estos apegos», pero en el fondo, seguía aferrándome a ellos. No podía explicarme por qué quería aferrarme tanto a esos apegos. A veces incluso intentaba justificar los apegos, enmascarándolos con la excusa de que mis logros académicos en la universidad podían ser vistos como que yo trabajaba en proyectos de Dafa y validaba el Fa. Durante un tiempo, me sentí realmente agotado, como si no pudiera progresar en mi cultivación, e incluso pensé que tal vez sería más fácil si dejara de practicar. Realmente pensaba mucho en esto, a veces incluso lo consideraba natural, como parte de mi personalidad.

Cuando más tarde estudié el artículo de Shifu «Exponiendo el Fa en el Fahui de Canadá», me di cuenta de que en realidad no había querido desprenderme de estos apegos. Al contrario, había intentado ocultarlos, temiendo por mi fama y mi beneficio personales, y esto había obstaculizado mi progreso. Pensar demasiado también puede ser un apego. 

Me di cuenta de que siempre necesito mantener pensamientos rectos para no dar rienda suelta a mis propios apegos, y de que siempre debo adherirme a las normas de Verdad, Benevolencia y Tolerancia en todo momento. Incluso ahora, quiero decir abiertamente que a veces todavía tengo pensamientos que provienen del espíritu competitivo, la envidia, la ostentación y el deseo de fama y ganancia, pero estoy trabajando continuamente para eliminarlos y estoy aprendiendo a dejar ir estos apegos.

Sea como sea el proceso de soltar, me doy cuenta de que todo es bueno y sólo tiene por objeto ayudarme a mejorar aún más.