(Minghui.org) Crecí en una familia pobre, y a menudo nos faltaba comida para alimentarnos. En junio de 1964, había cumplido 12 años. Mi pueblo natal sufrió una gran inundación que arrasó nuestra casa. Tuve que quedarme en casa de mi abuela, a un kilómetro y medio de distancia. Todos los días tenía que volver a casa con mi padre cargada de piedras, para que tuviéramos suficientes para reconstruir la casa en otoño. Mi casa estaba en una zona montañosa, lo que hacía muy difícil caminar, sobre todo para una niña. Yo también tenía que cargar con las piedras.

En otoño, mi padre y yo empezamos a reconstruir la casa. Usábamos un carro para traer la tierra, lo que nos causó muchas heridas en los hombros. Al año siguiente, empecé a trabajar en el equipo de producción de la aldea, y seguí haciéndolo durante siete años. A los 20 años, mi madre me dijo: «He encontrado un marido para ti. Es un soldado, siete años mayor que tú. Su casa está a más de 800 km, así que podrás salir de esta zona». Cuando le dije que no quería casarme, me contestó: «Tarde o temprano tus tres hermanas tendrán que casarse, lo que nos hará la vida más fácil. Tu hermano tiene 27 años, pero aún no encuentra esposa porque somos pobres». Tras escuchar las dificultades de mi madre, guardé silencio. Pero estaba muy triste.

Después de casarme, mi suegra me despreciaba y me hacía la vida imposible. Mi marido siempre se ponía de su parte. También me golpeaba y me regañaba. Lo soporté día a día por el bien de mis hijos.

Practicar Falun Dafa fue una gran bendición

El día más inolvidable de mi vida fue el 18 de noviembre de 1997. Un pariente pasó la noche en mi casa y me presentó Falun Dafa. Yo estaba muy emocionada, ya que mi abuela me dijo cuando era niña que las personas serían recompensada por sus buenas obras y recibirían retribución por sus malas acciones. También me dijo: «En el futuro, el cielo eliminará a la gente mala. Estás en una edad en la que puedes presenciarlo». Creí que Falun Dafa debía ser la práctica que mencionaba mi abuela. Decidí practicar Falun Dafa y volver a mi verdadero ser original, sin importar las dificultades que tuviera que soportar.

Dos días después encontré un lugar de práctica de Dafa en la estación de tren. Un practicante de Dafa me preguntó si tenía alguna enfermedad. Le dije que sólo quería cultivar Dafa. Comenzamos los ejercicios en grupo a las 3 de la madrugada, en invierno. Hacía frío y estaba oscuro, y mi casa estaba lejos. Pero no tenía miedo de ir a esa hora. Estaba decidida a practicar todos los días y apreciaba de verdad esta oportunidad única en la vida.

Shifu me salvó dos veces de la persecución

Desde que el Partido Comunista Chino (PCCh) inició la persecución de Falun Dafa en 1999, las autoridades de mi aldea no dejaron de acosarme día y noche. No me permitían salir, por miedo a que me relacionara con otros practicantes o viajara a Beijing para apelar en favor de Dafa.

Superé todos los obstáculos y viajé a la plaza de Tiananmen de Beijing. Fui arrestada y retenida durante 46 días en el centro de detención de mi ciudad natal, antes de ser llevada al Campo de Trabajo Forzado de Wanjia. No avisaron a mi familia hasta nueve meses después, después de que mi hijo preguntara repetidamente a la Oficina 610 local por mi paradero. Mi hijo quiso visitarme, pero su petición fue denegada por el campo de trabajo, simplemente porque se negó a calumniar a Falun Dafa.

El campo de trabajo utilizaba crueles torturas para obligar a los practicantes a renunciar a su creencia. Perdí el conocimiento en julio de 2001 debido a las brutales torturas. Los guardias pensaron que me estaba muriendo y planearon deshacerse de mí. Afortunadamente, recuperé el conocimiento. Sabía que Shifu me había salvado. Volvió a ocurrir que perdí el conocimiento durante la tortura, pero Shifu volvió a salvarme. Me negué a cooperar con las autoridades y, por muchas artimañas que utilizaran, no pudieron obligarme a renunciar a mi fe.

Aclarando la verdad

Salí del campo de trabajo en noviembre de 2001 y pronto comencé a esclarecer la verdad en público. Una noche, salí a la calle para distribuir folletos de aclaración de la verdad y me vio un tipo alto, que me sujetó y me preguntó quién era. Le dije tranquilamente que era un dios. Se me quedó mirando un momento y se marchó. Esto es realmente como lo que dijo Shifu: «Con los dizi repletos de pensamientos rectos, el Shifu posee el poder de llevarlos al Cielos». (Bondades entre [JG1] y los dizi, Hong Yin II). El aliento de Shifu fortaleció mis pensamientos rectos y me ayudó a superar el miedo.

En febrero de 2002 fui a una aldea del este para distribuir materiales de aclaración de la verdad y me di cuenta de que un coche de policía se había detenido no muy lejos de mí. Me retiré silenciosamente a un campo de maíz a esperar a que el vehículo se marchara. Sin embargo, no se fue. Hacía un calor sofocante en el maizal porque no soplaba el viento. Pensé que estaría bien que soplara una brisa. De repente, empezó a soplar. Al ver que el coche de policía no tenía intención de irse pronto, decidí no perder más tiempo. Salí tranquilamente del maizal, rodeé el coche y me dirigí a la carretera principal. Entré en la aldea y completé lo que había planeado hacer.

En noviembre de 2006 fui a una aldea a 16 kilómetros de distancia para distribuir calendarios con información sobre Dafa. De camino me encontré con un hombre y empecé a hablarle de Falun Dafa. Me dijo que tenía vasculitis, que no se podía curar, y que tampoco podía permitirse el tratamiento. Llevaba un tiempo sin poder trabajar. Le hablé del libro Zhuan Falun, que explicaba las razones por las que la gente enferma, y que si se alinean con los principios de Verdad-Benevolencia-Tolerancia y se esfuerzan por ser buenas personas, se beneficiarán de ello. También le dije que no se dejara engañar por las mentiras de PCCh. Estuvo de acuerdo y me dijo que nunca se había unido a ninguna de las organizaciones del PCCh. Le dije que recitara sinceramente «Falun Dafa es bueno, Verdad-Benevolencia-Tolerancia es bueno». No dejaba de asentir. Le di un calendario que aceptó encantado.

Al año siguiente fui a la misma aldea a repartir más calendarios y volví a verle. Su aspecto era completamente distinto al de la última vez que lo vi. Me dijo entusiasmado: «Ahora estoy lleno de energía y puedo volver a trabajar. Mi familia compró seis acres de tierra. Después de pagar la deuda y cubrir nuestros gastos de manutención del año, aún puedo ganar 600 yuanes por acre. Estoy muy agradecido a Falun Dafa». Volví a verle a finales de 2022. Me dijo que recitaba «Falun Dafa es bueno» todos los días. No se infectó con el virus del PCCh durante la pandemia y su familia también había permanecido a salvo.

Fui a una aldea del oeste a repartir calendarios el 25 de diciembre de 2023. Entré en una casa y vi a un anciano tumbado en la cama. Me dijo que no podía comer y que vomitaba todo lo que comía. Pregunté si estaba recibiendo tratamiento y me dijeron que el hospital se negaba a ingresarle. Le pregunté si aceptaría un regalo mío, un calendario de aclaración de la verdad. Aceptó. Le presenté brevemente Falun Dafa y le expliqué que sería bendecido si recitaba sinceramente «Falun Dafa es bueno, Verdad-Benevolencia-Tolerancia es bueno». También le animé a leer el contenido del calendario. Aceptó.

Medio mes después, volví a visitar al hombre. Me dijo: «El verso mágico funciona de verdad. Lo recité con sinceridad durante tres días y entonces pude comer gachas. Poco después, pude comer algo de carne. Durante el último medio mes, he comido bollos al vapor y huevos. ¡Falun Dafa es realmente mágico! Estoy muy agradecido a Dafa y seguiré recitando la frase mágica 'Falun Dafa es bueno'».

Oponiéndome a la persecución con pensamientos rectos

Me gano la vida vendiendo semillas, lo que me permite viajar para aclarar la verdad. En 2008 fui en bicicleta con dos grandes bolsas de semillas a la aldea del oeste para venderlas y aproveché la oportunidad para hablar a la gente de Falun Dafa.

El secretario del partido de la aldea oeste vino en coche. Se bajó del auto y empujó mi bicicleta, lo que hizo que las semillas se esparcieran por todo el suelo. Me agarró del brazo e intentó llevarme. Le expliqué la verdad de Falun Dafa, pero se negó a escuchar. Muchos aldeanos nos rodearon, y uno dijo: «¿Por qué un funcionario ha esparcido las semillas de la anciana por todo el suelo? Es indignante». Al oír esto, me soltó y se marchó.

Pensé: «Cultivo el Fa más recto». Así que decidí presentar una queja ante el gobierno municipal. Recogí las semillas y me dirigí al edificio del gobierno. Cuando llegué, pregunté en voz alta: «¿Quién se encarga de supervisar a estos funcionarios?». Nadie respondió.

Volví a levantar la voz: «El Partido Comunista ha creado un grupo de bandidos que atracan a la gente en la carretera a plena luz del día. Un funcionario me rompió el bolso, me robó la cartera y tiró mis semillas al suelo». Un funcionario me recordó que tuviera cuidado con mi identidad, dando a entender que una practicante de Falun Dafa como yo no debía venir aquí a quejarse. Le dije con rectitud: «Cultivo Falun Dafa y me esfuerzo por ser una buena persona. Eso no tiene nada de malo. Tus colegas roban a la gente por el camino y son malas personas. Jiang Zemin [antiguo líder del PCCh] persiguió a Falun Dafa. Un día, cuando se revele la verdad y se restablezca la justicia, todos vosotros tendréis que rendir cuentas por vuestros crímenes». Ninguno de ellos habló.

Los compañeros practicantes son nuestra familia

Una profesora empezó a trabajar en la escuela primaria de mi pueblo en 2008. Más tarde, un practicante me dijo que la profesora era una joven practicante que había alquilado una casa a una familia que no era practicante. No le convenía estudiar el Fa ni hacer los ejercicios allí, así que la practicante me preguntó si podía quedarse conmigo. Acepté y se quedó en mi casa durante más de dos años. Estudiamos el Fa, hicimos los ejercicios y distribuimos materiales informativos juntas. La traté como de la familia. Aunque no cocino carne, le preparaba otros platos deliciosos.

El país estaba bajo confinamiento debido al virus del PCCh y la gente estaba estrictamente controlada y confinada en sus casas en 2022. Un par de practicantes de otra ciudad vieron cómo la policía destruía su centro de producción de materiales. Consiguieron escapar del peligro y vinieron a mi aldea. Pero no pudieron entrar debido al bloqueo.

Cuando me enteré de la situación, recorrí en bicicleta más de quince kilómetros para buscarlos. Conocía todos los puntos de control y los llevé sanos y salvos a casa esa noche.

Durante el día, cerraba la puerta con llave y salía para aclarar la verdad. Cuando regresaba, ya habían preparado la comida. Vivimos y comimos juntos, estudiamos el Fa, compartimos experiencias de cultivación e hicimos los ejercicios juntos durante más de un mes.

Nuestros compañeros practicantes se unen gracias a Dafa. No somos familia de sangre, pero somos mejor que una familia. Hemos formado el vínculo sagrado a través de nuestro compromiso compartido con Dafa y nuestra misión de salvar a los seres conscientes.