(Minghui.org) ¡Saludos Shifu! ¡Saludos a los compañeros practicantes!
Comencé a practicar Falun Dafa en 2010. Cuando abrí el libro Zhuan Falun por primera vez, las lágrimas corrieron por mi rostro y un profundo sentimiento de reverencia surgió en mi corazón. Desde ese día, no podía evitar llorar cada vez que hacía los ejercicios o leía los libros de Dafa. No sé por qué, pero eso fortaleció mi determinación de practicar Falun Dafa.
Durante seis años cuidé a un familiar hasta que pudo volver a tener una vida más normal. Me sentía aliviada y satisfecha, como si hubiera completado una misión importante. Sin embargo, también estaba profundamente agotada. Cada noche después de las ocho, me faltaba el aliento mientras hacía las tareas del hogar. Cada primavera, hacia finales de marzo, inevitablemente me resfriaba y la enfermedad duraba meses. Tenía que rechazar invitaciones de amigos, incluso aunque algunos se molestaran. Mi cuerpo era débil y me sentía mal constantemente.
Después de comenzar a practicar Falun Dafa, todos mis síntomas desaparecieron. Realmente creo que si no hubiera encontrado Dafa, quizá ya no estaría viva. También dejé de practicar la religión que seguía anteriormente.
Al principio, experimenté con facilidad el poder milagroso de Falun Dafa. Pero me tomó mucho tiempo comprender el Fa racionalmente y mantener pensamientos rectos como una verdadera practicante. Incluso cometí errores contrarios a los principios de Dafa. También dudaba en participar en proyectos de Dafa por miedo a recibir críticas.
Una practicante compartió una vez conmigo que “eliminar los apegos puede eliminar enormes cantidades de yeli (karma)”. Sus palabras me ayudaron a reconocer apegos humanos profundamente arraigados. Posteriormente, otra practicante me enseñó un proyecto para validar el Fa, algo por lo que siempre he estado agradecida.
Durante el último año, tuve fricciones en el proyecto. Desde mi punto de vista, las acciones de Mei no estaban alineadas con los requisitos de Dafa. Parecía poco considerada, a menudo ponía excusas y presionaba las cosas de manera impulsiva. Su actitud irrespetuosa hacia Dafa me inquietaba. Un día reuní el valor para enfrentarla y preguntarle: “¿Por qué dijiste comentarios irrespetuosos hacia el Fa?”. Sentía que si esto no se aclaraba, no podría continuar en el proyecto.
Mei respondió: “Yo nunca dije nada irrespetuoso”.
Repliqué: “Tus palabras me impactaron en su momento, por eso las recuerdo claramente. Pero si ahora lo niegas, significa que no te diste cuenta de que estuvo mal”. En ese momento, me di cuenta de que quizá había sido demasiado crítica con ella.
Más tarde, durante una conversación, Mei dijo de repente: “Chen tiene un corazón muy compasivo y nunca culpa a otros”. Sus palabras me hicieron ver que yo había estado albergando pensamientos de culpa.
En una reunión para analizar cómo tratábamos a Mei, se nos pidió a todos mirar hacia adentro. Entonces reconocí mi tendencia a culpar a otros. Sin embargo, incluso después de darme cuenta de mis carencias, volví a enfocarme en las acciones y palabras de Mei.
Una practicante me envió un mensaje: “Desde la perspectiva de la cultivación, todo es algo bueno porque es una oportunidad de reconocer nuestros apegos y deficiencias, y así mejorar”. También citó la enseñanza de Shifu:
“Los dos lados tienen problemas, todos abrazan corazones humanos muy fuertes. El poder de los Dafa dizi juntos realmente es muy grande, cuando envían pensamientos rectos, si todos pueden concentrar los pensamientos, el poder que sale es especialmente poderoso, ¡es extraordinario! Los fantasmas podridos justamente quieren interferir con ustedes, simplemente para influirlos a ustedes, hacen que vuestros corazones humanos desplieguen efecto, que se sientan indignados, que nadie sea agradable ante vuestros ojos, ¡hacen que vuestros pensamientos humanos sean tan fuertes que no puedan hacer salir vuestros pensamientos rectos!” (25 años de la Gran Difusión de Dafa: Explicando el Fa en Nueva York).
Me di cuenta de que me faltaba compasión. Como practicante, culpar o resentir a otros no está de acuerdo con el Fa. Sin importar los méritos o fallas de los demás, debemos mirar hacia adentro y actuar con compasión. Después de eso, comencé a ver los esfuerzos incansables de Mei por los demás y su dedicación a los proyectos de Dafa. Le agradecí que me ayudara a ver mis carencias, y pude volver a trabajar con ella. Entendí que ella también es una discípula que Shifu ama, esforzándose diligentemente en su cultivación.
Reflexionando, me di cuenta de que, durante una colaboración, al mediar una disputa entre una persona común y Mei, me molesté porque tomó mucho de mi tiempo. Si hubiera abordado el asunto con compasión, habría manejado adecuadamente la situación considerando a ambas partes. Mi propio deseo de conveniencia y comodidad contribuyó a mi disgusto. Mi incapacidad de considerar sinceramente a otros reveló una falla en mi cultivación. Ahora entiendo que era inevitable que las personas comunes me transmitieran la queja sobre Mei.
En el pasado, siempre pensaba que debía protegerme mientras buscaba beneficios para otros. Pero Shifu nos enseña a alcanzar la verdadera pureza y verdadero desinterés. A través del incidente con Mei, aprendí a no culpar a otros y a mantener siempre la compasión.
Aclarando la verdad
Me gustaría compartir ahora mi experiencia aclarando la verdad.
Mientras hacía los ejercicios, a menudo aparecían rostros en mi mente. Comprendí que debía aclarar la verdad a más personas. Por eso me dediqué a proyectos de Dafa para difundir la verdad, de modo que Shifu pudiera salvar a más seres.
A menudo salgo a distribuir materiales informativos. Valoro a cada persona que encuentro. En casa, los entrego a repartidores y carteros. En los tranvías, cuando surge la oportunidad, entrego folletos de Shen Yun o tarjetas de Ganjin Shijie.
Antes de la pandemia, le presenté Shen Yun a una anciana, la Sra. Bai. Parecía interesada. Pasado un tiempo, cuando las restricciones disminuyeron, pensé: “La Sra. Bai probablemente no ha visto Shen Yun”. Fui a invitarla al espectáculo, pero su hijo me dijo educadamente: “Mi madre tiene demencia; salir la altera fácilmente, así que no puede asistir”. La Sra. Bai tampoco me reconoció. Lamenté no haberla invitado antes. En ese momento, comprendí profundamente la urgencia de salvar personas.
Días después, la Sra. Bai llegó a mi puerta por error, creyendo que era su casa. Me di cuenta: “La Sra. Bai está buscando el Fa”. Esa misma noche fui a su casa a invitarla nuevamente, pero su hijo volvió a negarse amablemente.
Aun así, no me rendí. Creía que solo un discípulo de Dafa podía ayudarla a ser salvada. Decidí que la próxima vez que la encontrara, le enseñaría a recitar “Falun Dafa es bueno” e invitarla a ver Shen Yun.
Poco después la volví a ver. Ella me saludó desde atrás con un “¡Buenos días!”. Supe que era mi oportunidad. Fui a su casa, le enseñé a recitar “Falun Dafa es bueno. Verdad-Benevolencia-Tolerancia son buenas”, y le mostré la presentación de Shen Yun. La Sra. Bai expresó comprensión.
Tiempo después, cuando la vi otra vez, casi no podía reconocer las palabras. Esa visita fue realmente mi última oportunidad para decirle la verdad. Comprendí: “Salvar personas no puede esperar. Debemos aprovechar cada momento”.
La historia de mi suegra
Otro caso es el de mi suegra. Le diagnosticaron cáncer de colon avanzado en marzo del año pasado. Una noche de principios de junio, soñé con ella gravemente enferma en la cama, con una mascarilla blanca pero hablándome con una voz clara y fuerte. Se veía feliz de verme.
Ese mismo día, mi esposo me llamó para decirme que su condición había empeorado. Corrí al hospital y pensé: Debo lograr que recite: ‘Falun Dafa es bueno, Verdad-Benevolencia-Tolerancia son buenas’. Le dije a mi cuñada, que a la persona que la cuidaba, también recitara la frase. Ella conocía Shen Yun y Falun Dafa, y aceptó de inmediato.
No esperaba que mi suegra estuviera tan cerca del final. Estaba muy triste. Pero recordé que como practicante de Dafa debía controlar el dolor con pensamientos rectos.
Mi suegra recitó la frase obedientemente durante tres días. Al cuarto día comenzó a tener dificultad respiratoria y falleció al quinto día. Una vez más comprendí: “Ayudar a Shifu a salvar personas no puede esperar”.
Abandonar las emociones
El Sr. Ding murió de cáncer a los 59 años en 2022. Él ayudaba a menudo en actividades de Falun Dafa. Antes de fallecer, lo visité en el hospicio y le sugerí leer Zhuan Falun. Él aceptó con alegría. Tras terminar el libro, falleció unas semanas después.
Yo estaba desconsolada y perdí el apetito. Las practicantes notaron mi tristeza. Luego, tres amigos que apoyaban Falun Dafa y varios familiares fallecieron uno tras otro. Cada vez mi fortaleza interior se tambaleaba. Incluso la muerte de una persona famosa a quien nunca había conocido me perturbaba. Comenzaron a surgir temores relacionados con la vejez, la enfermedad y la muerte, junto con un sentimiento innato de soledad. Me di cuenta de que mis pensamientos estaban atrapados por la emoción y que debía dejar ir esos apegos.
Observé que cuando mi estado mental no estaba bien, los sentimientos de soledad surgían. Pero eso cambió después de leer la enseñanza de Shifu sobre la soledad. Ahora enfrento la muerte con calma, sabiendo que quienes fallecen están avanzando hacia el nuevo universo.
Durante los últimos quince años, desde que obtuve el Fa, he sentido profundamente que Shifu siempre ha estado a mi lado, animándome en momentos de tristeza y ansiedad, y protegiéndome constantemente.
Shifu dijo en Mantente alejado del mal peligroso:
“Eres tú quien quiso firmar un contrato para venir al mundo humano antes de la desintegración en el final del tiempo para salvar las vidas que representas y por eso te cultivas en Dafa. Es decir, usas tu vida para firmar un contrato para convertirte en un Dafa dizi y cultivarte en Dafa” (Mantente alejado del mal peligroso).
La frase “usas tu vida para firmar un contrato para convertirte en un Dafa dizi” me impactó profundamente. Comprendí que descender al reino humano a costa de la propia vida significa asumir la responsabilidad sagrada de salvar personas. Esta es la misión que debo mantener siempre presente. Shifu nos valora mucho más de lo que nosotros nos valoramos a nosotros mismos. Debo cumplir el voto que hice a Shifu.
¡Gracias Shifu!
¡Gracias compañeros practicantes!
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