(Minghui.org) Tengo 74 años. Practicar Falun Dafa me liberó de enfermedades y ahora estoy sana, feliz y bendecida. Cuando entendí que el verdadero significado de la vida es regresar al ser original y verdadero, decidí cultivarme y seguir a Shifu a casa. Este deseo me acompañó durante más de veinte años de altibajos, mientras caminaba con firmeza por el sendero de ayudar a Shifu a rectificar el Fa.

Inquebrantable a pesar de la persecución

El 20 de julio de 1999, el exlíder del Partido Comunista Chino (PCCh), Jiang Zemin, ordenó la persecución a Falun Dafa. Cuando la persecución se intensificó, no me rendí. Salí con otros practicantes a distribuir volantes y aclarar la verdad sobre la persecución. También fuimos a oficinas gubernamentales para apelar en favor de Dafa. Para salvar a más seres conscientes envenenados por las mentiras del PCCh, comencé a producir materiales de aclaración de la verdad en mi casa.

Siempre guardé a Dafa en mi corazón y recordé mi misión de salvar a más seres conscientes. En cuanto salía de casa, les contaba a las personas que conocía lo maravilloso que es Falun Dafa. Cada vez que preguntaba por direcciones o iba de compras, aprovechaba estas oportunidades para aclarar la verdad y animarlos a renunciar al PCCh y sus organizaciones afiliadas. En el autobús, a menudo cedía voluntariamente mi asiento y les contaba a los pasajeros la verdad sobre la persecución. La mayoría aceptaba con gusto renunciar al PCCh.

Cuando tuve el deseo de salvar a más seres conscientes, Shifu trajo grupos de personas hacia mí. Un día, cuando buscaba a alguien con quien hablar, antes de darme cuenta, había caminado hacia una obra en construcción donde había más de diez trabajadores. Los saludé y les dije: "Deben estar muy cansados. ¿Cuánto ganan?". Respondieron: "No mucho". Dije: "¡Todo el dinero que ganamos se lo llevan los funcionarios corruptos del PCCh!". Accedieron de inmediato. Les hablé de la verdadera naturaleza del PCCh y de que sus crímenes eran monstruosos. Cualquiera que se uniera a los Jóvenes Pioneros o a la Liga Juvenil sería responsable de sus crímenes. Les pedí que declararan rápidamente su retirada de las organizaciones del PCCh para garantizar su seguridad. Todos estuvieron de acuerdo, y ayudé a cada uno a elegir seudónimos para renunciar al Partido.

En otra ocasión, llevé más de veinte ejemplares de El Objetivo final del Comunismo para distribuir. Llegué a un parque y vi a un grupo de personas. Algunos jugaban ajedrez, otros observaban y más personas estaban descansando. Los saludé: "¡Hola! Tengo un libro que sin duda les será útil. Les ayudará a entender muchas cosas". Mientras repartía los libros, les presenté brevemente su contenido. Se sorprendieron. Cuando hicieron preguntas, les dije: "Todo lo que quieren saber está en el libro". Los guardaron cuidadosamente. Una persona me advirtió amablemente: "Distribúyanlos rápido y váyanse. Tengan cuidado, uno de ellos es policía".

Distribuí los más de veinte ejemplares y caminé a casa. Al cruzar un río helado, sentí como si me deslizara sin esfuerzo, y sin darme cuenta, llegué rápidamente al otro lado. Estaba tan feliz que no podía creerlo. Todos los norteños saben que caminar sobre el hielo requiere mucho cuidado para no resbalar, pero sentí verdaderamente que Shifu me fortalecía y me animaba. En mi corazón, le dije: "¡Gracias, Shifu! Lo haré mejor, salvaré a más seres consciente y cumpliré mi misión".

El PCCh persigue a Falun Dafa envenenando a la gente común con mentiras, hundiendo a toda la población. Algunas personas, profundamente engañadas, se niegan a aceptar la verdad y otras denuncian maliciosamente a los practicantes de Falun Dafa. En China, los practicantes que aclaran la verdad enfrentan una enorme presión de todos los aspectos, pero nunca dejaron de validar Dafa y continúan divulgando la verdad sobre la persecución.

Subí al noveno piso de un edificio de apartamentos con la intención de distribuir materiales desde el piso superior. Justo cuando colocaba un folleto en la puerta de un residente, esta se abrió de repente y salieron tres hombres. Yo estaba nerviosa, pero en silencio le pedí a Shifu que me protegiera. Efectivamente, pasaron junto a mí como si no me vieran y charlaron mientras bajaban. Los seguí. Al llegar al séptimo piso, me recordé: ¿Por qué estoy aquí? Vine a salvar a la gente. ¡No puedo irme, así como así! Mi mente estaba llena de pensamientos rectos. Mientras bajaba las escaleras, coloqué los materiales de aclaración de la verdad en cada puerta. Al llegar a la última casa del primer piso, distribuí todos los materiales que me quedaban. Con lágrimas en los ojos, agradecí a Shifu y sentí profundamente el poder infinito del Fa. Tal como nos dijo Shifu:

“Con los dizi repletos de pensamientos rectos,

el Shifu posee el poder de llevarlos al Cielo” 

(Bondades entre el Shifu y los dizi, Hong Yin II)

En los últimos años, el compasivo Shifu me guía. Aprovecho cada oportunidad para ayudarlo a salvar seres conscientes. Me alegro mucho por ellos cuando los veo tan conmovidos al entender la verdad.

Cuando iba en autobús, una señora me preguntó cuántos años tenía. Cuando le dije que tenía setenta y tantos, se sorprendió y dijo: "¡Pareces alguien de cincuenta!". Le dije: "Practico Dafa, y todo esto es gracias a Dafa". Me preguntó qué significaba eso, así que le conté los beneficios de practicar Falun Dafa. Después de que lo entendió, dijo: "¿Entonces Dafa no se parece en nada a lo que se muestra en la televisión?". Le dije que el PCCh persigue a Dafa, reprime a la gente buena, y el Cielo no tolera esto. Le expliqué que los miembros del PCCh y sus organizaciones afiliadas serán responsables de sus crímenes. Me dijo que era miembro del PCCh, así que le dije: "Deberías retirarte para garantizar tu seguridad". La ayudé a elegir un seudónimo y aceptó con alegría. Estaba tan emocionada que me abrazó con mucha fuerza.

Durante el confinamiento por la COVID-19, aproveché cualquier oportunidad para salir y hablar con la gente. En aquel entonces, tomar el autobús requería escanear un código QR con el móvil, pero como nunca llevaba el móvil mientras aclaraba la verdad, el conductor me pidió que bajara. Después de bajar, charlé con una mujer sentada en la parada. Le conté sobre todos los movimientos políticos y crímenes pasados del PCCh, y que más de 80 millones de chinos murieron por causas no naturales. Me escuchó atentamente y, de vez en cuando, me hacía preguntas. Al final, la ayudé a renunciar al PCCh. Me dio las gracias repetidamente.

Mientras caminaba a casa, pasé por un supermercado y vi a dos personas entregando y recibiendo productos. Aproveché la oportunidad para aclararles la verdad tanto al repartidor como al empleado. Lo entendieron y renunciaron con alegría de las organizaciones del PCCh, expresando repetidamente su gratitud. Mientras el repartidor se alejaba, exclamó en voz alta: "¡Falun Dafa es bueno!". Entendí la razón por la que me habían dicho que bajara del autobús: Shifu dispuso que estas personas predestinadas escucharan la verdad. Estaba muy agradecida por la guía de Shifu; él me impulsa a seguir adelante en cada paso del camino.

Durante más de veinte años, salí casi a diario a aclarar la verdad y distribuir materiales. Otro practicante dijo: “Debes haber ayudado a diez mil personas a renunciar al PCCh”. En realidad, probablemente fueron muchas más. Nunca los conté; solo me concentro en salvar a tantos como pueda. Como practicantes de Dafa, debemos cumplir incondicionalmente lo que Shifu nos pide, no defraudar sus compasivos planes, y debemos cumplir con nuestras responsabilidades hacia los seres conscientes.

Dejar ir el afecto familiar

Fui perseguida durante más de un año, lo que supuso un duro golpe emocional para mi hija. Vivíamos juntas, y mientras estuve detenida ilegalmente, la oficina de la seguridad social me retiró la pensión. Mi hija también perdió su trabajo. Además, tuvo que soportar la inmensa presión de intentar rescatarme, lo que la llevó a sufrir depresión. Después de que regresé a casa, gritaba, hacía berrinches y destrozaba cosas en casa. Siempre que se enfadaba, me pegaba y a veces se golpeaba a sí misma. No me dejaba leer libros de Dafa e incluso amenazaba con quemarlos. No me dejaba mostrar la imagen de Shifu, y cuando lo hacía, me insultaba y me agredía. Si veía un simple amuleto de Dafa, lo tiraba a la basura.

Sabía que estaba siendo manipulada por entidades negativas y no podía permitir que cometiera pecados contra Dafa. Escondí cuidadosamente mis libros de Dafa y las fotos de Shifu. Durante más de dos años, soporté esta humillación y sufrimiento, y fue una gran tribulación. Pero recordé que tenía a Shifu y a Dafa. El comportamiento de mi hija me hizo más lúcida y racional, pero me di cuenta de que no había abandonado por completo mi apego al sentimentalismo. Solo eliminando este apego profundamente arraigado podría salvar verdaderamente a mi familia con compasión y cultivarme bien.

Un día, mientras salíamos juntas, de repente empezó a golpearme. Se agarró del pelo y se giró para golpearme mientras maldecía a gritos. Me exigió que saliera del coche. Permanecí impasible y seguí enviando pensamientos rectos mientras la consolaba. Detuvo el coche y me dijo que, si abandonaba la cultivación, se iría a casa conmigo y podríamos vivir en armonía como antes. Sabía que era una trampa de las viejas fuerzas que intentaban destruirnos a ambas. Al ver que no me conmovía, gritó: "¡Si no abandonas la cultivación, sal del coche! ¡En cuanto salgas, ya no somos madre e hija!".

Respondí con firmeza: "¿Eres tú quien dice esto?". Con fuertes pensamientos rectos, les dije en silencio a las viejas fuerzas: "¡Nunca les permitiré triunfar! ¡No permitiré que me destruyan ni que arruinen a mi hija, que es un ser consciente que espera la salvación!". Esta era una auténtica batalla entre la rectitud y el mal. Bajé del coche, repitiendo mentalmente los versos para enviar pensamientos rectos. Le dije a Shifu: "Te seguiré hasta el final". Sin mirar atrás, seguí adelante. Me preparé mentalmente para cualquier consecuencia.

Al día siguiente, recibí una llamada de mi hija. Pensé que me llevaría a la notaría para cortar lazos formalmente, pero en cambio, lloraba y me dijo: "¡Mamá, me equivoqué!". Se disculpó repetidamente y dijo que tenía miedo debido a la persecución y que su depresión la hacía tratarme así. Supe entonces que el mal había sido derrotado y desintegrado. Mientras tengamos una fe inquebrantable en Shifu y el Fa, mientras mantengamos la determinación de seguir a Shifu hasta el final, no habrá obstáculo insuperable.

Después de eso, la paz regresó a nuestro hogar y mi hija volvió a la normalidad. Ya no me impide hacer las tres cosas y me recuerda con frecuencia que tenga cuidado. Siempre le digo: “No te preocupes. Shifu me cuida”.

Cultivando diligentemente

Vi repetidamente la misma escena en mis sueños o cuando medito: pasan vehículos frente a mí. Algunos están llenos de gente, mientras que otros tienen pocos pasajeros. De vez en cuando, un vehículo se detiene y espera a que suba. Una vez, el autobús iba muy lleno, pero al caminar hacia el centro, vi un asiento vacío. Alguien me dijo que estaba reservado para mí y me senté felizmente. En otra ocasión, me apretujé desesperadamente en un autobús, pero casi me caigo por la puerta. ¡Estaba aterrorizada! Al despertar, me interiorice sobre mi cultivación y me di cuenta de que aún tenía apegos: sentimentalismo, deseo de presumir, competitividad y preocupación por el dinero. Sabía que tenía que eliminar estos apegos humanos rápidamente para no quedarme atrás.

Subí montañas empinadas en mis sueños. Ascendí lentamente y estaba empapada en sudor. Casi alcancé la cima varias veces, pero no pude pasar. Estuve tan cerca de la cima que vi una ventana celestial. Si tan solo la abría, podría ascender al cielo. No lo hice y me arrepentí profundamente. En otro sueño, estaba a mitad de la montaña y estaba a punto de alcanzar la cima. Cuando miré hacia atrás, la niebla abajo era interminable, y si me movía incluso un poco, caería al abismo. Estaba aterrorizada y me congelé. Justo entonces, sentí que alguien me sujetaba firmemente los pies y me empujaba hacia arriba. Finalmente, llegué a la cima. Cuando me di la vuelta y miré hacia atrás, vi a muchos otros subiendo. Cuando desperté, me sentí abrumada por la gratitud. Sabía que era Shifu quien me había ayudado.

Vi a mi divina madre en el mundo celestial mientras meditaba. Era santa y magnífica, y extendió sus brazos para abrazarme. Pero por mucho que lo intenté, no pude alcanzarla. Entendí que aún tenía una brecha significativa que superar para cumplir con las expectativas de Shifu. Debo soltar todos los apegos y nociones humanas, cultivarme bien y salvar a más seres conscientes.

Nunca defraudaré la compasiva salvación de Shifu. Seguiré adelante en este camino divino: asistiré a Shifu en la rectificación del Fa, cumpliré mis votos sagrados y regresare a casa con Shifu.