(Minghui.org) La Sra. Huang Hsiu-Chen, de 75 años, a menudo tiene una cálida sonrisa en su rostro. Durante su infancia en Taiwán, su madre la enseñó a ser amable, considerada y a trabajar duro. También le advirtió que Dios observaba todos sus movimientos y que nunca debía hacer cosas malas, incluso si nadie la veía. Recuerda claramente que su madre le decía que Dios bendice a las personas bondadosas que hacen el bien.
La Sra. Huang se graduó en enfermería y trabajó como enfermera en un hospital de veteranos. Después de ver tantas historias tristes de pacientes, la joven Huang pensó: «Ser humano es tan penoso. Ricos o pobres, no pueden escapar de la enfermedad y la muerte, como si todo estuviera predestinado. Así que trataré bien a los pacientes, como si fueran de mi familia».
Su buena actitud y su duro trabajo le valieron el premio a la enfermera modelo. Más tarde conoció a su futuro marido, el Dr. Hu Nai-Wen.
Marido y mujer practican Falun Dafa juntos
El Dr. Hu habló con la Sra. Huang sobre la práctica espiritual de Falun Dafa en febrero de 1997. Le dijo que era una gran práctica y le recomendó que asistiera a un taller de nueve días para aprenderla. En cuanto entró en el aula, sintió una energía especial. «Es una energía divina y sagrada que me ha conmovido», dijo. «Cuando vi a Shifu en el vídeo, sentí como si me encontrara con un familiar al que hacía mucho tiempo que no veía, y casi lloré. Al oír que la enseñanza era gratuita, supe que era diferente de todas las demás prácticas de qigong». Decidió ser una practicante.
La Sra. Huang Hsiu-Chen y su marido estudian las enseñanzas de Falun Dafa.
Después de leer y comprender los principios que se enseñan en Zhuan Falun, el libro principal de las enseñanzas de Falun Dafa, la Sra. Huang vio su trabajo y a sus pacientes desde otra perspectiva. Antes se enfadaba cuando los pacientes se negaban a obedecer o le decían palabrotas. Una vez que supo por qué se producían esos conflictos, dejaron de molestarla. «Las enseñanzas de Falun Dafa me permitieron dejar atrás el resentimiento. Creo en los principios que enseñó Shifu, y las enseñanzas me permiten mejorar mi carácter y eliminar mis apegos», dijo.
Enfrentando una tribulación de vida o muerte
La Sra. Huang sintió un fuerte dolor en el abdomen un día de julio de 2000, y el dolor constante le impedía comer adecuadamente. Su peso disminuyó drásticamente y se le cayó el pelo a puñados.
Poco después tuvo que volar a Canadá para cuidar de su madre. Su hermana menor, al verla tan demacrada, insistió en llevarla a un hospital. Al ver los resultados de sus análisis de sangre, el médico no se lo creía y le dijo que debía estar en estado crítico. La hospitalizaron y la sometieron a una serie de pruebas. Un médico escribió en su ecografía: «Tumor demasiado grande para ser captado en su totalidad». Le dijeron que el tumor podía ser maligno y que había que extirparlo quirúrgicamente.
El tumor desapareció de la noche a la mañana
Gracias a las enseñanzas de Falun Dafa, la Sra. Huang conoció la raíz de su dolencia. Mantuvo la calma y continuó tratando a los demás con compasión, como exigía la práctica. Mientras estaba en el hospital, atendió a una paciente en la misma habitación. La anciana le dijo: «Usted también es una paciente. ¿Por qué me cuidas a mí?». Ella le contestó: «También soy enfermera profesional. Pronto me pondré bien, y usted también». La mujer sonrió feliz.
Por la noche, la Sra. Huang fue al baño y expulsó una gran cantidad de heces. «Me sorprendió porque apenas podía comer y, sin embargo, salieron muchas cosas. Pero en ese momento no me preocupé demasiado», afirma.
Al día siguiente, cuando el médico la examinó, no vio ningún tumor. Dijo que nunca había visto un caso así en más de diez años de profesión médica. «Qué milagro. Debes de haber hecho muchas cosas buenas para que esto ocurra», le dijo. Incapaz de explicar lo que vio, el médico escribió en su historial: «Desaparición repentina del tumor durante un examen intermedio».
Haciendo memoria, dijo que no estuvo preocupada durante toda la tribulación. En lugar de eso, pensó en cómo seguir las enseñanzas y ver lo que le sucedió como una practicante. «Bueno o malo, todo forma parte de mi cultivación. Quiero ser sincera, compasiva y tolerante, y no quejarme», afirmó.
Le dieron el alta del hospital una semana después. Con buen apetito, aumentó de peso y recuperó la masa muscular y el cabello. Cuando el Dr. Hu voló a Canadá para verla, ella fue al aeropuerto a esperarle. Parecía sana, y él no podía estar más contento. Le dio un fuerte abrazo. Sabían que el milagro se había producido gracias a la infinita misericordia de Shifu.
La Sra. Huang y el Dr. Hu haciendo juntos el segundo ejercicio de Falun Dafa.
Ahora aprecia cada día de su vida, sabiendo que su vida se prolongó para que pudiera cultivarse, contarle a más personas sobre Falun Dafa, de sus beneficios para la salud y la persecución en curso en China.
También se dio cuenta de por qué su madre le enseñó a ser amable desde muy joven. Cree que por haber sido amable con los demás, fue recompensada con la oportunidad de aprender una práctica tan grandiosa y de sobrevivir a una enfermedad mortal. «De no haber sido por Shifu, no estaría aquí para contar esta historia. Le estoy agradecida a Shifu, pues me enseñó esta gran práctica y me ayudó a superar las dificultades de la vida. Espero sinceramente que todo el mundo pueda probar esta práctica», afirmó.
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