(Minghui.org) Tengo más de 70 años y me gustaría compartir algunas de mis experiencias hablando con la gente sobre Falun Dafa.
Comencé a aclararle la verdad a la gente en 2008. Empecé hablando con mis amigos, familiares y conocidos, y poco a poco fui hablándole a algunos desconocidos en la calle. Al principio no sabía qué decir, así que les decía que aunque Dafa es una buena práctica la estaban persiguiendo. Les preguntaba si eran miembros del Partido Comunista Chino (PCCh) y sus afiliados, y les decía que renunciar a esas organizaciones les traería bendiciones. Luego, aprendí mucho observando lo que decían otros practicantes. Ahora hablo con la gente a diario.
Un día empezó a llover cuando iba a estudiar el Fa, así que me refugié bajo el tejado de un edificio. Vino un vendedor de pasteles al vapor. Le dije: «Es un placer encontrarte. ¿Ha oído hablar del movimiento “Renuncia al PCCh?”. Me respondió que como se pasa los días bastante ocupado, no sabía nada».
Así que continué: «¿Sabe por qué el hombre provoca tantos desastres naturales? Es porque la moral humana está decayendo y los funcionarios gubernamentales son cada vez más corruptos. Las tres campañas anti-China y las cinco campañas anti-China del PCCh, así como la Revolución Cultural, causaron la muerte de 80 millones de chinos». El señor asintió.
Cuando me confeso que se había unido al PCCh y sus afiliados, le dije: «El cielo no va a perdonar lo que ha hecho el PCCh y lo desintegrará. Le animo a que renuncie al Partido para garantizar que siga sano y salvo».
Le expliqué: «Como se unió al PCCh y sus organizaciones, se convirtió en parte de él y tendrá que rendir cuentas por sus crímenes. Pero usted ni siquiera ha hecho en sí nada malo, así que los seres divinos van a protegerle si rompe su relación con el PCCh. Puedo ayudarle a renunciar al PCCh usando un seudónimo. ¿Qué tal Chang Shunli?». Lo hizo, me dio las gracias, dejó de llover y nos fuimos cada uno por nuestro lado.
Un día, salí con otro practicante a hablar con la gente. Al regresar, alrededor del mediodía, vimos a un hombre con un manojo de alambre esperando el autobús. Me acerqué y le pregunté si había oído hablar del movimiento de "Renuncia al PCCh". Entonces, me preguntó si practicaba Falun Dafa y le dije que sí.
Me agarró del brazo y dijo: «No les he podido encontrar por ningún lado, pero ahora que le tengo, le llevaré a la estación de policía”.
Le respondí: «Por favor, no haga eso. Los practicantes somos buenas personas. Con tantos desastres ocurriendo, intentamos ayudarle para que evite la catástrofe».
No me dejaba hablar y se disponía a llamar por teléfono. Inmediatamente, enviamos pensamientos rectos. Le pedimos a Shifu que nos ayudara y le impidiera llamar. Como no le daba la llamada, intentó llamar a otro número.
Cuando tampoco pudo comunicarse con el segundo número, murmuró: "¿Por qué no se comunica?". Nosotros continuamos enviando pensamientos rectos. Supe que Shifu nos estaba protegiendo.
Un hombre y una mujer vinieron y preguntaron: "¿Qué le está haciendo a esta señora? ¡Déjela que se vaya!". Cuando me soltó el brazo, les di las gracias, y les dije que serían bendecidos.
Al llegar a casa, me pregunté porqué había sucedido esto. Pasamos un buen día hablando con más de una decena de personas, y estaba feliz. Supe que debía eliminar mi apego a la exultación.
Una mañana, me levanté temprano para repartir materiales de aclaración de la verdad. Estaba a punto de meter el material por la pequeña rendija de una puerta, cuando una motocicleta se detuvo frente a mí. Me quedé paralizada y sin moverme. El hombre se bajó de la motocicleta y me preguntó: «¿Tiene más materiales informativos? Por favor, deme uno».
Le di un ejemplar, se lo guardó en el bolsillo y se fue. Me puse tan nerviosa que olvidé hablarle de Falun Dafa.
Una tarde salí a pegar carteles y llegué a un supermercado. Había un poste de electricidad frente a la puerta, y pensé que era un buen lugar para pegar uno. Pero, la luz de la calle era tan fuerte que pensé que sería mejor que estuviera oscuro. Entonces, la luz se atenuó de repente. Rápidamente pegué uno de los carteles más grandes que llevaba. La luz se encendió en cuanto terminé. ¡Comprendí que Shifu me estaba ayudando y le di las gracias!
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