(Minghui.org) Tengo 71 años y vivo en una zona rural. De niño, le tenía miedo a mi padre. Siempre que alguien me pegaba, sin importar si era mi culpa o no, mi padre me volvía a pegar al llegar a casa.

El recuerdo más doloroso que tengo es de un incidente que ocurrió cuando tenía siete años. Mi padre me dijo que llevara al burro a pastar al día siguiente. Sin embargo, como me desperté un poco tarde, me azotó la pierna con un látigo. Me dolió tanto que di un brinco del dolor. Al crecer, fui sintiendo cada vez más resentimiento hacia él por lastimarme.

Más tarde, mi padre sufrió un accidente automovilístico y ya no pudo trabajar. Tuve que hacerme cargo de todas las tareas domésticas, ya que mi hermano mayor trabajaba en otra ciudad. Me cambié de casa solo después de casarme. Tengo dos hermanos menores que aún no se han casado y seguimos trabajando juntos, pero no son muy capaces. Tenemos un carro grande tirado por caballos, y a veces lo usaba para hacer trabajos de transporte y ganar algo de dinero. Desafortunadamente, el dinero solía terminar en el bolsillo de mi padre, quien se lo gastaba en un restaurante con sus amigos.

Mi padre era muy amable con los demás; sin embargo, yo siempre salía perdiendo con él y nunca lograba complacerlo. Por eso, estaba más  resentido con él. A veces lloraba en secreto, sintiendo que me trataba injustamente de forma diferente. Cuando mi padre tenía más de ochenta años, vivió con mis cinco hermanos por turnos después de que le diagnosticaran una enfermedad terminal.

Mi padre se convirtió en practicante de Falun Dafa en 2004, y su enfermedad terminal desapareció sin necesidad de tratamiento médico. Un día, me regaló un recuerdo de Falun Dafa, diciendo que me protegería. Lo guardé en mi bolsillo, pero aún sentía resentimiento hacia él. Yo tenía muy mala salud  y tomaba muchísimas medicinas. Milagrosamente, después de que mi padre me diera el recuerdo, dejé de tomar medicamentos gradualmente. Entonces, yo también comencé a practicar Falun Dafa.

Después de que mi madre murió, nos llegó el turno de que mi padre viviera con nosotros. Sin embargo, él no quería dejar su casa. En aquel entonces, todavía no me había cultivado bien  y tuve que obligarme a tolerar su presencia. Pero mi resentimiento fue desvaneciéndose a medida que estudiaba el Fa y me cultivaba. Comprendí que la vida es un ciclo y que las deudas de yeli deben saldarse. Mi padre y yo estudiamos el Fa e hicimos los ejercicios juntos, y mi xinxing mejoró rápidamente. Yo me ocupaba de sus necesidades diarias, pero mi padre no se cultivaba realmente. Dejaba sus cigarrillos en casa de un vecino y se escapaba para fumar. Sabía que los practicantes de Falun Dafa no fumamos ni bebemos, pero bebía cuando le ofrecían vino y no me hacía caso cuando le decía que no lo hiciera.

Mi padre falleció en paz a los 90 años. Unos tres meses antes de su muerte, ya no podía levantarse de la cama solo y necesitaba ayuda para todo. Se quejaba de dolor todo el día. Por las noches, tenía que levantarme cinco o seis veces para atenderlo. Hice todo lo posible por aliviar su sufrimiento.

Su vida fue difícil y enfrentó muchas dificultades desde joven. Mantuvo él solo a nuestra numerosa familia de diez, incluyendo a su primo y a su hermano menor. A veces no sabía de dónde sacaríamos la comida siguiente.

Un día, le pregunté cómo podía cuidarlo mejor. Me dijo que no podía ser mejor. La gente del pueblo y de los alrededores fue testigo del poder de Dafa.

Dafa resolvió el odio entre mi padre y yo, eliminando los resentimientos acumulados durante toda una vida. Si no hubiera practicado Dafa, sin duda no habría podido cuidarlo. Gracias, Shifu.

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Sé una buena persona dondequiera que estés

Por una practicante de Falun Dafa en la provincia de Liaoning, China

Practico Falun Dafa desde hace más de veinte años y vivo en el sexto piso de un edificio residencial antiguo desde hace diez años. Soy la única residente que se preocupa por limpiar la escalera. Cuando alguien reforma su apartamento y deja el pasillo lleno de polvo, limpio las barandillas con un trapo y friego el piso.

Si alguien deja basura en el pasillo, simplemente la recojo y la tiro. Hay un vecino en el cuarto piso que fuma en la escalera todas las mañanas y deja colillas por todas partes. Antes de irme a trabajar, me pongo guantes, las recojo una a una, las meto en una bolsa de basura y la tiro al contenedor al salir.

Con frecuencia uso un trapeador mojado para limpiar desde el sexto piso hasta el primero, y camino hasta un río lejano para enjuagarlo. Hago el recorrido tres o cuatro veces. Es un trabajo duro, y mi ropa acaba empapada de sudor. Cuando los vecinos me ven, me dicen: «¡Eres una buena persona!».

Trabajé en un hotel durante más de veinte años como cocinera de platos fríos. Durante todo ese tiempo, me encargaba personalmente de limpiar la sala de estar y lavar las sábanas a mano, ya que nadie más hacía esas tareas.

El largo pasillo del hotel solía ensuciarse, así que tomaba la iniciativa de limpiarlo. Cada vez que el gerente lo veía, me decía: «Siempre que te veo, sé que Falun Dafa es bueno».

Ahora trabajo en la cafetería de una empresa. Me responsabilizo de hacer lo que sea necesario y nunca me quejo ni intento evitar las tareas difíciles. Una vez, la cafetería necesitaba comprar una gran cantidad de cebollín, y me di cuenta de que el que vendían cerca de mi casa era de muy buena calidad. Así que, después de hablarlo con el administrador, compré unos 25 kg, las limpié y las llevé al trabajo en bicicleta.

Como la cafetería está en el quinto piso, tuve que subir los 25 kg. de cebollín por las escaleras. Otra empleada de la cafetería me dijo: «Qué tonta eres. No las lleves tú sola. Es muy cansado. Espera un rato, que encontraremos a alguien que las suba». Sonreí y en silencio subí los cebollines al quinto piso.

Como practicante de Falun Dafa, siempre me guío por los principios de Verdad, Benevolencia y Tolerancia, me esfuerzo por ser una buena persona y por mejorar, cada vez más.