(Minghui.org) Comencé a practicar Falun Dafa después de asistir a la conferencia de Shifu en la ciudad de Hefei, provincia de Anhui, el 15 de abril de 1994.
Antes de practicar tenía muchas enfermedades como artritis reumatoide, gastritis atrófica moderada, cálculos biliares, hiperplasia lobular de mama, migrañas, neurastenia, arritmia y otras dolencias. Mi brazo derecho estaba paralizado debido a un accidente laboral. Era infeliz y mi vida estaba llena de sufrimiento.
En 1990 empecé a practicar varias formas de qigong, buscando una cura para mis enfermedades, pero los resultados fueron decepcionantes. Un día, mientras meditaba, vi a un hombre alto y apuesto, pero no sabía quién era. Cuando más tarde vi la foto de Shifu en un artículo sobre él en una revista de qigong, me di cuenta de que era el hombre que vi aquel día. Me sentí conectada a él y que podía confiar en él.
Más tarde supe que Falun Dafa es una vía de cultivación avanzada de la escuela de Buda. Enseña a la gente a ser sincera, amable y tolerante. Hace hincapié en la cultivación del xinxing y la virtud. Tiene cinco conjuntos de ejercicios suaves y asombrosos beneficios para la salud. Esto era lo que yo buscaba. Me inscribí para asistir a las conferencias que Shifu daría en persona por segunda vez en la ciudad de Hefei, provincia de Anhui, en abril de 1994.
Yo era contable y empleada sindical encargada de los asuntos de la mujer en mi empresa. Rara vez pedía permiso para ausentarme del trabajo, pero solicité tres días de permiso personal para asistir a la conferencia.
Shifu habló de los principios de Falun Dafa, que eran amplios y profundos. Los explicó de forma sencilla y comprensible. Nunca había oído nada de esto antes, y todo lo que dijo me llegó al corazón. A menudo las lágrimas rodaban por mis mejillas.
Los tres días fueron demasiado cortos y pasaron rápidamente. Tenía que volver al trabajo, así que escribí mis preguntas y le pedí a la practicante que venía con Shifu que se las diera. Me instó a quedarme y me dijo que me arrepentiría si me iba. Sí, quería seguir escuchando las profundas conferencias de Shifu. Pero me preocupaba que mis compañeros y jefes no lo entendieran. Me enfrentaba a un dilema.
Me sorprendió que Shifu respondiera a mis preguntas durante la conferencia de la tarde de mi último día allí. Me emocioné mucho y no pude contener las lágrimas. Incluso mientras escribo este artículo, no puedo dejar de llorar. Estaba muy agradecida a Shifu y decidí quedarme y asistir al resto de las clases. Fue una decisión importante de la que me beneficié mucho. Las clases de Shifu cambiaron mi vida. Tomé la decisión deliberada de seguir a Shifu hasta completar mi camino de cultivación.
Me sentía feliz todos los días después de volver a casa. A menudo oía que alguien me llamaba para que me levantara por la mañana. Sabía que el compasivo Shifu me estaba recordando que debía levantarme y practicar los ejercicios. Me resultaba difícil doblar las piernas y colocarlas una sobre otra cuando meditaba porque estaban hinchadas debido a la artritis reumatoide. Me dolía tanto que me temblaba el cuerpo. Mi ropa estaba empapada de sudor y mis pies se ponían morados. Pero siempre recordé la enseñanza de Shifu: «La materia negra es precisamente yeli, y padecer sufrimientos puede disminuir el ye…» (Cuarta Lección, Zhuan Falun).
Estaba decidida a practicar, así que aguanté el dolor hasta que terminó la música. Mirando hacia atrás, todavía puedo sentir mi dolor y mi sufrimiento. Meditaba todos los días a pesar del dolor. Sentía que debía ser digna de la salvación de Shifu.
Por las noches estudiaba el Fa y practicaba los ejercicios con los demás practicantes, y también hablábamos de nuestras experiencias de cultivación. Una noche, cuando estaba girando las palmas de las manos al hacer el primer ejercicio, sentí que una oleada de calor salía de mi pecho. Me examiné al llegar a casa y vi que me salía líquido del pecho. La hiperplasia mamaria había desaparecido por completo.
Todas mis enfermedades desaparecieron poco después de empezar a practicar Falun Dafa. No gasté ni un céntimo en medicinas o tratamientos. Cambié completamente tanto mental como físicamente, y soy feliz cada día. ¡Shifu me ha dado una segunda vida!
Además, Falun Dafa eleva mi estándar moral. Considero primero a los demás, dejo de lado los intereses personales y soy amable con todos. Siento que me he vuelto pura, de mente abierta y compasiva. Gracias, Shifu. No hay palabras para expresar mi gratitud.
Me enteré que Shifu iba a dar unas conferencias en la ciudad de Jinan, provincia de Shandong, en junio de ese año. Quería ir, pero por motivos de trabajo no pude asistir. Pedí a un practicante local que transmitiera mi experiencia a Shifu y le informara de mis progresos en la cultivación.
Una noche tuve un sueño vívido en el que veía a Shifu. Me acariciaba el brazo derecho. Sentí calor, comodidad y desapareció la rigidez de mi brazo. Estaba muy agradecida a Shifu. Me ajustó el brazo y se fue. Al ver la alta espalda de Shifu, me arrodillé en el suelo y grité: «¡Shifu! Shifu». No quería que se fuera. De pronto, desde lejos, llegó la voz de Shifu: «¡Volveré a verte!». Lloré con más fuerza. Cuando desperté, mi almohada estaba mojada de lágrimas.
Mirando hacia atrás en mi camino de cultivación en los últimos 30 años, cada paso que di fue bajo la protección de Shifu y con su ayuda. Siempre que tengo dificultades o no estoy segura de cómo manejar un asunto, pienso en las enseñanzas de Shifu. La compasión de Shifu, su paciencia cuando daba conferencias y sus respuestas a mis preguntas reforzaron mi determinación de cultivarme. Con Shifu y el Fa a mi lado, puedo superar cualquier prueba y dificultad.
La gracia salvadora de Shifu es ilimitada. Shifu me ha dado tanto. Debo cultivarme diligentemente y mantener el progreso de la rectificación del Fa en el tiempo limitado que me queda. Sólo camino por la senda que Shifu dispuso para mí para cumplir mi voto sagrado, ser digna de las expectativas de los seres conscientes de los que soy responsable, y seguir a Shifu para regresar a mi hogar original.
He pasado varios días escribiendo este artículo y no he podido contener las lágrimas. Los días en los que estuve con Shifu siempre me animan a seguir adelante. ¡Shifu siempre estará en mi corazón!
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