(Minghui.org) Debido a mi apego a ver videos cortos en mi celular, entidades malignas se aprovecharon de mí. Me arrestaron y me llevaron a la comisaría, donde me confiscaron la computadora, la impresora y los libros de Dafa. No me dieron de comer en la comisaría durante un día y una noche, y el oficial que nos vigilaba tuvo una actitud nefasta.
Había otros detenidos en la celda que fueron arrestados por pelear y robar. Sin embargo, solo los practicantes y yo estábamos esposados, e incluso teníamos problemas para usar el baño. Le dije al oficial que usar el baño era nuestro derecho más básico y que, si no nos dejaba, lo demandaríamos. Así que, de mala gana, nos permitió usar el baño.
Al día siguiente me llevaron a una habitación oscura y me ordenaron sentarme en una silla de hierro, un instrumento de tortura para prisioneros. No era prisionero, así que me negué a sentarme. Luego me pusieron en un banquillo de madera. Les pregunté: "¿Quieren golpearme? Les diré que es ilegal golpear a alguien". Me negué a responder a sus preguntas y solo les aclaré la verdad. Les dije que no persiguieran a las personas buenas, o sufrirían retribución. Les dije que la pandemia actual estaba dirigida a quienes persiguen a los buenos y no creen en lo divino. Esperaba que pudieran comprender la verdad y tener un buen futuro. Me negué a firmar ningún documento.
Tuve que hacerme un examen físico antes de que me llevaran al centro clandestino de detención. Esas personas tuvieron una actitud deplorable. Entonces me negué a que me sacaran sangre. Pregunté qué intentaban hacer: "¿Quieren sustraerme los órganos?". Una persona me presionó brutalmente para que me sacara sangre, y luego me llevaron al centro clandestino de detención, donde intentaron fotografiarme. También me negué a que me tomaran fotos. Entonces dos oficiales me llevaron a la fuerza, me desnudaron e incluso me quitaron la ropa interior para inspeccionarme.
Cuando llegué a la celda, el jefe de celda me preguntó cómo me llamaba. Le dije que no había cometido ningún delito y que no era un prisionero. Cada mañana, el guardia entraba para dar un sermón y todos los allí presentes tenían que inclinar la cabeza, pero yo no lo hacía. El guardia no podía hacer nada al respecto.
No colaboré con ninguna de sus órdenes, pero aproveché cada oportunidad para aclararles la verdad. Trataba a todos con los estándares de un cultivador. La comida era muy mala; había unas cuantas rebanadas de carne en el repollo cada día, y parecía sopa. Perdí mucho peso para cuando volví a casa después de 30 días.
Le dije al guardia que practicar Falun Dafa era legal, y que, si tenía libros de Falun Dafa, también era legal leerlos. Falun Dafa enseña a la gente a ser buena, y le dije que debía renunciar al Partido Comunista Chino (PCCh) para tener un buen futuro. Envié pensamientos rectos y recité el Fa de memoria constantemente.
La gente allí me preguntaba a menudo: «¿Podrás volver a casa dentro de 30 días?». Yo respondía: «Sí». Les dije que yo era diferente, que no había infringido la ley y que les había dicho que el mal no eliminaría al bien. La gente de allí me dijo que solo me liberarían después de que la oficina judicial lo aprobara. Soy practicante de Dafa y negué que solo me liberaran con el consentimiento de la oficina judicial. Cuando me liberaron, la gente se sorprendió mucho, porque no había precedentes de liberaciones sin pasar por la oficina judicial.
-Todo esto era inseparable de la compasión de Shifu. Cuando tenía miedo, Shifu me animaba a no responder preguntas durante los interrogatorios. Oí al guardia que me interrogaba decir: «No dijo nada ni hizo señas, ¿qué hago?». El otro guardia respondió: «¿Qué más puedes hacer? Déjalo ir». Escuché su conversación con mucha claridad. Mientras meditaba en la celda, una frase clara me vino a la mente: «Se acerca la fecha de volver a casa», y supe que era Shifu quien me decía que regresara a casa.
Agradecí mucho la ayuda desinteresada de los demás practicantes. Los practicantes de fuera de China hicieron llamadas telefónicas, los practicantes de China me ayudaron a enviar pensamientos rectos, y mi familia también hizo un buen trabajo rescatándome. Los compañeros practicantes me ayudaron a encontrar un abogado que leyó una carta de mi familia, lo cual me dio mucho ánimo. También presenté una denuncia contra los oficiales de policía por sus actos ilegales, incluyendo que la comisaría no nos permitiera usar el baño, entrara en nuestras casas sin uniformes policiales, robara nuestras pertenencias, etc.
Mientras estuve en el centro clandestino de detención, también tuve pensamientos rectos sobre si me condenarían por aclarar la verdad o por poseer los materiales de aclaración de la verdad, pero los negué. Los materiales para aclarar la verdad no son motivo de persecución.
Me llevaron a la comisaría tras salir del centro clandestino de detención. Los oficiales me informaron que este caso aún no había concluido y que me someterían a vigilancia domiciliaria durante seis meses. Me pidieron que firmara un documento para la vigilancia domiciliaria. Dije que no reconocía la persecución y que no lo firmaría. Seis meses después, la comisaría me llamó y me comunicó que la vigilancia domiciliaria había sido revocada.
A menudo pienso en lo afortunado que soy de ser un discípulo de Shifu, en el honor que es, y nunca me arrepiento de haber tomado el camino de la cultivación. Lamento no haberme cultivado bien y me avergüenza mucho no haber estado a la altura de la compasión de Shifu en algunas ocasiones.
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