(Minghui.org) Hace unos diez años, alguien me comentó que siempre me veía encorvado. Le dije que estaba bien. Pensé que la curvatura de mi espalda se debía simplemente a que estaba mucho tiempo sentado frente a la computadora en mala postura.
Pero, poco a poco, cada vez más personas empezaron a hacer comentarios sobre mi espalda. Intenté corregirla durmiendo sin almohada. Y al despertar tenía la espalda recta, pero no se mantenía así. Los síntomas empeoraron y mi cuello y cabeza se inclinaban cada vez más hacia adelante. Cuando salía a aclarar la verdad sobre Falun Dafa, antes de que pudiera decir nada, la gente me preguntaba qué me pasaba en la espalda. Incluso dejé de salir porque no quería perjudicar la reputación de Falun Dafa.
Mi hijo compró varios tipos de aparatos para enderezar mi espalda. Aunque sabía que el ejercicio físico era una solución para la gente común, me dije que los artistas de Shen Yun dedican mucho tiempo a entrenar, así que yo también podía. Lo que no comprendí en aquel momento fue que entrenaban para salvar vidas; sin embargo, yo entrenaba para solucionar un problema físico.
La situación llegó a tal punto que mis músculos abdominales se atrofiaron. Incluso cuando me esforzaba por enderezar la espalda, no lograba estirarlos lo suficiente. Tenía el cuello rígido por haber permanecido en una posición torpe durante tanto tiempo. Al verme con tanto dolor, mi hijo quiso llevarme a un quiropráctico. Me negué, sabiendo que el problema se debía a no estarlo haciendo bien como practicante.
Un día, mientras meditaba, recordé las palabras de Shifu:
«Piensen todos sobre esto: ¿qué parte de tu cuerpo no eres tú? Tus manos se mueven como sea que tú quieras, tus brazos se mueven como sea que tú quieras, y tu cabeza se mueve como sea que tú quieras porque todos ellos son tú» (Exponiendo el fa en el Fahui de Europa, 2004).
Shifu me estaba dando a entender que mi espalda es parte de mí, así que si yo quería enderezarla, ella debía enderezarse. Si no seguía mis instrucciones, entonces eso no era yo. Envié un pensamiento firme: «Esta espalda encorvada no me define, y no la quiero». De repente, mis músculos abdominales se relajaron, mi cuello y espalda se enderezaron, y me sentí de maravilla. Le agradecí a Shifu que eliminara los elementos negativos que había en mí.
Aún tengo muchos apegos, como la falta de concentración al enviar pensamientos rectos y estudiar el Fa. Sé que necesito estudiar más el Fa y fortalecer mi conciencia principal y mi fuerza de voluntad. Y que debo hacer bien las tres cosas para no decepcionar a Shifu.
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