(Minghui.org) Una noche, mientras repartía folletos para esclarecer la verdad, la policía me arrestó ilegalmente y me detuvo durante 13 días. Después, me condenaron a ocho meses de prisión.

Durante esos ocho meses miré hacia dentro y descubrí que tenía apegos a la competitividad y el deseo de alcanzar logros. Detrás de estos apegos estaban mi deseo de presumir, ser reconocida y la exultación. Mis apegos permitieron que las viejas fuerzas se aprovecharan de mis brechas, causando problemas a mis compañeros practicantes, a mi familia y a mí. Sin embargo, tenía que animarme; no podía caer en el remordimiento. Debía cultivarme bien y, aunque estuviera en prisión, tenía que hacer bien las tres cosas.

Eliminando el miedo

Sentí miedo y pensé que la policía me había tomado muchas fotos cuando repartía volantes. Aunque no lo admití en ese momento, me asusté un poco cuando pensé en ello. Me pregunté: ¿De qué tienes miedo? ¿Miedo a ser sentenciada? ¿Miedo a ser encarcelada por un largo tiempo? Inmediatamente negué estos pensamientos y le dije a Shifu en mi corazón: “No quiero estos pensamientos, no soy yo; las viejas fuerzas me impusieron esos pensamientos”. No debería tener miedo.

Cuando le pedí a Shifu que eliminara estos pensamientos negativos, recordé el Fa:

“El Fa puede revelar todos los apegos, el Fa puede erradicar todas las perversidades, el Fa puede exponer y eliminar todas las mentiras y el Fa puede fortalecer los pensamientos rectos” (Eliminen la interferenciaEscrituras esenciales para mayor avance (II)).

De repente, mi corazón se abrió y ya no tenía miedo, no tenía miedo de ser encarcelada. Todo está dispuesto por Shifu y nadie tiene derecho a ordenar mi camino.

Comencé a recitar el Fa, recitando todo lo que podía recordar, incluyendo Lunyu y poemas de Hong Yin. Había memorizado Zhuan Falun dos veces, pero sólo podía recordar unos pocos párrafos. Me sentía tan bien al recitar el Fa. Siempre que tenía un apego, como el miedo, recitar el Fa lo rompía. Tan pronto como surgían estas cosas malas, el Fa las destruía.

Tratar a las reclusas con amabilidad

A todas las detenidas se les asignaban tareas y había cinco turnos de dos horas cada día. Si una reclusa no quería hacer el trabajo que le habían asignado, pagaban a otra persona para que lo hiciera. Si yo no tenía turno ese día, hacía las tareas de otras, pero no por dinero. Como todas estaban durmiendo, ese era el mejor momento para recitar el Fa. Enviaba pensamientos rectos durante media hora y luego recitaba el Fa. De esta manera, podía recitar el Fa dos veces al día. No importaba lo que estuvieran haciendo las demás, no importaba lo ruidoso que fuera el cuarto, yo meditaba. No me sentía como si estuviera encarcelada. Las reclusas me preguntaban: “¿Por qué tienes tan buen estado mental?”. Les decía que era porque no tenía el deseo de salir, ganar dinero o jugar al mahjong.

Traté a las reclusas con amabilidad, como si fueran mis propias hijas. Algo tan sencillo como una bolsa de fideos instantáneos, pepinillos o un rollo de papel eran muy valiosos. Pero les di mis cosas a las demás, especialmente a las que acababan de llegar y no tenían nada. Les di comida que había ahorrado a quienes tenían dificultades para conseguir lo necesario. Como eran personas comunes, tenían miedo y necesitaban que las cuidaran. Como fui amable, sintieron que era digna de confianza. Esto sentó una buena base para ayudarlas a renunciar el Partido Comunista Chino (PCCh) y sus organizaciones afiliadas.

Cuando les pedí que renunciaran al Partido, algunas personas se mostraron receptivas, pero otras no. No me ponía nerviosa si se negaban a escucharme. En cambio, le pedí a Shifu que me diera otra oportunidad para aclararles la verdad y salvarlas. Shifu siempre hizo arreglos para que estuvieran conmigo, y la mayoría estaban felices de renunciar al PCCh.

Comprendí que, en primer lugar, debemos cultivarnos a nosotras mismas, ser desinteresada sin pedir nada a cambio y estar dispuesta a dar por los demás, para que la gente pueda ver que los practicantes de Falun Dafa son desinteresados. Cuando las reclusas se sentían preocupadas, me pedían consejo. Yo les decía: Practico Falun Dafa; ¿pueden aceptar lo que digo? Si decían que estaban dispuestas a escuchar, entonces les decía una o varias frases del Fa, porque las palabras de Shifu son muy poderosas.

Por ejemplo, alguien me dijo: “¿Por qué odio a alguien y me enojo cuando la miro? No quiero escuchar nada de lo que dice”. Le dije amablemente: “No es culpa suya, es tu propio corazón. Piénsalo. No te gusta, pero ella no lo sabe, así que ¿no es tu problema?”. Recité el poema de Shifu:

“Cultivador practicante 

Busca tú mismo los errores 

Elimina todo tipo de corazones humanos 

No te quedes atrás en grandes pruebas, pequeñas pruebas, no pienses en caer 

El que tiene la razón es él 

El que está equivocado soy yo 

¿Por qué contienden?” 

(Quién tiene razón, quién noHong Yin III)

Ella dijo felizmente: “Realmente sabes mucho”. Le dije que eso era lo que decía mi Shifu. Ella dijo: “Eso es muy cierto. ¿Por qué eres tan buena ayudando a la gente?”. Le dije que es porque practico Falun Dafa.

Se asignó a una reclusa para que se hiciera cargo de cada celda. Si alguien no la obedecía, decía algo duro y esto a menudo causaba conflictos. La ayudé a resolver la hostilidad y convencí a todas de que no se enojaran. Les dije que Shifu dice:

"Mientras trabajas, el tono de tu voz, tu bondad y tu razonamiento puede transformar el corazón de una persona, ¡mientras que una orden nunca podrá hacerlo!" (Conciencia lúcida”, Escrituras esenciales para mayor avance). 

Cuando se resolvió el conflicto, supe que esto no era solo un reconocimiento a mí, sino también un reconocimiento a Dafa.

Le decía a Shifu en mi corazón: “Quiero deshacerme de todos mis apegos. Cuando haya hecho todo lo que tengo que hacer, entonces regresaré a casa”.

Me emocioné un poco cuando supe que me iría a casa y mi exultación salió a la luz. Shifu me despertó de inmediato con las palabras de una reclusa: “Te han sentenciado a ocho meses de prisión, pero no hiciste nada malo. Solo repartiste unos folletos. ¡Deberías denunciarlos!”.

Me quedé atónita, pero sus palabras me despertaron y ayudaron a eliminar mi exultación. ¿Cómo puedo estar contenta de volver a casa? ¿No es esto un reconocimiento de que fui sentenciada? ¿No he negado siempre los acuerdos de las viejas fuerzas, pero me perseguían en el centro de detención todos los días? Mi exultación era algo tan malo que debiera ser eliminado de inmediato. Alguien me preguntó: "¿Estás contenta de volver a casa?". Dije: "No, estuve encerrada durante ocho meses sin ningún motivo, ¿cómo puedo estar feliz?".

Cuando me liberaron, todas las que estaban en mi celda habían renunciado el PCCh y sus organizaciones juveniles. A la última no fue fácil convencerla. Le rogué a Shifu que me ayudara y creara una oportunidad para que yo pudiera salvarla. La mañana que volví a casa, le dije: “Me preocupo por ti. Hoy en día hay tantos desastres. Deberías renunciar el PCCh. Simplemente recita con sinceridad: “Falun Dafa es bueno, Verdad-Benevolencia-Tolerancia es bueno”. Mi sinceridad la conmovió y finalmente aceptó renunciar el PCCh.

Durante los ocho meses que estuve detenida convencí a 71 personas a renunciar al PCCh y a sus organizaciones juveniles.

Los artículos en los que los cultivadores comparten sus entendimientos generalmente reflejan la percepción de un individuo en un momento determinado en función de su estado de cultivación, y se ofrecen con el espíritu de permitir la elevación mutua.