(Minghui.org) Recuerdo la primera vez que leí Zhuan Falun, el texto principal de Falun Dafa. Me tomó solo dos días terminarlo. Sentí que lo que dijo Shifu sobre ser una buena persona siguiendo Verdad-Benevolencia-Tolerancia era maravilloso.
Al mirar la foto de Shifu, dije desde el fondo de mi corazón: “Quiero cultivarme verdaderamente”. Pasé todo mi tiempo libre estudiando y memorizando el Fa y era feliz todos los días.
Sin embargo, después de años de cultivarme, me di cuenta de que practicar verdaderamente no es tan simple como parece. Uno debe pasar por el doloroso proceso de dejar ir los apegos, renunciar a los intereses egoístas y abandonar nuestras nociones y deseos humanos.
Shifu me enseña a ser una buena persona
Me di cuenta de que cuando me enfrento a tribulaciones, si puedo comportarme como un cultivador y creer verdaderamente en que las palabras de Shifu no son solo palabras. Estas son pruebas para ver si puedo actuar genuinamente siguiendo lo que dijo Shifu.
Después de que el Partido Comunista Chino (PCCh) comenzó a perseguir a Falun Dafa el 20 de julio de 1999, los practicantes locales ya no se reunían para leer el Fa o hacer los ejercicios, así que estudié el Fa e hice los ejercicios en casa. Mi primer desafío fue dentro de mi familia. Mi esposo me prohibió practicar y no me permitía interactuar con otros practicantes. Si los practicantes venían a nuestra casa, él les gritaba y los maldecía.
Tenía miedo de que descubriera que estaba practicando y que me viera reunida con otros practicantes. Me ponía nerviosa cada vez que él estaba cerca. El miedo se sentía como una montaña pesada que me agobiaba.
Una noche, cuando él estaba dormido, me levanté en silencio y medité. No me atreví a poner la música de los ejercicios, porque tenía miedo de que la escuchara. Pero como dice el dicho, la mentalidad del miedo invita a aquello a lo que temes. Se despertó y me vio meditando. Él, furioso, agarró una manta y la arrojó sobre mi cabeza, gritando: “¡Te dije que no practicaras!”. Cuando no dije nada, me dio una fuerte patada y gritó: “¡Levántate! ¿Vas a parar o no?”.
No pude contenerme más. Tiré la manta y dije: “No me voy a levantar. ¡Voy a practicar!”. Mi tono era duro y lleno de resentimiento. Él se enojó aún más. Envolvió la manta alrededor de mi cabeza, la presionó con fuerza y dijo: “¡Si sigues practicando, te asfixiaré!”.
En ese momento, grité: “¡Shifu!”. Algo milagroso sucedió. Mi esposo me soltó de inmediato. Las lágrimas corrieron por mi rostro sin control.
Pero luego presionó la manta hacia abajo nuevamente y gritó: “¡Si no paras, te golpearé hasta matarte!”. No respondí. En cambio, recordé las enseñanzas de Shifu sobre ser una buena persona. Pensé: “Shifu, te escucharé y haré lo mejor que pueda”.
Me di cuenta de que mis defectos causaban esta situación: mi miedo, mi resentimiento y mi actitud de confrontación. Incluso mi tono no era amable.
Cuando me di cuenta de esto, le dije a mi esposo: “Shifu me enseña a seguir los principios de Verdad-Benevolencia-Tolerancia y a ser una buena persona. No te pegaré ni te maldeciré. Me equivoqué al ocultarte mi práctica. Lo haré mejor de ahora en adelante. Vete a dormir”.
Mi esposo dejó de gritar y dijo: “¿Qué sentido tiene practicar esto?”. Yo solo sonreí con calma. El gran peso del miedo que me había presionado como una montaña se derritió. Me sentí liviana y ya no le tenía miedo.
Al día siguiente mi esposo me dijo: “Si crees que Falun Dafa es bueno, entonces practica en casa. No salgas, tengo miedo de que te arresten”. Sonreí pero no dije nada. Sabía que como practicante tenía que hacer lo que debía hacer. Nunca más me pegó.
Gracias, Shifu, por protegerme, guiarme y enseñarme siempre a ser una mejor persona.
Dejar de lado la búsqueda del beneficio personal
En 2003, mi esposo gastó 5.000 yuanes en comprar una casa vieja de su segundo hermano menor para montar un molino de aceite. En 2016, me mudé a una ciudad para ayudar a mi hija a cuidar de mi nieta. En esa época, nuestro pueblo planeaba un proyecto de reubicación y demolición. El tercer hermano menor de mi esposo, el secretario del pueblo, transfirió en secreto la propiedad a su nombre, sabiendo que la demolición traería una compensación sustancial.
Cuando se confirmó la demolición al año siguiente, la vieja casa estaba valorada en más de 800.000 yuanes (109.757 dólares estadounidenses). Una cantidad significativa de dinero que nos quitaron de las manos. Cuando le pregunté a mi esposo al respecto, me explicó que todo era obra de su segundo y tercer hermano menor. Me sentí profundamente agraviada, enojada y llena de resentimiento.
Sin embargo, entendí que esta situación no era una coincidencia. Sabía que estaba poniendo a prueba y exponiendo mis apegos. Estudié el Fa y recité repetidamente lo que dijo Shifu:
“Difícil de soportar, se puede soportar; difícil de hacer, se puede hacer” (Novena lección, Zhuan Falun).
Al continuar mirando hacia dentro, me di cuenta de que esta podría ser una forma de pagar mis deudas de yeli. Es posible que les haya debido algo en otra vida y ahora era el momento de pagar esa deuda. ¿No era esto exponer mi apego al beneficio personal? El Fa me exigía que lo dejara ir, y yo estaba decidida a hacerlo siguiendo la guía de Shifu.
Shifu me ayudó a ver una comprensión más profunda del principio de “tolerancia”. Cuando tu corazón es movido, duele como si te clavaran un cuchillo; cuando tu corazón está quieto, nada puede hacerte daño. El carácter chino para “tolerancia” es un corazón con un cuchillo flotando sobre él. La verdadera cultivación significa seguir las enseñanzas de Shifu y ser tolerante.
A las 3 a.m., todavía no podía dormir, así que me levanté para hacer los ejercicios. Sentía dolor en el estómago y el corazón, como si me los estuvieran perforando. Persistí en los primeros cuatro ejercicios, y sentí una sensación poderosa durante el quinto ejercicio, la meditación. Era como si una mano grande arrancara hilos de dolor profundo, uno por uno. El dolor era intenso, como si me estuvieran cortando el corazón. Estaba empapada en sudor, pero pensé: “Esto es algo bueno”.
Comprendí que Shifu me estaba ayudando a eliminar capas de egoísmo, resentimiento, búsqueda de ganancias y sentimientos de desequilibrio. Me enseñó a poner a los demás primero, a ser tolerante y amable, y a tratar a los demás con compasión. La cultivación convirtió una mala situación en algo positivo.
Al darme cuenta de esto, de repente sentí que un bloqueo pesado, como una piedra, dentro de mí se estaba disolviendo. El peso sofocante en mi corazón desapareció y me relajé. Mi cuerpo se sintió ligero y casi sentí que flotaba durante la meditación. La experiencia fue indescriptible.
A partir de ese momento, supe cómo manejar los desafíos. Mantuve la calma y sonreí. Soy amable con todos y ya no me quejo ni discuto. No tengo conflictos con nadie. Siempre que surge un problema, mi primer pensamiento es mirar hacia adentro y corregirme de inmediato. Al hacerlo, las disputas y los problemas se resuelven naturalmente.
Shifu nos enseñó:
“El cambio del corazón humano ya hará que el asunto gire hacia el lado positivo” (Raciocinio)
Mi cambio también influyó en mi esposo, quien ahora respeta a Shifu y al Fa.
Dejar ir los apegos sólo toma un momento. Estoy profundamente agradecida a Shifu por su guía y protección meticulosas. Estoy agradecida a mi esposo y a mi familia por brindarme un entorno para crecer. La única manera de retribuir todo esto es esforzarme diligentemente, estudiar más el Fa, salvar a más personas y recorrer bien el camino final.
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