(Minghui.org) Cuando mi suegro vivía nos decía a menudo: «Empecé a practicar el budismo cuando tenía 18 años, y esperé el Fo Fa que sólo aparece una vez cada mil o incluso diez mil años. He estado esperando a que viniera el Fo Mile y difundiera el Fa verdadero. Probablemente no viviré para verlo. Mi tiempo en este mundo está llegando a su fin, y el gran camino del universo pronto será revelado. Todos ustedes tendrán la oportunidad de obtenerlo- asegúrense de apreciarlo y no pierdan esta oportunidad única en la eternidad».
Recuperé la vista
Aproximadamente un año después de la muerte de mi suegro, mi cuñada menor me trajo el precioso libro Zhuan Falun. Yo leía escrituras budistas y pensaba que los libros sobre qigong escritos en tiempos modernos sólo contenían información miscelánea. No quería extraviarme, así que no me tomé en serio Zhuan Falun y no leí ni una sola página.
Ese mes de marzo desarrollé una afección ocular que empeoró progresivamente. El médico dijo que tenía cataratas. Cada vez veía más borroso. Ninguna medicina parecía funcionar e incluso me dolía la cara.
Consulté a dos adivinos para saber cuándo me recuperaría. Ambas me dijeron que me quedaría ciega a los 40 años. Se me rompió el corazón. Poco a poco fui perdiendo la capacidad de leer y apenas podía ver el contorno de las personas. Mi marido me instó a ir al hospital, pero me negué. Me resigné a mi suerte.
Pasaron seis meses y mi vista empeoró. Sentía que la vida era dura, pero cuando recordé que estaba esperando el precioso Fa del Fo, sentí un rayo de esperanza.
Un día, mi primo político mayor y mis dos cuñadas vinieron a visitarme. Querían que practicara con ellas cierto qigong, diciendo que podía curarme los ojos. No me interesaba, porque recordaba las palabras transmitidas por mis antepasados: «El verdadero Fo se apellida Li, y difundirá el verdadero Fa (Ley) de tres caracteres».
En agosto de 1997, me visitó mi cuñada menor. Cuando le dije que todavía no había leído Zhuan Falun, exclamó: «¡¿Cómo es posible que no practiques un Fa tan grande?!». Viendo que ya no podía leer, me trajo una grabación de las conferencias del Shifu en Jinan. Ella dijo: «¡Este es el Fa del Fo más rara, una oportunidad que sólo se presenta una vez en miles de años!». Sus palabras me recordaron lo que mi suegro decía a menudo antes de morir, así que accedí a escucharlas.
Cuando se marchó, mis hijos decidieron ver la televisión, así que salí y me puse a desgranar maíz mientras escuchaba las grabaciones. Cuanto más escuchaba, más emocionada me sentía. ¿No era éste el verdadero Fa que había buscado todos estos años? Me emocioné mucho. Como decía el poema: «La busqué miles de veces, pero cuando me di la vuelta, estaba allí mismo». Las lágrimas corrían por mi cara.
Mientras lloraba, ¡de repente recuperé la vista! Llevaba seis meses ciega. Al ver el inmenso cielo azul no pude evitar gritar: «¡Estoy curada! ¡Puedo ver!»
Nunca soñé que la verdadera Gran Vía (Dafa) que tanto había anhelado me llegaría tan rápidamente. Sólo con escuchar dos de las conferencias de Shifu, mis ojos se recuperaron milagrosamente y recobré la vista.
Inmediatamente hablé a mis amigos budistas sobre Falun Dafa. Al ver mi transformación, se alegraron mucho y empezaron a practicar también. Su salud mejoró y algunos se recuperaron de enfermedades crónicas como la bronquitis y el asma.
También hablé de Falun Dafa a otros aldeanos. Mucha gente empezó a practicar y experimentaron cosas maravillosas y milagrosas.
Mi milagrosa recuperación tras ser atropellada por un coche
A finales de marzo de 2016, me dirigía a recoger a mi nieto de su clase de apoyo escolar en mi triciclo eléctrico cuando un coche me atropelló. Me desmayé. Mi sobrino pasó por allí y me vio. Rápidamente se puso en contacto con mi familia, y mi hermano pequeño y su mujer vinieron y contrataron un taxi para llevarme al hospital del condado.
Cuando recobré el conocimiento, vi en la sala a ocho o nueve personas que me hacían radiografías. Me dijeron que tenía la clavícula izquierda fracturada, la pelvis lesionada y que debían operarme.
Me recordé a mí misma que practicaba Falun Dafa y que estaba protegida por Shifu. Comprendí en mi corazón que este accidente debía de haber ocurrido porque todavía tenía apegos humanos que las viejas fuerzas habían explotado.
Lo que dijo el médico dejó a mi hija y a mi yerno aterrorizados, y aceptaron la operación. Yo estaba angustiada. Ignorando el dolor, luché por levantarme. Decidida, pensé: «No me operaré de ningún modo. Nadie puede retenerme aquí; debo irme a casa».
Los médicos no me dejaban salir y mi hija tampoco quería. Al ver lo decidida que estaba, mi hermano, que también practica Falun Dafa, dijo: «Si no quiere quedarse en el hospital, que se vaya a casa entonces. Es su elección». Uno de los médicos, que resultó ser mi sobrino de otro pueblo, vio lo resuelta que estaba y accedió a regañadientes a dejarme marchar.
Esa noche, en casa, soporté el dolor y pensé: «Debo mirar hacia dentro. Para un cultivador, nada ocurre por casualidad. A menudo hace falta una caída para que los practicantes se recuerden a sí mismos que deben buscar en su interior. Esta situación ocurrió porque tenía apegos que no se alineaban con Dafa, y las viejas fuerzas los explotaron para perseguirme». Miré hacia dentro y vi que estaba celosa y resentida. También quería que me reconocieran.
Unos días antes, cuando volví a casa a por fertilizante para los campos que estaba trabajando, me di cuenta de que algunas familias estaban regando sus cultivos porque tenían sus propios pozos. Tenían mangueras de agua tendidas por los caminos y el agua corría por todas partes, embarrando el suelo. Llevando un saco de fertilizante a la espalda, me metí en el barro y me quejé: «¿Es para tanto tener un pozo? Presumir para nada».
Cuando a mi nieta no le fueron bien los exámenes, me sentí decepcionada e incluso resentida. No paraba de quejarme y le decía: «Qué mala nota has sacado, ¡qué vergüenza! No quiero ni ver a tus profesores. He trabajado mucho para llevarte y recogerte todos los días, ¡pero no has estudiado ni te has esforzado!».
La envidia, el resentimiento y el afán de fama y lucro me hacían peor que la gente corriente. Decidí cultivar con diligencia y eliminar esos apegos.
Al día siguiente, mi hijo y mi nuera vinieron de fuera del pueblo a visitarme, y mi hija me compró una silla especial para usar en el retrete junto con dos cajas de medicinas. Le dije que no hacía falta. Cuando le dio a mi hijo las radiografías y los informes médicos del hospital, no dijo nada. Mi nuera me dijo: «Estás muy lesionada. Si no te hospitalizan ni te operan, no te curarás ni en dos años. Trabajamos fuera del pueblo y no podemos cuidarte». Le contesté: «No necesito que nadie me cuide. Estaré bien en menos de un mes. Puedo arreglármelas sola y todo irá bien». Mi nuera no dijo nada.
Pensé: «Como he decidido no operarme, no haré ruido aunque me duela. No puedo preocupar a mis hijos». Cuando el dolor era intenso, me limitaba a apretar los dientes y recitar: Difícil de soportar, se puede soportar; difícil de hacer, se puede hacer». (Novena lección, Zhuan Falun). Cuanto más me dolía, más recitaba.
Al cabo de unos días, Shifu debió de ver que yo era firme y creía firmemente en él y en el Fa. Me ayudó compasivamente soportando la mayor parte del sufrimiento. Me sentí mucho mejor. Continué haciendo los ejercicios y recitando el Fa todos los días. Recité los poemas de Hong Yin que había memorizado.
Cuando se enteraron de mis heridas, amigos y parientes vinieron a visitarme y me trajeron regalos y dinero. Pensé: «¡Esto no está bien!». Intenté devolver los regalos, pero no quisieron. Entonces pensé: «¿No me estoy creando yo mismo un yeli de esta manera? No cultivé bien, lo que me llevó a esta situación. Dejar que los demás me vean así podría afectar negativamente a la imagen de Dafa».
Pedí a mi nuera que visitara a su tío durante un rato y me llevé una herramienta hoz al campo que daba a la aldea para desmalezar. Trabajé todo lo que pude. Sólo quería que los aldeanos vieran que estaba bien para que dejaran de traerme regalos. Yo no era una persona enferma, ¿cómo iba a aceptar estas cosas?
Cuando mi nuera volvió y me vio trabajando en el campo, se apresuró y me dijo: «¿Y si te tensas?». Le contesté: «No pasa nada. Moverme es bueno para mí». Esa tarde, dos parientes me vieron y vinieron corriendo, exclamando: «¡Nunca pensé que te recuperarías tan rápido!». Les dije: «¿No es éste el poder de Dafa?». A partir de ese día, dejaron de tratarme como a una enferma.
También empecé a hacer algunas tareas domésticas. Un día, mi hija me llamó para preguntarme cómo estaba. Le dije: «Estoy bien, muy bien. Todo ha vuelto a la normalidad». No me creyó. Mi nuera estaba a mi lado y me dijo: «Es verdad. Si no te lo crees, ven y compruébalo tú misma».
Tres semanas después del accidente, era día de mercado en nuestra zona. Planeaba ir al mercado en el triciclo eléctrico con mi nuera. Ella me dijo: «Mamá, ¿qué quieres comprar? Puedo traértelo». Le contesté: «No necesito comprar nada, sólo quiero que la gente vea que estoy totalmente recuperada». Ella dijo: «¿Eso no es presumir?». Le expliqué: «No cultivé bien, lo que dañó la imagen de Dafa. Pero ahora, con la protección de Shifu, me he recuperado tan rápidamente. La gente necesita ser testigo del poder milagroso de Dafa». Ella dijo: «Entonces, adelante».
En cuanto me bajé del triciclo y entré en el mercado, vi al hombre que me había llevado al hospital. Se sorprendió al verme y me dijo: «¿Te has recuperado?». Le contesté: «¡Sí, estoy bien!». Había mucha gente alrededor y levanté la voz diciendo: «Sí, estoy realmente bien». Este es el poder de Falun Dafa». Me acompañó y dijo a la gente: «Esto es verdaderamente milagroso. Fui yo quien la llevó al hospital después del accidente. Los médicos querían operarla, pero ella se negó e insistió en volver a casa. No han pasado ni 20 días y ya está totalmente recuperada».
Debido a este incidente, muchas personas llegaron a saber que Falun Dafa es bueno y que es el genuino Fa del Fo. Estaban dispuestos a aceptar la verdad sobre Dafa.
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