(Minghui.org) Tuve la gran suerte de asistir a una exposición de caligrafía y pintura celebrada en Changchun en mayo de 1997 para conmemorar el quinto aniversario de la difusión de Falun Dafa por Shifu. Durante nueve días se expusieron más de 1.000 obras de arte. Gente de todas las clases sociales acudió a ver la exposición. Me conmovió cada cuadro, cada historia de cultivación y cada obra de arte. Tomé muchas fotos de la exposición. Aquí están algunas de ellas:

Nunca olvidaré un incidente que ocurrió aquel día. Había cinco salas en la exposición. Cuando estaba en la segunda sala, vi a dos hombres que sujetaban a una mujer que no podía caminar. Por cierto, la exposición era gratuita.

La mujer llevaba una insignia de Falun Dafa, que indicaba que era practicante de Falun Dafa. El asistente voluntario de la segunda sala vio su insignia y le dijo: «Ya que eres practicante de Falun Dafa, ¿por qué no caminas sola?». La mujer pidió a los dos hombres que la apoyaban que la soltaran. Entonces caminó, paso a paso, sola, hasta el otro lado de la sala donde colgaba una foto de Shifu. Juntó las manos y presentó sus respetos a Shifu con lágrimas en los ojos. Muchos practicantes de la sala se emocionaron hasta las lágrimas y se mostraron muy agradecidos con Shifu por su compasión y su gracia salvadora.

Esta mujer era de Changchun. Se había quedado paralítica de ambas piernas debido a una enfermedad posparto tras el nacimiento de su tercer hijo. Permaneció paralizada durante 18 años. Empezó a practicar Falun Dafa en enero de 1997. Tras cultivarse durante cuatro meses, fue capaz de ponerse de pie. Y solo entonces fue capaz de caminar. Nuestra gratitud a Shifu era indescriptible.

Un día, al salir de la sala, vimos que el cielo estaba lleno de Faluns (ruedas del Fa). Los practicantes que no podían ver el Falun pudieron ver que el cielo sobre la sala de exposiciones estaba bañado en luz roja, como menciona Shifu en Zhuan Falun.

Varios practicantes decidimos ir a Dalian porque habíamos oído que Shifu había estado allí. Tomamos el tren a Dalian para visitar los lugares donde había estado Shifu. En el tren, saqué mis fotos de la exposición. Una mujer con su madre y su hija se sentó frente a mí y también miró las fotos. Se mareó al verlas.

Tomó un libro de Falun Dafa que habíamos puesto en la mesa y gritó. Dijo que las «cosas» de su cuerpo le resultaban incómodas. Nos dimos cuenta de que estaba poseída por un espíritu. Le hablamos de Falun Dafa y le hicimos saber que esos espíritus poseedores la estaban dañando, pero que podían ser suprimidos si uno practicaba de forma recta. Cuando todos nos bajamos en la siguiente estación, por fin lo entendió y decidió practicar Falun Dafa. No quería que esos espíritus la poseyeran. Vomitó y se recuperó. Compró todos los libros de Falun Dafa y se sintió muy feliz.

Antes de irse, dijo: «Esa pitón me abandonó. Me dijo que era una desagradecida y me dijo: 'Adiós'. Siempre me pedía que le cantara la canción del programa de televisión La nueva leyenda de la serpiente blanca».

Pensé: «Ah, he oído la historia de cómo se derrumbó la pagoda Leifeng. El espíritu de esa serpiente podría haber sido lo que la poseyó. Si fue así, me da mucha pena». Este pensamiento pasó por mi mente. No me había dado cuenta de lo peligroso que era.

Varias practicantes nos quedamos juntas en la misma habitación aquella noche. Les dije que no quería hacer turismo y que había decidido ir a Changchun para estudiar el Fa con los practicantes de allí. En cuanto me acosté, apareció en mi mente la imagen de una horrible anciana con el pelo blanco de punta, de pie sobre un estrecho puente, con los diez dedos de uñas largas extendidos. Me incorporé y conté a los demás lo que acababa de ver. Un practicante me recordó que debía mirar en mi interior para encontrar mi apego. Me pregunté: «¿Era porque estaba demasiado apegada a ir a Changchun, a ese entorno?».

Antes era muy tímida, pero me volví valiente después de obtener el Fa. El Fa está en mi corazón y sé que Shifu me protege. Me atrevo a caminar de noche por muy oscuro que esté, pero esta vez tenía miedo porque no sabía cómo me había venido a la mente esa visión. Me acosté de nuevo y le dije a Shifu repetidamente: «Shifu, tengo miedo. Por favor, protégeme». Luego me dormí.

No dormí profundamente. Mi cama estaba junto a la ventana y podía oír la lluvia, que duró toda la noche. Una practicante roncaba fuerte. Cuando me levanté, me sorprendió oír a los demás hablar de lo fuerte que eran los truenos. Dijeron que tronó cinco o seis veces y que sonó como si golpeara la ventana y explotara. Vieron entrar en la habitación una gran bola de fuego. El libro Zhuan Falun de la mesita de noche emitió un Falun dorado que se tragó la bola de fuego. No oí ningún trueno, solo escuché la lluvia. Estaba muy agradecida a Shifu. Sabía que Shifu me protegía.

Tomé el tren a Changchun y me recosté en el asiento. De repente vi a la anciana de mi visión al pie de una montaña tan alta que no podía ver su cima. Esta vez la anciana no tenía un aspecto horrible. Llevaba el pelo revuelto y parecía triste. De repente comprendí que Shifu me había protegido y lo profundo que era el significado de la protección de Shifu. Ya no pude contener las lágrimas. Me di cuenta de cuál era mi apego. En el momento en que me había compadecido de aquel espíritu poseedor, este se había aprovechado de mi brecha. Qué terrible era este pensamiento. Pero mientras creyera genuinamente en Shifu y en el Fa, no era nada.

Debemos mantener nuestros pensamientos rectos. Incluso si un pensamiento no es recto, habrá una batalla entre el bien y el mal. Entonces Shifu tiene que esforzarse más para protegernos. No podemos imaginar cuántos problemas le causaríamos a Shifu.

Nuestro compasivo y gran Shifu ha creado lo mejor de todo para nosotros. No hay palabras para expresar mi gratitud y respeto por Shifu. Debo escucharlo, dar bien cada paso de mi camino de cultivación y hacer bien todo lo que deba hacer para ser digna de la compasiva salvación de Shifu y ser merecedora de esta oportunidad única en un milenio.