(Minghui.org) Soy una practicante de Falun Dafa de 62 años de China continental.
Desde mi infancia padecí enfermedades, y mi salud empeoró después de casarme y tener hijos. A los 30 años padecía anemia, hernia discal lumbar, síndrome de Meniere, calvicie, depresión, enfermedades gastrointestinales, neumonía, dermatitis alérgica, y tenía que evitar el contacto con el agua fría en invierno o el uso de ventiladores en verano. Estaba pálida, delgada e irritable, con un temperamento violento. La vida me resultaba demasiado dolorosa.
Tenía una amiga que había tenido un accidente de camión y se había fracturado la columna vertebral. Los médicos le habían dicho que tendría que permanecer en cama durante tres años para recuperarse, pero apareció ante mí un día de 1997, sana y erguida. Apenas podía creer lo que veía y le pregunté: «¿Cómo puedes estar de pie?». Mi amiga me dijo que se había curado al mes de practicar Falun Dafa (también conocido como Falun Gong) y me dio un ejemplar del libro Zhuan Falun. Su historia me dejó asombrada. Además, en cuanto recibí de ella el ejemplar de Zhuan Falun, sentí una alegría indescriptible en el corazón.
A partir de ese día, cuando volvía a casa del trabajo y terminaba las tareas domésticas, me ponía a leer Zhuan Falun. A los pocos días de leer el libro, ya no me quedaba sin aliento al subir las escaleras. Todas mis enfermedades desaparecieron y sentí una felicidad sin precedentes. En el pasado, quería abandonar mi vida y huir de casa para vivir la vida de un ermitaño en las montañas o en un bosque. Dafa cambió mi visión de la vida, me dio esperanza y proporcionó a mi inquieto corazón un hogar seguro.
Falun Dafa respondió a todas las preguntas de mi corazón. Llegué a comprender el origen y el propósito de la vida humana, la razón del sufrimiento humano, por qué comparto buenas relaciones con algunas personas mientras mantengo relaciones antagónicas con otras; por qué en la sociedad hay pobres y ricos, y personas de estatus social alto y bajo. Con estos conocimientos, dejé de sentir lástima de mí misma. Soy muy afortunada de haber obtenido Falun Dafa en esta vida, ¡un verdadero camino de cultivación que puede guiarme de vuelta a mi verdadero hogar! Estoy agradecida al Maestro Li por reescribir mi vida, darme bendiciones, templar mi voluntad y guiarme a lo largo de mi camino de cultivación.
1. Tratando bien a mi suegra
Solía sufrir las críticas y duras exigencias de mi suegra. Aunque como practicante lo soportaba superficialmente y me contenía, seguía sintiéndome enfadada y agraviada en el fondo de mi corazón. A pesar de mi educación superior, mi suegra analfabeta me menospreciaba. Lloraba cada vez que me menospreciaba y la odiaba por no tratarme bien. Incluso me reprochaba haberme casado con el hombre equivocado, lo que me había llevado a este trato injusto. Mi suegra me criticaba por no ser humilde, y me resultaba imposible ganarle la batalla. Con una voz diez veces más fuerte que la mía, cualquier queja de mi suegra contra mí conllevaba repercusiones por parte de mi esposo. Como usaba la lógica de la gente común para guiar mis pensamientos y acciones, no cumplía con los requisitos de Dafa.
Al seguir estudiando el Fa y cultivando mi mente, llegué a comprender que esto se debía a que había herido a mi suegra en una vida pasada. Con el tiempo, me templé según las enseñanzas de Dafa. Algunas nueras y suegras pueden vivir juntas sin conflictos. Estas nueras trataban a sus suegras como a sus propias madres y se llevaban bien con ellas. Al pensar en esto, me sentí avergonzada y culpable. Como cultivador, mi comportamiento era inaceptable e incluso manchaba el buen nombre de Dafa. Recordé nuestras interacciones en el pasado. Cuando a mi suegra no le gustaba la ropa que yo le compraba, yo me sentía mal por su exigencia. Cuando se quejaba de las deficiencias de mi familia, me molestaba porque, con su falta de conocimientos y habilidades mundanas, no tenía motivos para juzgar. El resultado fueron años de ira y odio acumulados.
Tras descubrir mis defectos, me propuse mejorar y cambiar. Intenté permanecer inamovible ante las acusaciones y los insultos de mi suegra. Cuando trató de avergonzarme por ser una antigua prisionera de un campo de trabajo, le aclaré la verdad sobre la persecución a Falun Dafa, y le expliqué que no había nada malo en ser una buena persona según los principios de Dafa de Verdad-Benevolencia-Tolerancia. Le dije que practicar Falun Dafa no debería ser ilegal, y que me habían encarcelado porque el Partido del Mal perseguía a la gente buena. Le dije que el incidente de la autoinmolación de Tiananmen fue un montaje de Jiang Zemin y su grupo para inculpar a Falun Dafa, y le aconsejé que no creyera las mentiras del Partido Comunista Chino (PCCh). Los padres de mi suegra, muy trabajadores, habían ahorrado lo suficiente para comprar unas tierras, pero luego fueron acusados de terratenientes por el PCCh. Por culpa del régimen comunista, el padre de mi suegra murió fusilado a pesar de no haber cometido ningún delito. El Partido Comunista persiguió a generaciones de chinos trabajadores, atacando a los llamados elementos negativos como terratenientes, campesinos ricos, contrarrevolucionarios y derechistas. Hoy, el PCCh persigue a los practicantes de Falun Dafa, que son buenas personas. Le dije a mi suegra que el Partido Comunista es la verdadera causa de la inestabilidad social en China. Mi suegra estuvo de acuerdo conmigo y dijo que temía la crueldad del Partido Comunista al perseguir a la gente.
El odio que sentía por mi suegra empezó a disminuir y la vi con mejores ojos. Empecé a bañarla, a lavarle el pelo y a tratarla bien. Le enseñé a recitar «Falun Dafa es bueno, Verdad-Benevolencia-Tolerancia es bueno», y mi suegra aceptó mi consejo y recitó las frases.
Durante un tiempo, mi suegra nos contó que seguía observando ladrones que intentaban entrar en su casa por la noche y gente que se arrastraba por las ventanas. Después de especular que estaba viendo fantasmas del inframundo, le dije: «Cuando los veas, recita “Falun Dafa es bueno, Verdad-Benevolencia-Tolerancia es bueno” y esos demonios malignos no se atreverán a acercarse a ti». Después de eso, mi suegra dejó de ver intrusos por la noche.
A medida que mi suegra envejecía, su memoria empezó a fallar hasta el punto de que ni siquiera podía reconocer a su propio hijo. Sin embargo, seguía reconociéndome sin falta, pronunciando mi nombre y recitando «Falun Dafa es bueno, Verdad-Benevolencia-Tolerancia es bueno» en alguna ocasión. Antes de que mejoráramos nuestra relación, mi suegra me regañaba por perezosa cuando veía a su hijo haciendo las tareas domésticas. Cuando nuestra relación mejoró, mi suegra le pedía a mi esposo que me ayudara con las tareas domésticas y cuidara de nuestros hijos. Siguió haciéndolo incluso después de que su estado mental se deteriorara. Cuando mi esposo le daba un poco de pastel, se comía la mitad y guardaba la otra mitad para mí. Mi esposo estaba tan conmovido que me dijo: «¡Te has ganado a mi madre!».
A pesar de haber estado débil y enferma toda su vida, mi suegra no sufrió ninguna enfermedad grave en los últimos cinco años de su vida, porque recitaba a menudo las frases: «Falun Dafa es bueno, Verdad-Benevolencia-Tolerancia es bueno». Falleció en paz a la edad de 90 años, con una salud relativamente buena.
2. Tratando bien a mi madre
No me ha resultado fácil tratar bien a mi madre. Durante mi infancia, mi madre se peleaba con la gente que trabajaba en nuestra comunidad, lo que provocaba que insultaran y maltrataran a nuestra familia como represalia. Mi madre seguía regañándome y pegándome aunque yo tenía casi 50 años. Tomé la iniciativa de volver a casa para pasar tiempo con ella, pero no lo apreciaba. Le hacía las tareas domésticas y la ayudé a cambiar de casa varias veces debido a la demolición forzosa. Sin embargo, después se volvió hostil y me echó, lanzándome maldiciones. Más tarde me di cuenta de que compartía una relación de yeli con mi madre y empecé a buscar en mi interior para cultivar mis pensamientos y acciones.
Mi madre visitó la casa de un pariente con unos espiritistas para hacer Feng Shui y exorcizar espíritus. Aconsejé a mi madre que era imposible quitar las enfermedades de otras personas a cambio de nada y declaré que no creía en sus mezquinas habilidades. Después, algunos familiares sufrieron dolores de cabeza, piernas y estómago, y me culparon por interferir. Mi madre me preguntó por qué mi actitud hacia ellos había sido tan conflictiva. Había levantado la voz y les había acusado de estar locos por el dinero y de no poseer naturaleza humana. Finalmente, miré hacia dentro y descubrí mi mal carácter, mi naturaleza combativa y mis sentimientos de aversión hacia mi madre. Tras confesar en silencio mis errores a Shifu, prometí eliminar estos pensamientos. Aquella noche llamé a mi madre y ella se limitó a responderme: "Todo está aclarado y superado. ¿Por qué sigues aferrándote a ello en tu corazón?". Aunque los había perdonado, seguía teniendo el deseo de discutir sobre quién tenía razón y quién no. Me di cuenta de que quería demostrar que tenía razón. A través de este incidente, Shifu puso al descubierto mis apegos y me ayudó a deshacerme de ellos.
No soportaba los extravagantes hábitos de gasto de mi madre, porque repercutirían en mi herencia. Mi madre solía decir cosas humillantes sobre nuestros antepasados, lo que me enfurecía porque temía que ella me humillara a su vez. No podía tolerar la actitud dominante, arrogante y condescendiente de mi madre, porque yo también compartía los mismos rasgos por haber sido educada en la cultura del Partido. De hecho, mi madre es un espejo que refleja mis propios apegos y defectos, permitiéndome iluminarme y mejorar.
3. Tratando bien a mí esposo
Mi esposo es un trabajador consciente, laborioso y hábil, pero después del trabajo le gusta jugar al mahjong y al fútbol, ir a pescar y salir con sus amigos. Antes de practicar Falun Dafa, le pedí que pasara más tiempo conmigo, ayudando en las tareas domésticas y cuidando de nuestros hijos. Sin embargo, no estaba dispuesto a hacerlo, lo que provocaba infelicidad y peleas frecuentes. Yo hablaba de sus malos hábitos allá donde iba, y la gente de nuestro entorno lo conocía como un jugador que se preocupaba poco por su familia.
Después de practicar Falun Dafa, aprendí a ser una buena persona según los principios de Verdad-Benevolencia-Tolerancia. Intenté hacer la vista gorda ante sus defectos y vivir en armonía con mi esposo. Sin embargo, cada vez que olvidaba las enseñanzas de Shifu, acababa peleándome con él. Después, me negaba a arrepentirme o a mirar hacia dentro e incluso seguía discutiendo y lo acusaba de estar equivocado.
Shifu dijo:
«Siendo alguien que refina gong debes, ante todo, ser capaz de no devolver el golpe al ser golpeado ni devolver la injuria al ser injuriado, tienes que ejercer Ren». (Novena Lección, Zhuan Falun)
Shifu nos enseña a ser desinteresados y considerados con los demás. Sin embargo, yo no seguía esta enseñanza cuando trataba con mi esposo, quien me llamaba salvaje e irrazonable cada vez que discutíamos.
A pesar de nuestros conflictos, antes del 20 de julio de 1999 (cuando comenzó la persecución), mi esposo había sido testigo de cómo Dafa había mejorado mi cuerpo y mi mente, y me dio todo su apoyo. Después del 20 de julio de 1999, cuando fui detenida ilegalmente y enviada a un campo de trabajo por el PCCh, mi esposo lloró y lamentó profundamente cómo había fumado, bebido, jugado a las cartas y me había ignorado. Pensaba que empecé a practicar porque me sentía sola y se culpaba a sí mismo. Aunque amigos y autoridades le aconsejaron que se divorciara de mí, él se negó firmemente, a pesar de enfrentarse al desprecio y la discriminación de la gente que lo rodeaba. Empezó a cuidar de nuestros hijos y pidió ayuda a mi suegra para ocuparse de las tareas domésticas. En el fondo sabía que debía estarle agradecida y tratarle bien, pero me costaba hacerlo.
Mientras estaba en el campo de trabajo, en un momento de debilidad declaré mi intención de abandonar la práctica de Dafa. Cuando intenté reanudar la práctica después de mi liberación, mi esposo se negó resueltamente a permitírmelo, bloqueando cada uno de mis intentos mientras me golpeaba y regañaba. Lanzaba objetos con rabia, pegaba a nuestros hijos y salía todas las noches a jugar. Los que me conocían contaban que mi esposo jugaba a las cartas con mujeres mientras coqueteaba con ellas. No pudiendo soportarlo más, le acusé de tener una aventura, lo que le enfureció aún más. También despreciaba a mi esposo por ser cobarde e incompetente frente a la policía y los agentes de seguridad nacional, y por no tener sentido de la justicia. Mirando hacia dentro, me di cuenta de que mis pensamientos negativos se debían a mis débiles pensamientos justicieros. Albergaba miedo de volver a ser perseguida por la policía y la seguridad nacional.
Mi naturaleza combativa me hizo fracasar una y otra vez. Sin embargo, he trabajado para eliminar mi combatividad, mis celos y mi ira, capa por capa. En los últimos años, fui capaz de afrontar con calma y soportar el temperamento ardiente de mi esposo.
En consecuencia, el temperamento de mi esposo se calmó y ya no interfiere con mi práctica de cultivación. Durante un reciente encuentro con la policía, mi esposo me dijo: «Deberías grabar en vídeo tus futuros encuentros y publicarlos en internet para que el público pueda ver por sí mismo el comportamiento poco ético de estos policías».
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